Feliz Navidad, ¡la guerra ha terminado!
El marco de una conflagración bélica por demás absurda da el contexto adecuado para la interrelación entre Santiago y Rubén. El primero es muy sensible con respecto a sus sentimientos, naif y un poco torpe mientras que Rubén es serio, estructurado y duro. Los diálogos son disparatados y muy graciosos hasta que aparece Papa Noel en escena, momentos previos a la celebración de Nochebuena, desatando aún más, el tono de comedia que ya tenía la puesta.
La escenografía es adecuada con un buen manejo del espacio y una iluminación correcta a lo requerido por la dramaturgia. Las actuaciones son buenas y logran el objetivo pleno de la búsqueda de la risa con herramientas sanas y sin caer en guarangadas o remates fáciles y obvios para las situaciones.