“Velar la noche” (Teatro)

Una venganza poética contra los fantasmas nocturnos

Autoría: Sofia Galliano y Gabi Parigi. Intérpretes: Sofia Galliano. Técnico aéreo y rigging: Diego Gonzalez. Música: Tomás Rodríguez. Voz: Mariela Santucci. Vestuario: Mariela Amoruso. Objetos y escenografía: Mariela Amoruso y Juan Fernández. Iluminación: Laura Saban. Fotografía: Macarena De Noia. Video: Fernando Sánchez. Imagen y Diseño gráfico: Lima. La imagen de les artistas. Técnico aéreo y rigging: Camilo Gutiérrez. Redes sociales: Lana Mejia. Producción: Zoe Madera D’Addario y Sofia Galliano. Dirección: Gabi Parigi. Duración: 50 minutos

El Galpón de Guevara. Guevara 326. Sábados, 20 h.

Por Mariana Turiaci (@turiacimariana)

Hay obras que logran crear atmósferas especiales. Nos envuelven en sensaciones que nos siguen acompañando una vez terminada la función. Tal es el caso de “Velar la noche”, el unipersonal interpretado por Sofía Galliano y dirigido por Gabi Parigi, quienes ya habían trabajado juntas en “Un domingo”.

En esta ocasión, encaran un biodrama que utiliza recursos poco comunes en este género, como la acrobacia y el teatro físico. A partir de la vigilia obligada del insomnio, la obra redescubre el universo inconsciente que se despierta en esos momentos, íntimamente relacionado con la vida de la protagonista.

En el transcurso de esa noche, reaparecen los fantasmas del pasado, los mandatos familiares, las mujeres que marcaron su existencia y… ¡el cabello!, que se convierte en un protagonista más de la pieza. Dueña de un pelo larguísimo, la actriz juega con él. Lo peina, lo suelta, lo utiliza para colgarse de un arnés, creando un diálogo entre ambos mientras la dramaturgia recuerda todos los preceptos a los cuales las mujeres nos encontramos sometidas. Al cabello hay que cortarlo, controlarlo, atarlo, alisarlo, adaptarlo a las modas de turno, metáfora del disciplinamiento sobre los cuerpos y símbolo de mandatos sociales vetustos.

A partir de un lenguaje absurdo y tragicómico, la puesta se centra en el cuerpo de la actriz y todas sus posibilidades poéticas. Efectivamente, el cuerpo es el territorio donde convergen tanto la multiplicidad de personajes de su propia historia como el cruce de disciplinas. El teatro físico, el circo y la danza crean bellas imágenes de gran potencia visual mientras el diseño lumínico resalta ese tiempo íntimo de la noche en vela adquiriendo así la luz un carácter narrativo en medio de un escenario despojado.

“Velar la noche” plantea la pregunta acerca de qué es lo propio y qué es lo heredado, pero también es una obra sobre las mujeres, la alianza entre ellas, el entramado ancestral y la transformación entre la vida y la muerte, entre el día y la noche. Y eso, siempre, conmueve.

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