All the fancy girls
A partir de ese momento, comienza una de las gemas teatrales del presente año. Una paciente que cuenta sus devenires amorosos pero con precisión quirúrgica y sensibilidad a flor de piel pero sin caer en clichés edulcorados o melosos.
El texto tiene cada palabra ubicada en su exacto lugar, con el sentido adecuado y sin perder el humor ni la ironía en ningún momento. El desarrollo de la frase que da el título a la obra es, sencillamente, antológico y con una verba muy imaginativa pero no exenta de cruda realidad. La semántica entremezclándose con la ira y el desamor en el cuerpo de una joven, pueden hacer un combo fatal y, por que no, también atractivo. La sesión terapéutica viajará a través del tiempo y aparecerá el ex novio de la protagonista, amigas y deseos varios pero sin perder nunca el hilo de la coherencia.
La escenografía es versátil a las requisitorias de cada momento de la puesta. Párrafo aparte para Sonia Kovalivker, que marca el ritmo de la obra sentada en el piano, con una fuerte presencia escénica y con una canción “All the fancy girls” –muy en la onda The Kinks- elocuente en su lírica y que con el cambio de ritmo, adquiere su propia dimensión dentro de la obra. Las actuaciones son una delicia de principio a fin. Ximena Seijas, dulce y querible, como la protagonista principal de la obra, con un gran crecimiento después de su debut en la auspiciosa “Bondi” y Cecilia Pertusi, una psicóloga que mutará a través del tiempo para ser la coequiper metronómicamente exacta de su paciente.
La puesta irá abriendo puertas y ventanas para la gran cantidad de contenido que destila con sus palabras y silencios, tocando a cada espectador de alguna u otra manera, no solo en sus pensamientos sino en prejuicios y situaciones vividas. Con un final poéticamente lógico y sorpresivo, bajan las palmas para celebrar una puesta que se basó en palabras, situaciones y silencios trabajados con seriedad. Para ver más de una vez porque, realmente, lo vale.