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«Yo, Encarnación Ezcurra», puesta consagratoria para Lorena Vega |
El 2017 podría considerarse un año importante para Lorena Vega. No solo participó en tres puestas que no pasaron desapercibidas en absoluto como fueron “Yo, Encarnación Ezcurra”, “Parias” y “Todo tendría sentido si no existiera la muerte” sino que obtuvo el reconocimiento que brindan los premios (ganó el ACE -Actuación Femenina en obra para un solo personaje- y el Luisa Vehíl –Mejor Actríz-, todos por “Yo, Encarnación Ezcurra”). En nuestro caso, consideramos a dicha puesta, una de las imperdibles del año. De las mejores actrices del teatro porteño, con una versatilidad reconocida en sus múltiples trabajos, encarna a esa mujer a través de la pasión con que encara sus acciones. Exacta en cada uno de los movimientos y palabras (asi como silencios), logra esa excelencia en la que más de uno se preguntará “¿Quién podrá volver a ser Encarnación Ezcurra después de Lorena Vega?”. La vara quedó muy alta. Con respecto a la obra, es menester recordar el excelente texto de Cristina Escofet, la dirección de Andrés Bazzalo y el ensamble musical comandado por Agustín Flores Muñoz. Sin lugar a dudas, de lo mejor del 2017.
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Una excepcional Raquel Ameri en «Millones de segundos» |
El año había comenzado con “Doble o nada”, puesta de calidad encabezada por Miguel Angel Solá y Paula Cancio. Será justamente el trabajo de la actriz española el que destacaremos en estas líneas. Paula Cancio lleva adelante con precisión a Micaela, una joven y bella periodista que había sido alumna en la universidad de quien debería suceder en el mando de un importante multimedio (Solá). Es una mujer actual, independiente y trabajadora, que busca una recompensa acorde a su desarrollo profesional. Dota de sensatez y sentimientos a Mica pero sin caer en excesos que podrían brindar la composición del personaje.
Paralelamente, en la elogiada “I.D.I.O.T.A” y con un personaje diferente a lo que suele hacer, María José Gabin dio vida a la Dra Edeltraud. Con una cortesía tan fría como precisa en sus dichos y hechos, también planteará el interrogante de la “empatía” con ella. El axioma de “solo cumplo órdenes” fue llevado hasta lugares por demás inverosímiles llegando a ser la excusa ideal para realizar atrocidades de las más variadas.
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Carolina Guevara y su inolvidable Clara |
Otra gran actuación para destacar fue la de Raquel Ameri en “Millones de segundos”. Con el físico puesto a disposición de lo que requiere una dramaturgia elocuente, su cuerpo lleva a Alan en sus sensaciones para con un mundo hostil. Vive la vida sin ningún tipo de profilaxis, con el corazón en la mano. El trabajo de Ameri es fantástico al tiempo que transita un personaje único. No hay un sentimiento de culpa que la atraviese tal como mucha obra “políticamente correcta” deja como puerta abierta para que cualquier prejuicioso/a pueda escapar por ahí, sin sentirse mal por su propio dispositivo discriminatorio.
Algo similar podría decirse con respecto a lo realizado por Marcela Ferradas en “El padre”, el clásico de Strindberg. Su Laura transita con maestría por los distintos estados que su personaje navega. Su ansia en pos de lograr sus objetivos es como la de la araña que teje su red para que caiga su presa. Sus ojos dan cuenta de una expresividad exacta a lo que requiere cada situación.
Por otra parte, no podemos olvidar los unipersonales. Tal fue el caso de “Los golpes de Clara”, “La shikse” y los dos homenajes a Federico García Lorca, tal como fueron “Cartas a Federico” o “La memoria de Federico”.
En el primer caso, Carolina Guevara creó su primer unipersonal, tan disfrutable como poderosa en su mirada crítica. La forma en que Guevara describe los acontecimientos que le suceden a Clara, es expresividad pura a través del humor. Sus gestos llevan inyectados diversos hechos que se viven cotidianamente pero fueron poco abordados y menos aún, sometidos a crítica alguna. Apunta con certeza a aquello que la sociedad acepta y reproduce. Lleva con solvencia y frescura un personaje tan querible como fácilmente reconocible, logrando en este punto una mayor contundencia frente a lo acontecido sobre tablas y la relación inmediata que se realiza con la realidad.
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Mariela Kantor, una Shikse irónica y tierna |
Con “La shikse”, se toma una historia simple, como es la de María, una empleada doméstica paraguaya. A partir de su estrecha relación con los Sucovsky, -familia para la cual trabaja- y teniendo en cuenta que estuvo presente en los hechos significativos de la misma, considera viable su conversión al judaísmo. El trabajo de Mariela Kantor en el rol de María es excelente. Combina ternura, amor y cierta inocencia respecto a sus deseos pero en ningún momento cae en la caricaturización de sus propias características. La puesta es un “in your face” poderoso de ácida ironía que pone sobre tablas varias cuestiones como el machismo, la discriminación y las diferencias entre las clases sociales, tomando a algún sector de la colectividad judía para ilustrar la situación.
El doble homenaje a Federico García Lorca tiene la particularidad en que son concebidos a partir de la mirada de mujeres cercanas a su vida. En “Cartas a Federico”, María Marta Guitart tomó el desafío de reconstruir la historia del poeta a través de los ojos de su madre. Y lo hace con precisión. Camina el escenario con la sensibilidad de esa madre que espera ver a su hijo. Combina el llanto con la esperanza en dosis justa, captando la atención del espectador a través de la ternura que proponen las cartas y un futuro bien conocido por todos.
En cambio, en “La memoria de Federico”, Cecilia Hopkins le pone el cuerpo y el corazón a la actriz española Margarita Xirgu que recorre la amistad que la unía con el poeta. Con fuerte presencia escénica, cada palabra se ubica en su justo lugar al tiempo que da vida tanto a la mencionada Xirgu como a un García Lorca joven. La música y danza se fusionan con el cuerpo en plena armonía. Se escucha, se siente y también se viaja a esos destinos tan personales que solo la poesía permite estas licencias. De sus labios saldrán Mariana Pineda, Doña Rosita y Yerma para referirse a esa España que tanto amaban Margarita y Federico.
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La vigencia de Luisa Kuliok en «Juegos de amor y de guerra» |
Una consagrada como Luisa Kuliok puso sus pergaminos a disposición de la vuelta –con cambio de elenco- de “Juegos de amor y de guerra”. Allí, dio vida a una mujer fuerte y dañina como Carolina de Nazabal. Una señora a la que le importan mucho las apariencias, el honor de clase social alta. Privilegios, discriminación y xenofobia para con otra gente constituyen el poder de Carolina.
La joven Lala Buceniciene se destacó en dos puestas de calidad como “Tierra partida” y “Donde duermen los grillos”, con dos personajes absolutamente diferentes pero siempre destacándose con su presencia escénica, combinando humor y corrosividad en dosis similares, en personajes claves para el devenir de ambas puestas.
La próxima publicación será dedicada a los actores…