Mi gran obra -Un proyecto ambicioso- (Teatro)


Pequeños actores, grandes ideas
Idea, dirección y realización: David Espinosa.

La IV Edición del Festival Temporada Alta tenía una sorpresa más que agradable en lo que se refiere al teatro de objetos. 
Hay puestas que son una experiencia completa. Que no se puede escindir una parte de la otra. En música, sería el tan mentado “disco conceptual”. En el caso de “Mi gran obra (un proyecto ambicioso)” se inicia desde el mismo momento en que uno ingresa a la sala de espera de Timbre 4, en su sede original de la calle Boedo. Minutos antes de comenzar la función propiamente dicha, el mismísimo director de la puesta, David Espinosa, se apersona en la sala para conversar con los espectadores en lo que sería una especie de charla-abierta con respecto a lo que van a ver.

Toda nueva experiencia conlleva sus riesgos, principalmente el de los prejuicios que lleva cada uno, más allá de la calidad artística de lo que va a ver. En un espacio reducido a tres filas de butacas y máximo de 20 espectadores, con binoculares ubicados en cada asiento, se dará comienzo a una puesta atrapante de teatro de objetos. En este caso, serán figuras en miniatura las que crearán diversas situaciones, a través de la propia mano –literalmente hablando- de Espinosa, donde la creación de sentido será desbordante. Desde un comienzo con el ciclo de la vida de una persona –que puede tener cierto guiño al juego de mesa “El juego de la vida”- se abrirá el abanico de ideas a diversos espacios. La construcción de los contenidos de los diferentes cuadros que conforman la puesta parten de la idea de “juego”, logrando captar la atención completa. Podrá ir de una boda hasta un acto del presidente norteamericano Barack Obama. Todo, en el marco de una pregunta que atraviesa la puesta desde el mismísimo comienzo, ¿qué sentido tienen los grandes proyectos de creaciones artísticas?. Será ese “¿para qué?” el que brinde otro cristal para abordar la puesta. Grandes inversiones de dinero en pos de un objetivo cultural que no termina de ser claro y al cual la palabra “cultura”, le queda grande en la mayoría de los casos.

La puesta tendrá historias que surgirán desde el fín de su inmediata anterior para crear otro universo a partir de la utilización de algunas ideas de la narración previa. Situaciones de la realidad cotidiana, atravesadas por la poesía de metáforas que serán interpretadas de diversa manera. Será en ese preciso instante donde el espectador se comunica de manera directa frente a lo visto. La utilización de los binoculares para ver lo que ocurre es fundamental aunque habrá quienes prescindan de los mismos. El hecho de ver lo que acontece, mediado por un objeto que permita una cercanía, será una experiencia nueva y enriquecedora en tanto creación de sentido.

Imágenes que plasman deseos y hechos que pueden suceder o no pero que forman parte de un inconsciente colectivo que auna tanto risas como alguna que otra reflexión que va más allá de lo visto. Una pequeña computadora formará parte de la puesta al igual que la música compuesta especialmente para la ocasión.

Pequeña en su tamaño, grande en su concepción e idea, “Mi gran obra” es un espectáculo disfrutable de principio a fín, aguzando todos los sentidos para captar todo aquello que la frondosa imaginación de David Espinosa tiene para brindar.

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