Los documentales de deportes suelen establecer un vínculo de proximidad con los espectadores. Más aún con personajes de cierta popularidad en disciplinas bien reconocidas. Desde hace un tiempo, Netflix está presentando la muy interesante «docuserie» llamada «Untold» En este caso, es la historia de Mardy Fish contada en primera persona de quien tuvo que cargar una mochila en pos de continuar la tradición de excelencia en el tenis que tenía Estados Unidos.
En la era moderna del tenis, Estados Unidos supo tener grandísimos jugadores. Jimmy Connors, John Mc Enroe, Pete Sampras y Andre Agassi fueron no solo numero 1 del mundo en distintos años sino que escribieron su nombre en la historia grande del tenis. Pero, como suele pasar, el tiempo va retirando a los mortales de los primeros planos para dar paso a las nuevas generaciones. El problema es cuando los jugadores nóveles no pueden llegar a la vara que habían dejado las mencionadas leyendas. Algo pasó con Andy Roddick y Mardy Fish, quienes debían seguir con esta tradición. Roddick fue número 1 por 13 semanas en 2003, ganando el Abierto de Estados Unidos. ¿Y Fish?
Hete aquí el personaje sobre el cual gira un documental atrapante en tanto va más allá de la carrera deportiva de Mardy Fish sino que se interna en su salud y los trastornos psicológicos que tuvo por el afán (y la presión) de llegar a los primeros lugares del mundo.
Desde muy chicos, Fish y Roddick mantenían una relación cercana en tanto eran los “Golden Boy” del tenis norteamericano. Las autoridades del país habían iniciado un fuerte programa de búsqueda de jóvenes tenistas que incluía un muy fuerte entrenamiento “sin lloriqueos, sin quejas” en pos de la conquista del ranking mundial.
El tenis es un deporte individual con todo lo que eso implica. La hermandad que habían logrado construir los dos deportistas, tenía el hándicap que uno iba a ser el ganador y el otro, acompañaría.
El documental es muy rico en los diversos aspectos que toca. La codicia de las autoridades norteamericanas en pos de lograr éxitos deportivos aunque tengan que quemarle el cerebro a los propios tenistas.Este es un punto a prestar mucha atención tanto en lo que dice Fish como A-Rod. La aparición del enorme Roger Federer -y después, la de Rafael Nadal y Novak Djokovic-, da por tierra los planes de las autoridades norteamericanas.
La forma en que Fish describe los vaivenes de su carrera en la que su mente era muy poderosa…hasta que dejó de serlo, llaman a una seria reflexión por parte de una sociedad canibal, enferma de exitismo.
Este documental cae en un momento exacto en que Fish puede dar cuenta de lo que es la presión que les inculcan los medios, la federación de tenis y los auspiciantes. El exprimir hasta el final a quien te puede dar ganancias sin importar su salud. Desde este lugar, no se puede dejar de pensar en las declaraciones de Naomi Osaka al acusar a, prácticamente a la sociedad y el sistema capitalista, de estar destrozándola.
Atrapante de principio a fín, “Mardy Fish. Breaking point” llama a la reflexión tanto a tenistas como autoridades y medios de comunicación así como de la forma en que se «incentiva» a las nuevas generaciones para practiquen un deporte y la profesionalidad que esto requiere. Veamos el precio que tienen que pagar. A diferencia de Icaro, Mardy Fish sobrevivió y hoy en día, vive muy bien. Se levantó de sus cenizas y renació. Pero ojo, que la historia del «héroe norteamericano» no borre todo el desastre que lleva adelante una sociedad que vive de la explotación de los éxitos finitos de quienes pueden alcanzarlos. La lupa sigue puesta en la sociedad y a quienes forman parte de la misma. ¿Cuantos casos «no exitosos» hay detrás de una historia como la de Mardy Fish?