María Marta Guitart. Viaje al mundo de Alfonsina Storni.


En tiempos de unipersonales femeninos, María Marta Guitart puso su cuerpo y su alma a disposición de Federico García Lorca y ahora, de Alfonsina Storni, con sapiencia y calidad. Actriz todo terreno, que supo hacer teatro arriba de un colectivo, María Marta Guitart abre su corazón y cuenta como es bucear dentro de la pasión de Alfonsina y su visión del teatro porteño.

– ¿Cómo surge la posibilidad de hacer «No he dicho»? 
En 2010, me llamaron de la Casa Nacional del Bicentenario, para su inauguración y me pidieron si podía trabajar con poemas de Alfonsina, para un ciclo de ocho poetas femeninas. Dije que sí, sin saber hacia dónde iba a ir. Comencé a leer la obra completa de Alfonsina y su biografía, y la verdad,  fue un descubrimiento. Fue un enamorarme de esta mujer, con esa fuerza, convicción y sensibilidad. Asi, cortando y pegando en mi cabeza y en mi alma, comenzó a surgir la dramaturgia. Hubo noches sin dormir, en las que me despertaba con un verso en la cabeza, que conectaba con otro. De esta manera, fui cambiando y afinando cosas, y lo más difìcil ¿cómo comienza? ¿Con qué frase? Una vez que eso se instala, va surgiendo sensiblemente el camino.

– ¿Qué cambios hubo en esta puesta con respecto al primer unipersonal que habías hecho sobre Federico García Lorca?
– Siento que es algo completamente distinto, porque lo que pasa con Alfonsina, lo que ella me proponía era otra cosa. Igual vuelve a aparecer esto de cómo fue la última noche antes de su muerte, como en Federico. La diferencia -algo totalmente nuevo para mi- fue trabajar con el movimiento, que el cuerpo estuviese en escena de otro modo. También el trabajar con Caro Ison, que es música y actriz, en una puesta que tiene piano en vivo. Además, las imágenes que, para mí, en teatro son todo un tema. Encontré los dibujos de Sol Storni, que es sobrina nieta de Alfonsina, y vi que se encontraban los diferentes lenguajes y el enorme placer de hacer el lío, de trabajar con elementos de la naturaleza, como flores y hojas secas. Todo esto me completa en escena. Me da vuelo y sensaciones muy potentes.

– A la obra se la nota muy sólida no solo a nivel actoral sino también en su dramaturgia. ¿Hubo algún trabajo especial al respecto?
– Gracias! Mirá, la verdad es que trabajo bastante con la inocencia y la intuición, en un espacio de amor y de libertad fundamentalmente. Si algo aprendí en este camino, que lo más importante es creer en lo que uno hace. Cuando empecé a estudiar actuación, jamás imaginé que iba a hacer mis propios proyectos. Fui andando y aprendiendo, durante años fui conformando la dramaturgia de Federico tuvo un sueño. Lo primero que hice de Lorca, fue “La sangre derramada”, un trabajo en el conservatorio y después ya, en los colectivos. Así lo fui haciendo con todos los textos hasta que un par de años después apareció en cuento de Antonio Tabucci que me sirvió de puntapié para armar el espectáculo. En el 2003 trabajando con Inés Saavedra, hicimos la dramaturgia de “Divagaciones sobre Silvina Ocampo”. De este proceso con ella aprendí mucho para trabajar los momentos, los colores del espectáculo y armar una partitura. El confiar, escuchar, sentir y volver a confiar. Lo que se aprende trabajando es algo que no se olvida. Para mi, la mirada completa el encuentro de lo que sucede. Por eso creo que la puesta ha ido creciendo enormemente, porque lo voy transitando y voy descubriendo en escena tantas cosas maravillosas, que sólo descubro ahí.
De Alfonsina no tenía ni tendré certeza de cómo se dice. Es una búsqueda constante para mí en escena, al filo del abismo, a pura emoción. Ese instante puro hasta me apareció otra voz , una voz nueva para entrar en ella, que no busqué y nació.

