Pesadilla al mediodía
Intérpretes: Juan Carlos Fernández, Sofia Galliano, Gabi Parigi, Tomás Soko, Florencia Valeri, Gabriel Tato Villanueva. Intérpretes De Reemplazo: Facundo Livio Mejías. Actores reemplazo: Luciana Denino. Vestuario: Celina Santana. Diseño de luces: Ricardo Sica. Fotografía: Macarena De Noia. Diseño gráfico: Lima. Asistencia de dirección: Leticia Vetrano. Community Manager: Florencia Valeri. Producción: El Galpón De Guevara, Azul Berra, Paz Cogorno. Co-producción: Proyecto Migra, El Galpón De Guevara, Fici Festival Internacional De Circo Independiente. Dirección: Florent Bergal.
Caras y Caretas 2037. Sarmiento 2037. Domingo, 19 h.
Por Mariana Turiaci. (@turiacimariana)
Un domingo en familia puede ser una fiesta o una pesadilla. Ahí, entre gestos, palabras, miradas y silencios se esconde eso que no se dice pero que, en cualquier momento, puede estallar. Ese clásico almuerzo será especialmente particular en el caso de “Un domingo”, que lleva a cabo una interesante puesta mixturando el teatro y las artes circenses en una coproducción entre Proyecto Migra, el Galpón de Guevara y el FICI (Festival Internacional de Circo Independiente).
En esta pieza, los comensales se reúnen alrededor de la gran mesa en un ambiente de dudoso lujo para conocer al novio de la hija. En una atmósfera de aristocracia en decadencia, la tensión reina y las microviolencias no tardarán en salir a la luz, con esa naturalidad propia de toda parentela. Delirios de grandeza, mentalidad conservadora, impulsos de “sueños americanos”, reproches. El desborde -tanto el amor como el odio-, entra en una lógica ambivalente cuyas reglas llevan a los miembros de aquella, al extremo del ridículo.
La puesta propone un universo donde todo parece posible. Objetos con vida propia, cuerpos que se elevan, se contorsionan y se transforman continuamente, música oscura y alegre al mismo tiempo, expresiones extremas. De esta forma, el cuerpo de los actores y sus infinitas posibilidades poéticas resaltan su centralidad, dejando a la palabra en un lugar secundario. Sin embargo, es tal la potencia que se construye, que no hace falta el texto para entender lo que sucede. Una antigua película, un absurdo, un grotesco. Una completa conjunción que ocurre al mismo tiempo y más, porque, a medida que avanza, redobla la apuesta y construye un mundo tan particular como inquietante.
“Un domingo” pone en escena los vestigios de una aristocracia que se niega a perder el brillo y se aferra a lo poco que le queda. Maquilla su vacío existencial con posturas superfluas para no caer en el olvido. Pero, lejos de quedar en cuestiones propias de una clase, refleja lo que sucede en muchas familias. Y lo hace con una puesta que es un homenaje a la teatralidad más pura.