Relaciones ofidicas
Dramaturgia y dirección: Martín Marcou. Con Delfina Bianco, Eugenio Davide y Ana Rossi. Maquillaje: Casa Cruda. Diseño de luces: Ariel Campos. Música original: Ana Rossi. Fotografía: Marina Acosta. Diseño gráfico: Laura Sepiurka. Asistencia de dirección: Esteban Fort Caneda. Producción: Checha Amorosi.
La Tertulia. Gallo 826. Viernes, 23 hs.
Hay historias que son afines a uno no solo desde la sencillez de la propuesta sino desde donde se ubica uno en relación con dicha historia. Más que nada, alejándose de la literalidad que pueden proponer los personajes para dar un paso más allá en la comprensión e identificación con los mismos. Allí es donde se ubica la real valía de “Pitón Bebe”, la nueva puesta de Martín Marcou.
Después de la visceralidad provocativa e inquietante de “Lame Vulva”, Marcou propone una historia de personajes reconocibles con situaciones por las que casi todo el mundo ha vivido. El buscar un trabajo realizando el millonésimo llamado para responder un aviso laboral, el querer salir de la cárcel de la propia persona en la que uno está encerrado pero con grilletes invisibles que te aferran al suelo, averiguar donde está ese amor que uno merece pero que le es esquivo a pesar de las virtudes que se tiene.
Estas situaciones se enmarcan en gente que puede ser como un/a hermano/a, un/a amigo/a o quien sea. ¿Acaso nunca te tiraste al piso a escuchar una canción triste para regodearte en el dolor de aquella persona que te dijo que “no”? ¿O le dedicaste un tema a alguien? Ni hablar de tocar un timbre –o llamar por teléfono- para pedir por una ayuda que cuesta horrores pedirla.
Con una puesta austera, una iluminación acorde para una escenografía exacta, las actuaciones darán cuenta de lo requerido por un texto sensible y sencillo en el que la frutilla del postre la pondrá el espectador fiel de convicciones con su propia esencia. Alli es donde la felicidad ante la concreción de la fantasía que se propone desde las tablas, coronará una buena obra de teatro, disfrutable a medida que pasan los minutos, llegando a un final en el tiempo correcto, sin querer explicar más de lo necesario. Porque a veces, aclarar oscurece y complica algo tan sencillo y estimulante como una sonrisa emotiva.