– ¿Te sorprendió la repercusión que tuvo tanto con el público como con la prensa?
– Si, la verdad que sí. Siempre agradezco con mucha emoción, fundamentalmente porque la aspiración más alta que tengo en principio es andar por esos otros caminos que nos habilita la poesía. Acariciar aunque sea por instantes, ese otro lado de la realidad y compartir ese viaje. Cuando llegan las voces del público y de la crítica, me emociona mucho porque como decía Lorca » yo no tengo más que esta poesía amarga». Doy lo que tengo y lo que aprendí en escena. Todo hasta el último instante. Que eso se reciba con un abrazo me llena de alegría y me recompensa enormemente.


– ¿Has llevado la obra de gira o con presentaciones en colegios? ¿Cómo fue la recepción?
– Si, hicimos varias funciones en colegios. A Pan y Arte vino un grupo del secundario y fue hermoso. Ese silencio, la emoción…Después, siempre hacemos una charla, con preguntas sobre la obra, sobre Alfonsina, y el proceso de la obra. Estos intercambios fueron sorprendentes y sumamente enriquecedores. Después, han venido algunos alumnos al teatro trayendo a sus papás. Eso fue bellísimo.

– Tanto «No he dicho» como «Federico tuvo un sueño» son muy emotivas. ¿Qué te dice la gente cuando termina la función?
– Me dicen cosas hermosas, a las que no puedo más que dar un abrazo y un apretón de manos. A veces me vuelvo a emocionar con ellos porque me hablan y saludan con los ojos llenos de lágrimas. Que sintieron que estaba Alfonsina, que vivieron su emoción y su dolor. Lo mismo con Lorca, a quien también hice en las cárceles por ejemplo, y los internos, me dijeron “nos dejaste sin palabras”. A veces el silencio puede decir muchas cosas. Esa humanidad de la gente, que te desea éxito en la profesión, que te vaya bien…No se, es muy lindo todo lo que pasa, es el motor para seguir.

– En los últimos años, hubo una gran cantidad de unipersonales femeninos. ¿Por qué crees que se da este fenómeno?
– No sabría decirte con certeza, pero las mujeres evidentemente somos de armas tomar, ponemos el deseo en movimiento, y también te permite crear con libertad, con autonomía. Me encanta trabajar en grupo. Disfruto enormemente el compartir un elenco con mis compañeros, crecer con un director. Eso no lo cambio por nada. Es un alimento inmenso y de crecimiento, es sentirse abrazado por el mundo y crear comunión. Pero está bueno poder tener ese espacio donde uno propone, puede escucharse, confiar y probarse en su fe creadora. Eso es algo increíble. Hay muchos hombres que también hacen unipersonales. Es muy interesante y maravilloso. Me producen mucha ternura y mucha admiración los hombres como actores, porque en esa elección, me parece que tienen que romper con más estructuras que nosotras, a las que por ahí nos está más habilitado el juego y la emoción, a nivel social.

– Hay quienes dicen que tiene que ver con que el mundo interior femenino es más rico que el del hombre, hasta que hay mayor cantidad de actrices. ¿Coincidís con esto?
– Justo ayer estaba leyendo que Lorca decía esas dos cosas: que el universo femenino era más rico y que no tendría en aquel momento, actores para los papeles. Que se yo. No sé como es ser hombre. Sin duda su universo es diferente, pero en algo nos encontramos, el ser humano es algo inabarcable y complejo y todos somos parte de ese universo. De algún modo, ahora que lo pienso, ese universo de Alfonsina, complejo y sensible, también está tocado por todo lo que provoca lo masculino. Tal vez no haría esa distinción y tomaría el alma humana y el corazón de cada uno, como algo digno de ser representado en escena, más allá del sexo.

