Con una escenografía cuidada y de grandes proporciones, el devenir de la puesta, a través de los acontecimientos que se suceden en la misma, cae en un bache signado por un texto limitado desde el vamos. Al no poder bucear en las personalidades de ellos, la tensión se evapora desde el mismo momento en que se sabe hacia donde va a ir la puesta. El relato es llano y sin matices, independientemente de las actuaciones de Roth y Grandinetti. El público se ubica en un lugar de voyeur/confidente de lo que piensan y dicen los personajes. Estos proponen y plantean interrogantes que enriquecerían la puesta pero como todo queda en “insinuaciones”, no hay un mayor desarrollo en las situaciones. Solo se ve la punta de un iceberg bien escondido detrás de una corrección que termina siendo contraproducente. Una especie de “lo digo o no lo digo” que promete, duda y no cumple. Todas las puertas abiertas respecto a la posibilidad de que haya sexo sin amor y como manejar esta situación por más adultos que sean los protagonistas, se entornan y se cierran inmediatamente, sin intensidad. Lo que podría emocionar o llamar a un debate interesante con puntos de vistas polémicos y ricos, se diluye rápidamente en el corset que termina siendo el mismo texto.
Las actuaciones de Cecilia Roth y Darío Grandinetti son muy buenas en la creación de dos personajes ricos que, lamentablemente, no terminan de desarrollar todo lo que podrían gracias a una versión liviana y pobre de un texto que probó su valía en la película homónima, dirigida por Frédéric Fonteyne, alla por 1999.
“Una relación pornográfica” promete pero se queda en una buena intención donde las actuaciones son la parte más destacable de un trabajo donde palabras como “corrección” y “prolijidad” dejan de ser virtudes en pos del poco vuelo que plantea la puesta.