Frida Kahlo -Luces y sombras- (Teatro)

Las dos caras de una gran artista


Dramaturgia y dirección: Patricio Abadi. Con Jimena Anganuzzi. Vestuario y escenografía:   Paola Delgado. Iluminación: Ricardo Sica. Maquillaje: Merlina Molina Castaño. Diseño sonoro: Malena Graciosi. Fotografía: Nora Lezano. Asistencia de dirección: Paula Marrón.


Centro Cultural De La Cooperación. Corrientes 1543. Sábado, 20 hs.


A lo largo del tiempo, Frida Kahlo se ha consolidado como un ícono de la cultura mexicana siendo inspiradora de diversas expresiones artísticas. Lo realmente enriquecedor es cuando se busca captar su propia esencia, con todos los matices que tenía su arrolladora personalidad.


A partir de lo que Patricio Abadi definió como “biografías ficcionadas”, creó este muy buen unipersonal sobre la vida y la pasión de la reconocida artista mexicana. 
Hay un carácter de homenaje y reivindicación asi como de provocación a partir del texto que capta a la personalidad de Frida lejos del consumo ATP y fashion que sufrió su figura.


En este caso, el escenario cuenta con una gran cama ubica en el medio del mismo. Al encenderse la luz y será la mismísima Frida Kahlo la que está ubicada en el medio de la cama. Allí comenzará un derrotero de precisa verborragia no exenta de pasión. Frida sale a contar su historia, de manera absolutamente subjetiva y personal. Habla y recuerda. Es tan apasionada como sensata, con porciones similares de visceralidad y sensibilidad, sin que una opaque a la otra. El preciso vestuario asi como el peinado captan la atención de la platea al instante.

Con humor e inteligencia pero sin perder la mordacidad ni la ironía, reflexionará sobre diversos hitos que conformaron su existencia. Su relación con Diego Rivera, su amor por la pintura, las traiciones sufridas, su ideología política y su precaria salud serán algunos puntos que se tocarán en una puesta que denota la exhaustiva investigación que se encaró para llevar a cabo el proyecto. Otro punto a destacar es la duración precisa de la puesta. No le sobra ni le falta un solo segundo, permitiendo un disfrute absoluto de visto sobre tablas.


La puesta sale de la estampita y la figura canonizada de la artista. Será esa cama la que da cuenta que hay un deseo de ir más allá de cualquier convención. Es ese espacio en el que se desarrollan los hechos. Podrá ser tanto cárcel como un ambiente de contención para tanto fuego. Al respecto, se destaca la actuación de Jimena Anganuzzi, que le presta su cuerpo a una visceralidad que es marca de fábrica aunque no exenta de dolor. La relación de su cuerpo con el corset que la atrapa –al igual que la cama- es destacable. Intenta pararse para después, encender un cigarrillo y continuar con su relato. Pócimas de serenidad en medio de la turbulencia previa a un momento culminante como es el ingreso a un quirófano para someterse a una operación.


Atrapante y disfrutable de principio a fín, “Frida Kahlo –Luces y sombras-” hace justicia a la figura de la legendaria artista, con un unipersonal de profunda emotividad.

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