– Tengo entendido que hiciste teatro en los colectivos ¿cómo recordás esa experiencia?
– Si, una experiencia maravillosa de la que aprendí muchísimo. Durante diez años lo hice de forma casi ininterrumpida mientas hacía obras de teatro y estudiaba. Ahora volví a vivir la experiencia, después de 7 años, ya desde otro lugar digamos, y lo hago cada tanto. Por ahí ni paso la gorra y reparto las postales de “No he dicho”. Sin duda, esta experiencia me ha marcado. Hay algo de esa libertad que está en mi, de esa lucha con lo impuesto, que me insta a ese hecho poético. También tiene que ver con mi visión del arte, de que nos aúna, de que nos quita el miedo, que rompe barreras. Ese espacio no es teoría, sino que sucede y te despoja. Te muestra y te da el poder de ser a la intemperie y ser cobijado por esos otros.
Vuelvo a tener aquellos 20 años en los colectivos, como en el escenario, que no existe el tiempo ni la edad. Muchas veces, cuando empecé, si no actuaba en un colectivo, no volvía  mi casa, porque no tenía para volver. Cuando me fui a vivir a una pensión y quise sostener mi decisión de ser actriz y mi deseo, la única responsable era yo. No podía pedir ayuda en mi casa. Eso te hace crecer mucho. Todo lo que viene después, las puertas que se abran son un regalo del camino. No había mejor cena que la de la pensión, pagada con unos cuantos colectivos. Eso sí que era una fiesta..
  

– ¿Por qué actríz? Si no fuese actríz, ¿qué sería María Marta Guitart?
– Que sería…no se. No he podido ser otra cosa. Mirá que no me ha sido fácil, y mi cuerpo no me ha dejado renunciar nunca… Una vez que se abre la puerta de ese deseo es como una catarata. Escribo poesías y este año, publicaré «El verbo que me abraza», mi primer libro de versos como diría Alfonsina, el que escribí para no morir… Escribo desde que, en primer grado, aprendí las vocales con el libro UPA y leí el poema de la Mona Simona que vive en Junín, jajajajaja. Pero no se si soy poeta. Escribo porque para mí es tan necesario como respirar. Ahora quiero publicar porque veo que es lindo compartirlo.

Pero ser actriz es otra cosa. Ir a ese lugar mágico y sagrado donde prestar el cuerpo y el alma de uno es, para mí, la vida…No lo podría explicar.

– Si tuvieses la chance de hablar con la María Marta Guitart que recién empezaba a estudiar teatro ¿qué le dirías?
– ¡Qué linda oportunidad! Menos mal que te quedaste en ese taller … con el guardapolvo de tablas puesto fuiste el primer día. Menos mal, porque ahí había un lugar para vos en ese mundo, porque el real, nunca te gustó ni te gustará mucho. Y mirá todo lo que anduviste, todo lo que creciste sin más dirección que la del deseo…¡Cuanto coraje, cuántas dificultades, cuántas soledades, y cuantos encuentros, cuanto amor encontraste en el camino! Esto no va a ser fácil, nada lo es, pero después de 20 años de andar, lograste cosas impensadas para vos en aquella época ¿quién te iba a decir que ibas a ser actriz nomás? ¿Y qué varias veces leerías tu nombre en los diarios?…¿Alguna vez habías pensado siquiera que alguien pagaría una entrada para verte? ¿ O que compartirìas momentos y trabajos con actores y actrices que tantos admirabas?¿ Que a los chicos de tu misma edad ibas a llevarles tus trabajos y contarles lo maravilloso del teatro y ser quien, quizá sin saberlo, les siembre el deseo? Y fundamentalmente lograste que el mundo sea un lugar en el que vos querés estar, siendo quien sos…y sabés que todavía, a fuerza de trabajo, hay muchos sueños que alcanzar.
¿Qué más puedo decirte pequeña? Que nunca pierdas la inocencia, la humildad, el coraje y mucho menos el amor por lo que das. Que el fracaso no existe; que el éxito consiste en hacer lo que amás y aprender cada día. Agradecé siempre que, como decía Ernesto Sábato «si hemos llegado hasta aquí, es porque alguien, ha venido salvándonos la vida constantemente…”.

“No he dicho”. Pan y Arte Teatro. Boedo 876. Domingos, 19 hs.

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