Tarde apacible, con un calor en descenso –por suerte- en Buenos Aires. A punto de marcar las 20 hs, Timbre 4 recibía un público –real- que va llenando las butacas de su sala principal para el estreno de “Josefina, la gallina puso un huevo en la cocina”, de la compañía mexicana Vaca 35 Teatro en Grupo.
Habíamos tenido la posibilidad de ver algunas de sus producciones en algunos TABA anteriores, destacando su búsqueda y su inteligente corrosividad. Tal era el caso de “Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar” y “Lo único que necesita una gran actriz, es una gran obra y las ganas de triunfar”, por lo que queríamos ver más de la misma compañía.
De esta manera, nos sentamos en la butaca con expectativa y curiosidad. El ojo empieza a indagar en ese amplio espacio hasta que aparece un hombre de mediana edad y tira, como quien no quiere la cosa “Les va a sonar raro lo que les voy a decir, pero soy una gallina”.
A partir de ese momento, la sensación de extrañeza invade el cuerpo del espectador para posar sus oídos en cada palabra que dice. Se escuchan algunas risas. Quizás haya algo de tensión en el ambiente. ¿Hacia donde va la puesta? ¿Qué quiere decir esta gallina?. Ese inicio, con tintes de absurdo, podrá descolocar a más de uno. De hecho, hasta podría decirse que es lento -¿será esa la idea adrede?-.
No obstante, de repente, como si se pasase la hoja de un libro, todo empieza a unirse como un rompecabezas invisible. Tanto desde las vivencias personales de un hombre que ha sufrido mucho por no ser todo lo que se le pedía que sea –como tal-, hasta las desapariciones y asesinatos de mujeres que se producen en México en uno de los momentos más conmovedores de la puesta
Aparece en el escenario, un fuerte alegato contra el bullying y el maltrato de una persona que, en un punto, solamente desea bailar como se le canta en una discoteca. Porque, si hay una cosa por demás liberadora, es bailar tu música, sin prejuicios ni tapujos.
La metáfora de la gallina es poderosa. Huevos ubicados en distintos cubículos colgados son el fruto de su ¿trabajo? Su movimiento, armónicamente hiperkinético, acompaña el relato que va y viene en distintas situaciones de su vida y el mundo que le rodea. El vínculo que traza en relación con las mujeres a partir de la reproducción de discursos que atrasan años, por demás incorporados –contra los que hay que luchar fervientemente- en la sociedad. La función reproductiva de la gallina/mujer. Un uso absolutamente mercantil del cuerpo. Explotación pura. Ahí es cuando dice “las gallinas somos bien putas” y todo cierra. Más aún cuando algún dicho que corre a través de los tiempos, tiende a certificar esto y hasta sea el nombre de alguna puesta teatral.
Un cuerpo que habla y cuenta sus heridas de vida, de amor, dolor e incomprensión. Migrante de su lugar y de su propio ser. Caminante hacia algún/ningún lugar, con la pregunta que hacía The Clash, “should I stay or should I go”. ¿Acaso es tan difícil vivir en libertad? Parece que sí y se paga muy caro. “Vivir solo cuesta vida” y a veces, la muerta tiende a ser el premio más bajo frente a tanta humillación.
Un cuerpo que habla y cuenta sus heridas de vida, de amor, dolor e incomprensión. Migrante de su lugar y de su propio ser. Caminante hacia algún/ningún lugar, con la pregunta que hacía The Clash, “should I stay or should I go”. ¿Acaso es tan difícil vivir en libertad? Parece que sí y se paga muy caro. “Vivir solo cuesta vida” y a veces, la muerta tiende a ser el premio más bajo frente a tanta humillación.
La dramaturgia es abarcativa de diversos temas y quizás, algunos lleguen más que otros, dependiendo de cada espectador. De ahí, la cantidad de lecturas que pueden hacerse con diferente impacto. Alguno dirá, “el que mucho abarca, poco aprieta” pero siempre será bienvenido el deseo de tensar los límites. En tal sentido, la parte media será realmente rica y cautivante, con los márgenes del principio y fín extendiéndose, probablemente, más de lo debido.
El espacio es amplio e ilustrativo en el devenir de los acontecimientos. Una pantalla tendrá sus momentos de visibilidad. Igualmente, de acuerdo a donde uno se ubique podrá verla sin que uno de los cubículos de los huevos lo impida.
La actuación de José Rafael Flores es excelente. Hombre convertido en gallina, de movimientos acordes a quien representa, dota de sensatez y sentimiento a un personaje que tiene la necesidad del habla para exorcizar fantasmas y situaciones que vivido, malas y de las otras. Desde su despliegue físico, hace que la palabra impacte aún más.
Párrafo aparte para Alberto Rosas. Su concepción musical es excelente. Un personaje más de la puesta. Ese búho que denota la inteligencia y mira como se desenvuelven los acontecimientos.
“Josefina la gallina puso un huevo en la cocina” es el primer unipersonal del inteligente y corrosivo grupo mexicano “Vaca 35 Teatro en Grupo”. Como tal, es un buen comienzo en el que puede desarrollar una creatividad por demás bienvenida, en tiempos de repetición constante y un “más de lo mismo” que se vende como estética.
Josefina la gallina puso un huevo en la cocina
Actúa: José Rafael Flores. Diseño de espacio: Natalia Sedano. Música original: Alberto Rosas. Diseño de iluminación: Damián Cervantes. Asistente de dirección: Mari Carmen Ruiz. Productor ejecutivo: José Rafael Flores. Producción: Vaca 35 Teatro en Grupo. Codirector y dramaturgista: Damián Cervantes. Directora: Diana Magallón. Origen: México. Duración: 75 mins.
Domingo 9 de febrero. Timbre 4. A las 20.45 hs.