Emiliano Dionisi concibió esta pieza basándose en lo anteriormente descripto pero con una serie de aditamentos fundamentales. Primero, prescindir el uso de la voz para darle protagonismo a las acciones y a la música, parte fundamental de la puesta en la creación de las situaciones y los climas que acompañan a las mismas. La utilización del trapecio le brinda a la puesta ese lado onírico, de ensueño, que sería el inconsciente siempre activo, frente a las vivencias que nos ofrece la espera. La iluminación dibujará los distintos estados y lugares en los que se desarrollará la acción, ya sea el living de casa o una discoteca al tiempo que la escenografía brinda todos los elementos para la performance.
Pero volvamos a Emiliano Dionisi, actor de larga data en el circuito off, con participaciones en televisión. Su imaginación y creatividad desbordante le permitieron dar vida a un espectáculo sublime en el que lo físico, lo gestual y lo emotivo (dicho todo, grosso modo), se encuentran ocupados en partes iguales. El drama y la comedia, el ying y el yang, la alegría y la tristeza, lo onírico y lo real. Todas las dicotomías existentes se hacen carne en Dionisi que no escatima gestualidad pero sin caer nunca en sobreactuaciones o llevando situaciones que terminarían en redundancias para teatro de revistas. Si alguna persona de al lado suyo, dice algo a medida que transcurre la obra, no se preocupe ni se moleste. El ritmo de la puesta es tan ágil y dinámico, atrapante desde todo punto de vista, que será común que esto ocurra.
“Perderte otra vez” es la cabal muestra de que un talento, bien dirigido y con la creatividad a flor de piel, puede realizar una obra de alta calidad, digna de verse más de una vez.