Vil Metal (Teatro)

Lo que no puede comprarse

Dramaturgia y Dirección: Maxi Rofrano. Con Ana Clara Schauffele, Federico Minervini y Marcelo Saltal. Diseño de Escenografía: Carolina Beltrán. Diseño de Luces: Gonzalo Calcagno. Diseño de Vestuario: Carolina Beltrán. Diseño Gráfico: Facundo Maioli. Ilustraciones: Sabrina Janczewski. Fotografía: Carlos Brigantes. Producción Ejecutiva: Maxi Rofrano. Producción: Maxi Rofrano y Delfina Robles. Supervisión de Dirección: Juan Prada.

Teatro Vera Vera. Vera 108. Sábados, 23 hs

Allá lejos y hace tiempo, los Beatles cantaban que “el dinero…no puede comprarme amor”. Una cosa no quita la otra y las prioridades hacen pesar su propia impronta en ambos lados de la balanza. A todo esto, hay que sumarle todo aquello que la sociedad impone como reglas para ser considerado un “adulto” acorde a los tiempos que corren y a la edad que atraviesa a los individuos.

Este es el contexto de la vida de Rama y Sil, una joven pareja que vive en la zona de Berazategui, en el marco de una Navidad que trae más dolores de cabeza que otra cosa. Al respecto, nada mejor que el contexto de una fiesta donde prima el axioma de “seamos felices” aunque nos llevemos mal y no nos podamos ni ver.
Aquí, la crisis está a la vista. Una pareja desmoronándose al no ver podido cumplir sus propios sueños. El postergar su propia vivencia en pos de un “otro” (llámese “deber”, “pareja”, “hijo”, “impuestos”, etc) que está ahí, exigiendo todo y probablemente, no brindando nada. En el medio, aparece el Mono como el elemento discordante al tiempo que, paradójicamente, pareciera ser el que tiene más claro todo…sin que esto implique algún tipo de acuerdo al respecto. 

Más allá de cierto estereotipo en la composición de los personajes, el espectador atento gambeteará esa píldora de fácil degustación para ver una comedia dramática con dinamismo y acertadas momentos de humor, para adentrarse en una problemática que forma parte de la tan mentada vida moderna. El precio que hay que pagar para pertenecer a la sociedad. La pregunta que uno no puede dejar de hacer (se) es ¿a cambio de qué?

Entre esas gambetas que deben realizarse, no podemos omitir una muy obvia que, más de uno, podrá acusar a la obra de “esto ya lo ví en los 90”. Bueno, amigos/as, les cuento algo. La coyuntura actual no tiene nada que envidiarle a aquellos años de menemato con la diferencia que la actual República Globoluda de Argentina, vuelve a tropezar con la misma piedra en menos de treinta años. En tal sentido, la resignificación de muchos aspectos se condice con la actualidad. Ergo, no se sorprenda de lo visto. Por el contrario, debería preguntarse porqué se repite lo visto con una actualidad atroz.

“Vil metal” es una historia tan simple que tiene, a partir de su “sencillez”, una vuelta de tuerca más que debe realizarse para poder captar los variados aspectos que abarca. Buenas actuaciones, una dirección precisa, un texto rico y un espacio acorde. Algo que parece tan fácil de realizar pero muy difícil de lograr. Tanto como una muy buena canción de rock. ¿Acaso “You really got me” dura más de cinco minutos?

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