«Noches rusas –Chejov por dos-» (Teatro)

El humor de Anton

Puesta en escena y dirección: Martin Ortiz. Con Fer Cantarella, Daniela Catz, Mario Mahler, David Paez, Mario Petrosini y Keila Reynoso. Diseño de vestuario y de escenografía: Jorgelina Herrero Pons. Asistencia de dirección: Ornella Gaggiotti. Diseño De Iluminación: Eduardo Safigueroa. Diseño gráfico: Alicia Galvele. Producción ejecutiva: Adriana Yasky.

Andamio 90. Paraná 660. Viernes, 21 h.

Anton Chejov es uno de los autores más versionados en el teatro independiente porteño. Siempre con la seriedad que amerita una obra por demás rica, que apunta a diversas aristas. No obstante, la elección de las obras mantiene un aura de solemnidad que amerita un rostro serio y contemplativo ante lo visto sobre tablas.

Martín Ortíz decidió ir contra la corriente. Tomó dos comedias del dramaturgo ruso como “El oso” y “Pedido de mano” con el simple motivo de pasar un buen rato y despertar una sonrisa. Esto es toda una toma de posición en tanto –pareciera- que la risa fuera una banalidad dentro del ámbito teatral. Hasta podría decirse que forma parte de un género menor. Pero hacer reír es difícil. Inclusive aún más que hacer llorar.

La puesta es tan sencilla que, por esas cuestiones analíticas, da cuenta de cierta complejidad. El living iluminado será el espacio donde se desarrollarán los acontecimientos, con la particularidad que están los actores de ambas puestas, sentados bajo la penumbra, esperando el inicio de cada puesta.

Quien abre el juego es “Pedido de mano”, con su impronta de enredos y malos entendidos que conspiran contra el deseo de Lomov de casarse con Natalia. Justamente, este es el motivo por el que se presenta en la casa, para hablar con Stepan Chubukov, padre de la joven.

En el caso de “El oso”, Popova está luto por muerte de su marido Nikolai Mijailovich y recibe el servicio de Luka, su fiel criada. La calma era tal hasta la irrupción de un tal Smirnov, que desea cobrar de inmediato una deuda que había dejado el esposo fallecido.  

El amor es el punto en común entre ambas comedias. La intersección entre dos conjuntos tal como lo diría la teoría de los conjuntos, donde todo se funde. El trabajo en los textos es preciso lo cual permite un desarrollo armónico manteniendo la esencia de su original. La escenografía y el espacio son acertados para brindar el marco adecuado para el desarrollo de las acciones. Lo mismo ocurre con el vestuario. El elenco es sólido y da cuenta del axioma que certifica que el todo es más que la suma de las partes. Con sencillez y buen gusto, “Noches rusas” brinda otra visión del gran Anton Chejov en tanto pone sobre tablas dos de sus comedias, ideales para disfrutar en familia. Más aún en un contexto en el que la risa cotiza en bolsa

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