En busca de una brújula
Dramaturgia: Nancy Gay y Amarella. Actúan: Amarella. Escenografía: Juan Pablo Hernández. Iluminación: Gustavo Lista. Música original: Florencia Albarracín. Fotografía: Paula Milano, Tótem Visual. Diseño gráfico: Lima La Imagen De Les Artistes. Asistencia de dirección: Agostina Viglietta. Producción: Dos Lunas Productora, Lucía Márquez. Dirección: Nancy Gay. Duración: 50 minutos.
Nün Teatro Bar. Juan Ramirez de Velasco 419. Viernes, 21 h.
Ella está despierta en medio de una noche hostil a su forma de encarar la vida. El insomnio potencia una situación por demás común y familiar, que mezcla desamparo, desesperación y un pedido de ayuda que debería ser respondido, en primer término, por uno mismo.
Este comienzo, en el que se ubica al personaje en una especie de “mundo contra mi”, empieza a deshojar una margarita llamada vida atravesada por la coyuntura actual. El universo en que se desarrollan los acontecimientos es fácilmente reconocible. En mayor o menor medida, todos conocemos a alguien que “vive” de una manera como la que se muestra sobre tablas. Inclusive, podría haber sido una etapa en la propia vida. De ahí que la acción trascienda la casa de la protagonista para abrir distintos frentes de reflexión. Al respecto, es fundamental el humor vertiginoso que se propone desde el inicio.
Ella no tiene nombre lo cual es un gran acierto. Nadie puede ignorar a quién y a qué se apunta motivo por el cual el impacto es inmediato. El primer shock es el límite y la consabida diferenciación entre “el/la colgado/a copado/a” y un importante complejo de Peter Pan. El vivir solo –paso que hoy en día, más allá del poder adquisitivo, se ha omitido en pos de la comodidad, sobre todo los hombres-, tiene sus problemas que son apreciables, cortesía de una escenografía reveladora. Esa pila de ropa, de aires beckettianos, es elocuente. No son «días felices» al tiempo que visibiliza una Winnie del 2023 viviendo en un monoambiente de CABA.
Es palpable la influencia de las redes sociales y la conformación de una identidad en un mundo de bombardeo informativo e informático que finaliza, en ocasiones, en un giro de 360°. Amistades, “ghosteos”, Instagram y relaciones vacías, mediatizadas por la pantalla, invaden a un amplio universo etario que promedia los treinta años (tan extensible a los veintipico como los cincuenta y monedas, con la prolongación de la adolescencia). Con un guiño al Emo capusottiano y una solapada crítica a la mandíbula floja de la “generación de cristal” para capear frustraciones y sobreponerse a las mismas, se ve una mujer de buen corazón, a la que “vivir solo le cuesta vida”.
El texto es fresco y corrosivo. Permite la diversión sin perder una visión analítica. Con una sonrisa franca, que llega a la carcajada, impacta con personajes varios. Tal como la amiga evangelizadora de la ecología o el sociólogo “aliade”. La satirización a un progrechetismo sensibloide, muy caro –justamente- a cierto teatro independiente cool, es certera. Opta por mirar “puertas adentro” para hacer una observación aguda sobre aquellos que “se vuelven potros sin galopar”. Inclusive, cuenta con cierta alusión “woodyallenesca” y su racconto de instantes memorables de la vida.
La precisa dirección de Nancy Gay es vital para el desarrollo armónico de la puesta. Un mecanismo de relojería en el que todo está en su lugar, sin que sobre ni un solo minuto. En una actuación por demás destacable, Amarella presta cuerpo y alma a una joven tan querible como empática en relación con esas dudas y miedos que hemos transitado todos y todas. Por eso, de la misma forma en que se inicia, concluye una fábula absolutamente redonda.
Atractiva e hilarante, con un toque de venenosa realidad, “Media perdida” es de esas joyitas que permiten el divertimento de una platea que, en algún momento, se pregunta “¿de qué me estoy riendo si….?”. Esto, sin ofenderse ni “bloquear” la respuesta como si fuese un amigue de IG.