Mil Federicos (Teatro)

Uno en un millón 

Dramaturgia y Dirección: Mariana Mazover. Con Hernán Lewkowicz y Gastón Grinszpun. Diseño de arte, espacio e iluminación: Félix Padrón y Rossana Rodríguez Cervantes. Diseño de vestuario: Javier Laureiro. Diseño de Maquillaje: Ana Pepe. Música original: Gastón Grinszpun. Asistente de dirección: Gabriela Blejer. Asistencia dramatúrgica: Alan Cabral. Diseño gráfico: Chaco. Asesoramiento coreográfico: Manuela Estigarribia. Producción: Gabriela Blejer, Sebastián Romero. Fotografía: Soledad Lavagna.

La Carpintería Teatro. Jean Jaures 858. Domingos, 20 hs.



Abordar la obra de Federico García Lorca es un riesgo. Se bordea el precipicio de caer en estereotipos varios y lugares comunes o en una linealidad biográfica, insostenible hasta para los más acérrimos devotos del gran poeta granadino.


Pero es aquí donde Mariana Mazover da un golpe de timón al respecto, realizando una puesta absolutamente poética, de alto vuelo.

El primer golpe de vista denota un lugar con aires campestres, pero perfectamente versátil para ilustrar cada imagen del mundo lorquiano. Dos hombres ocupan el centro de la escena, en medio de una escenografía sutil y cuidada a los requerimientos del texto. Serán ellos los que tomen la voz de Federico o…no. Porque Hernán Lewkowicz podrá serlo en algún momento de su vida pero después se transformará en aquél que es, un actor llevando las riendas de la puesta y de los hechos. Será el hombre con luna, la cual brillará a pesar -¿realmente “a pesar”?- de su materialidad, transformándose en aquella que se soñó y describió en infinidad de textos. En cambio, Gastón Grynszpan será el hombre con música, el encargado de ponerle sonoridad y ritmo a la puesta.

Todos los sentidos estarán a pleno para captar lo que ocurre en un escenario arenoso, donde el agua tendrá su espacio y su sonoridad, para crear este particular universo lorquiano, onírico pero sin caer en una sensibilidad empalagosa. Todo lo que parece abstracto, logra su punto exacto tanto para la comprensión racional como para el sentir más puro. Cada uno de los textos que conforman una dramaturgia profunda y subyugante, captan inmediatamente la atención. Las sensaciones son similares tanto para aquél que conoce la obra de Lorca como para el neófito, una sensación de querer ver todo.

En estos lugares es donde se ve la sutileza que enmarca la obra. En esos pequeños detalles que hacen a la grandeza de la puesta. Será cuando Mariana Pineda llegue a un epilogo conocido por todas y todos a entrelazarse con el poeta previo paso a la inmortalidad. La historia de ambos se entrelaza en un mix de amor y lucha contra los poderes de turno. La sentencia que no pudo contra la obra de un artista excelso, es un feedback en la puesta no para regodearse la situación y el mito sino para resignificarlo y dar cuenta de la trascendencia de su creación y lo absurdo y malvado de sus verdugos.

“Mil Federicos” abre el mundo del sublime poeta español para edificar una puesta disfrutable de principio a fin donde cada palabra y cada silencio permiten edificar un homenaje de alto valor poético.

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