Amor descartable
Dramaturgia y dirección: Juan Crespo. Con Martín Pérez, Pablo Fetis y Mara Teit. Diseño de luces: Román Tanoni. Fotografía: Nicolas Bellati. Diseño gráfico: Juan Barboza. Asistencia de dirección: Josefina Bauni. Producción: Juan Crespo y Mara Teit.
Vera Vera Teatro. Vera 108. Sábados, 22.45
Una mesa donde se juegan cartas en lo que parece una escena recortada de un policial negro. Una especie de tugurio de mala muerte donde los personajes en cuestión representan lo peor en la historia de un abandono amoroso. Un hombre y una mujer juegan al tiempo que un tercero va y viene. Habla y grita. Manipula un arma. Quiere matar ¿o quiere morir? Él es víctima de un desengaño amoroso. Su pareja lo dejó y no sabe que hacer al respecto. ¿Lo ama o lo necesita? ¿Hay amor o necesidad de arreglar un orgullo herido?
El texto es crudo, irónico al tiempo que corrosivamente juguetón en tanto lo dicho trasciende la acción para instalarse en cada espectador al cual interpelará en su propia experiencia. ¿Acaso nunca nadie fue dejado o estuvo del lado de quien tiene que dejar a la otra persona? Por tal motivo, no es en vano el juego metafórico del arma. Amores que matan pero que nunca mueren. ¿Es realmente asi? Inclusive una ruleta rusa donde la muerte es el camino elegido. (Des) amor y la salida fácil frente al sufrimiento. Allí la suerte jugará sus cartas con precisión quirúrgica (o no).
El espacio está construido a partir de esa mesa que sería como una especie de sala de espera para que los personajes entren y salgan de escena. Federico –Martín Perez- será el único que está todo el tiempo en movimiento. Denuncia a través de su parlamento a quien fue rechazado en su amor. Pero será su magnetismo personal, junto con la pluma de Juan Ignacio Crespo que harán que cada palabra sea acompañado por una sonrisa tan cercana a la mueca como a la carcajada que permite escapar hacia adelante.
Será Pablo Fetis el objeto del amor (¿o del deseo? –o ambos-), el fetiche por quien se desvive Federico. Totem pero no tabú está allí, delante suyo.Cercano geográficamente pero a miles de kilometros a nivel sentimiento. La mujer es Mara Teit quien hará las veces de amante o confidente de uno u otro convirtiéndose, casi, en uno de los personajes de “El Club de la Pelea” con una doble faz que se intercala según lo que amerite el momento.
El ritmo de la puesta es atrapante. Vorágine de ideas y sentimientos frenéticos. Bombardeo constante de sensaciones bien dosificadas, pero sin abrumar a la platea. El post-función será un momento por demás interesante debido a la necesidad casi catártica de compartir tanto lo visto como las sensaciones vividas. La utilización del espacio es acertada, con una escenografía austera pero exacta a lo requerido por el texto, al igual que una musicalización precisa y de buen gusto, como la utilización del excelente tema de Blur, “No distance left to run” para ilustrar el cenit de la puesta con sapiencia y exactitud.
“La persistencia de las últimas cosas” divierte al tiempo que te azota con el látigo del abandono. Porque, como decía una canción, nunca se sabe “cuanto placer puede darme el dolor”.