Ramiro García Zacarías: Ese espacio único llamado «Querida Elena»

Hay pocos teatros en la Ciudad de Buenos Aires como “Querida Elena” (Pi y Margall 1124), una hermosa casa ubicada a pocos metros del Parque Lezama. Con una programación ecléctica, recibe a los espectadores que quedan encantados con tan particular lugar. Ramiro García Zacarías, actual programador del espacio y director de «La canción del camino viejo» (Domingos 17 h), analiza la coyuntura actual del teatro, la lucha contra la gentrificación y los cambios ocurridos después de la pandemia.

– Ramiro, ¿cómo se dio la posibilidad de que gestiones “Querida Elena”?

-En 2016 estuve trabajando como asistente en una obra que estaba programada allí, Siempre iba temprano a armar el espacio y generé un buen vínculo con el dueño y su socio. Hoy, entre los tres llevamos adelante el espacio.

– Al respecto, ¿cómo lo encontraste?

-En esa obra que asistía, “Las de Barranco”, actuaba Corina Romero que era amiga de Eduardo, el dueño del espacio. Tras haber realizado funciones en La casona iluminada, El Camarín y Timbre 4 estábamos buscando un espacio para continuar con la temporada. Corina propuso venir a Elena que fue el lugar que mejor se ajustó a esa propuesta.

-¿Influye el –bello- espacio de la casa para la programación tanto en la selección de las obras como en aquellas que quieren realizarse en este espacio?

– Si…en tanto la propuesta estética se relacione con la singularidad de la casa. En ese sentido, aporta mucho valor. Incluso cuando las propuestas se distancian de la estética de la casa, los elencos se acercan porque les interesa que sus obras estén en Elena. También es interesante pensar que lxs espectadores entran a ver los espectáculos con un tránsito visual que aporta buena predisposición a la hora de espectar. Por supuesto, cada espectáculo será responsable de lo que lxs espectadorxs se lleven.

– ¿Qué tipo de obras te llegan para programar?

– De todo tipo. En general, somos un espacio que no tenemos una mirada restrictiva de los espectáculos. Tratamos de acompañar a los elencos que se acercan a nuestro espacio, que respecto al circuito teatral, está en la periferia.

– ¿Cómo te ubicas frente a la idea de “tener una obra de calidad” o “contar con una puesta de éxito de público, con localidades agotadas”?

– Las condiciones de funcionamiento del espacio nos permite acompañar a los espectáculos, tengan éxito, en relación a las localidades vendida, o no. Obviamente, nos alegra que a los elencos les vaya bien. A nosotros nos ayuda mucho que el público se acerque, conozca el espacio y pague su entrada. Hemos acompañado puestas que no convocaban tanto público pero sabíamos que habían trabajado mucho investigando una propuesta, o que habían hecho mucho esfuerzo para estrenar. Asimismo, tenemos un límite en relación a cantidad de funciones sin público, pero nos interesa apoyar las propuestas que son programadas.

– ¿Qué te dice el público cuando recorre las instalaciones de Querida Elena?

– En general se van encantadxs. El espacio es muy singular y cuenta con muchos detalles en cada rincón que ven. Les sorprende que detrás de esa puerta exista todo lo que hay. Muchas veces nos han comentado que sentían salir de Buenos Aires por un rato.

– Con todas las particularidades que tiene el espacio respecto a su arquitectura, ¿cómo se para frente a la gentrificación dominante/gobernante?

– Hay una voluntad de resistencia, sobre todo porque gran parte del barrio está padeciendo el proceso. Más allá que a nosotrxs se nos presenta una oportunidad, tal vez importante, de convocar más público, entendemos todo lo que implica que se avance con la gentrificación, en términos de lo real y de lo simbólico.

– Estas gestionando el espacio desde 2017. ¿Cuál sentís que es tu impronta para el espacio?

– Creo que hay un aporte mío respecto a ser cuidadosos con el espacio, con la gente que programa sus espectáculos en Elena y con el público que asiste a las obras. Sin ser pretensioso, deseamos (con mis compañeros) que quienes transitan por el espacio -sea por el motivo que lo hagan-, se sientan bien tratadxs, pasando un momento agradable en un espacio singular.

– ¿De qué manera influye la ubicación en la concurrencia del público –y de los periodistas/críticos?

-Estamos situados periféricamente respecto al circuito teatral. Eso dificulta la llegada del público, sea primera vez que viene o no. La realidad es que la accesibilidad es simple pero hay distintos prejuicios sobre el barrio que hace un poco más difícil la convocatoria (tanto de público como de periodistas)

– ¿Cómo fue atravesar la pandemia? ¿Recibieron ayuda al respecto?

-Fue difícil porque nuestro campo de trabajo fue uno de los que más tiempo estuvo cerrado. Incluso después de una primera apertura hubo un segundo cierre que, desde el punto de vista anímico, nos impactó un poco más. Recibimos la ayuda corriente de las instituciones y algunas adicionales, tanto para el espacio como individuales, que así y todo no alcanzaban porque no teníamos ingreso de otro tipo respecto a nuestra actividad. En el 2020, en mí caso particular, como estaba viviendo arriba del espacio, hice una muestra de objetos intervenidos que se inauguró virtualmente. De allí se desprendía un concurso de textos libres, se llamó “Producirhaz”, la re configuración de lo cotidiano. Esto me ayudó a encontrar algo de sentido a ese momento.

– Se dice que, tras la pandemia, el teatro cambió en sus usos y costumbres. ¿Fue tan así?

– El cambio más relativo tiene que ver con los horarios. La nocturnidad ya no es exclusiva. Es más, los horarios centrales, en general, son más tempranos, sobre todo en invierno.

– Al respecto, ¿hubo un cambio en los espectadores en tanto sus búsquedas y gustos?

– Creo que durante la pandemia y el momento posterior reciente, hubo un grupo de espectadorxs interesado en propuestas que buscaban configurar dispositivos que incluyan nuevas modalidades tecnológicas. Sí bien quedó instalado, ahora ese tipo de puestas ya no resultan tan interesantes.

– ¿Qué sentís cuando suena un celular en medio de la función? ¿Hay un público que se acostumbró a una obra con la duración de un capítulo de Netflix?

– Me enoja todo lo que suceda en las funciones que distraiga, no solo a lxs interpretes, sino también al público, aunque cada vez nos hemos acostumbrado más. Respecto al tiempo de duración de las obras, hay una nueva posición de lxs espectadorxs (no todxs claro) que se vincula no solo a Netflix sino incluso a plataforma donde los videos son muy breves. Hacer una obra de más de una hora es un desafío interesante para quienes las producimos.

– ¿Cuáles son tus próximos planes/ideas?

– Espero este año terminar de cursar la carrera universitaria y el año que viene, a la gestión y la producción sumarle horas de trabajo de campo en la investigación y la docencia.

– ¿Cuándo fue tu primer acercamiento al teatro?

– En el 2001 estaba trabajando en un hotel y mis amigos del pueblo se habían ido a pasar el verano allí. Para afrontar las tardes solo, me anoté en un taller de iniciación actoral con María Inés Sancerni en el Centro Cultural San Martín, fue ella la que se ocupó de encender la llama que no se apagó más.

Querida Elena. Pi y Margall 1124. @queridaelena

«La canción del camino viejo». Querida Elena. Domingos, 17 h

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