Museo (Teatro)

Detrás del arte

Dramaturgia y dirección: Piel De Lava y Laura Fernández. Con Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes. Vestuario: Flora Caligiuri y Carolina Sosa Loyola. Iluminación: Matías Sendón. Diseño de espacio: Alicia Leloutre. Diseño sonoro y música original: Gabriel Chwojnik. Fotografía: Sebastián Arpesella. Diseño gráfico: Pablo Sternbach. Asesoramiento Teórico: Fernanda Alarcón. Asistencia de escenografía: Jose Escobar. Asistencia de dirección: Camila Palacios. Producción general: Mariana Mitre. Colaboración artística: Fernanda Alarcón.

Espacio Callejón. Humahuaca 3759. Martes, 21 hs.



Oscuridad absoluta. Se escuchan voces que van apareciendo de a poco. Se enciende la luz y vemos a Rita, Flavia, Elena y Francisca ingresando al recinto de una obra en construcción que será, a futuro, un museo de arte contemporáneo, del cual serán curadoras.

Como si fuera una partida de ajedrez, se sale de la apertura rápidamente para entrar en un medio juego rico en sus variantes y combinaciones, en las que cada movimiento abre el abanico a múltiples caminos a desarrollar. Lo que se esboza desde un comienzo en ese espacio, pasará a resignificarse a cada momento, a partir de los diálogos que entablarán las cuatro artistas.

La puesta tiene un texto exquisito y astuto, en tanto y en cuanto “toca y se va” con numerosos temas. Pero no los deja inconclusos sino que deja la intriga. Siembra la discordia, la duda para que cada espectador nade en ese mar de ideas conformado por una pluma que combina un humor de sonrisa irónica y una reflexión sobre varias aristas. De esta manera, saltarán a escena cuestiones referidas a lo que es el arte, la concepción de la obra de arte y los artistas (¿Sos artista porque tu papá te dejó la colección de arte?), y quienes son –desde su lugar de curadoras del futuro museo- los que determinan que es arte y que no. Una legitimación del arte al tiempo que se coquetea con la idea de innovar el concepto en tanto sea interactivo para la gente. Una especie de “cultura para todos” pero siendo ellas las detentoras del saber y del poder. Darán cuenta de ambos, el cual manifiestan con la sapiencia de quien tiene el conocimiento aunque llegado el momento, la intelectualidad da paso a la practicidad del lenguaje en frases como “No cagues más alto que el culo”. Será en este tipo de intertextualidades donde radique una de las tantas virtudes de la puesta.

Como los proyectos son llevados a cabo por personas con sus dimes y diretes, podrán surgir egoísmos y miserias tanto como ilusiones y deseos. ¿El todo o la suma de las partes? ¿Qué pasa cuando las partes tienen sus propias fantasías? ¿Dónde queda el bien común del grupo? Amigas y rivales, enemigas íntimas. Mujeres artistas, de refinado gusto y vestuario pero sin que esto invalide que, al momento que una de ella se retire, se hable de la ausente como en la adolescencia. Se entremezcla la relación entre los seres y lo que sería la construcción de la propia identidad. Se alude a  la definición de uno como artista -¿y como persona?- a partir de la mirada del otro pero, ¿qué devuelve esa mirada? ¿Y si no está ese “otro”? ¿O tendremos que encontrarnos con nosotros mismos?

De la personal mirada del grupo Piel de Lava, tampoco escapan los propios artistas. El esnobismo es esa paja en el ojo ajeno que no se reconoce como tal. Gustavo Cerati cantaba por el 83 que “lo que para arriba es excéntrico y para abajo es ridiculez” lo cual sigue manteniendo la vigencia de entonces. Más aún cuando aparece la idea de concebir al equipo de un albañil como “obra de arte”. La sonrisa irónica y cómplice impone su presencia al tiempo que la apertura de interrogantes y nuevas ideas se suceden. Se complejizan situaciones a través de preguntas que pueden decantar hacia un lugar al que no muchos les gustará ir y problematizar.

El ritmo de la puesta es dinámico y atrapante. No decae nunca pero sin caer en un frenesí sin destino. Es como un disco de alta calidad, que tiene varias canciones sublimes, con una identidad propia pero que suma al concepto general del álbum. Así, decantará en un final tan exacto como sorpresivo aunque absolutamente preciso y acorde a lo planteado.
El vestuario es fundamental para crear a cada uno de los personajes. Laura Paredes, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Elisa Carricajo dan cuenta de su excepcional talento interpretativo al dotar a Rita, Flavia, Elena y Francisca, de personalidades tan ricas como contradictorias.

Imperdible y disfrutable de principio a fin, “Museo” es corrosivamente inquisidora de cuestiones que atraviesan al arte pero sin perder nunca la sonrisa ni la ironía.

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