Uno y Todos
Autor: Santiago Loza. Dirección: Lautaro Delgado Tymruk y Sofía Brito. Actor: Guillermo Angelelli. Diseño de luces: Ricardo Sica. Dibujo del afiche: Matías Iván Delgado. Realizador de la pantalla Pepper Ghost: Cristian Matías Amaya. Asesoramiento visual: Paula Cotton, Sebastián Zavatarelli y Fede Castro. Producción general: Lautaro Delgado Tymruk y Sofía Brito.
Equipo del film holográfico. Dirección: Lautaro Delgado Tymruk. Asistente de dirección: Violeta Palukas. Dirección de fotografía: Leonardo Pazos. Eléctrico y gafer: Jerónimo Prieto. Directora de arte: Abigail Cohen. Asistentes de arte: Juliana Capparelli y Arlene Campbell. Vestuario: Laura Cacherosky. Asistente vestuario: Magdalena del Mar Rodríguez. Maquillaje y peinado: Alberto Moccia. Montaje: Nicanor Loreti, Fernando Szurman, Roly Rauwolf. Producción: Felicitas Luna. Asistente de producción: Silvia Oleksikiw. Sonorización: La máscara de las voces y Marco Bailo. Actuación en film holográfico: Facundo Delgado, Matias Delgado, Sophia Beretta Delgado, Anabella Bacigalupo, Arlene Campbell, Juliana Capparelli, María Cristina Cernuda, Abigail Cohen, Gabo Correa, Micaela Cortina, Magdalena Del Mar Rodriguez, Natacha Delgado, Mercedes Domínguez, Juan Marcelo Duarte, Diego Gentile, Juan Pablo Gómez, Simón Avila Muñoz, Nicolás Herzog, Eliana Kern, Maya Kim, Felicitas Luna, Armenia Martinez, Gustavo Martínez, Jose Mehrez, Florencia Méngoli, Sang Min Lee, Alberto Moccia, Filiberto Mugnani, Lorena Muñoz, Alberto Navarro, Silvia Oleksikiw, Violeta Palukas, Manuel Pandelo, Deborah Petersen, Jorge Prado, Jerónimo Prieto, Javier Puebla, Adrian Pugach, Brenda Pugach, Corina Romero, Celeste Silanes, Alejandro Star, Chang Sung Kim, Alicia Tymruk, Susana Varela.
Teatro del Pueblo. Lavalle 3636. Lunes, 20 h.

Por Cecilia Inés Villarreal
Abracadabra (Abrakadabra) es un palíndromo, un conjuro y una palabra antiquísima. Diversas culturas se disputan su significado y etimología. Sin embargo, más allá de estas riñas histórico-lingüísticas, cada vez que la escuchamos, sabemos que algo mágico va a suceder. Uno de sus tantos significados es “creo mientras hablo” de origen hebreo. En esta ocasión, tiene el propósito de revelar uno de sus lados bíblicos y, por supuesto, místicos.
Lautaro Delgado Tymruk y Sofía Brito tomaron un cautivante texto de Santiago Loza y lo convirtieron en una ceremonia teatral que conjuga lo cinematográfico y el ilusionismo. Un hombre (Guillermo Angelelli) caminaba de noche por la vereda, pero un vagabundo lo golpea con un palazo. A partir de ese momento, la herencia de Houdini y del teatro fantasmático aparecen en escena. Se trata de un poema en movimiento donde las simultaneidades metafísicas y los tres tiempos se entrecruzan: el Kairós (tiempo de la oportunidad), el Kronos (tiempo lineal) y el Eón (tiempo eterno). Varias dimensiones en una que estallan y se vuelven a rearmar, como si se tratara de un juego óptico del siglo XIX.
La puesta, de poderoso impacto visual y reminiscencias oníricas, conduce al público a un universo donde lo imposible es posible y viceversa. El efecto utilizado se llama «Pepper Ghost», un antiguo truco que se usaba en los teatros antes del año 1900. La interpretación de Angelelli es magistral ya que su personaje deambula como un flaneur y se entrega incrédulo a lo que ven sus ojos. Es una marioneta que desea independizarse de su titiritero, pero a la vez quiere ahondar en el misterio del ser y de sus múltiples vidas y almas.
El público es testigo de una invocación, una puerta a lo desconocido que necesita ser desentrañada con ojos de niño, pero con una advertencia. Ese candor no debe ser confundido con inmadurez ni un acto de fé ante el umbral que puede tener enfrente. El diseño de luces de Ricardo Sica comprende a la perfección el espíritu de la obra y le otorga un toque fantasmagórico, de misterio. Ya lo dijo uno de los personajes de “No te mueras sin decirme donde vas”, película de Eliseo Subiela: «Sin sueños no somos más que un montón de vísceras y miedos».
En este retorno a la escena por demás auspicioso, «El corazón del mundo» convoca a los espectadores a obturar todo atisbo de racionalidad y dejarse llevar por esta reunión hipnótica. Queda bajo estricta responsabilidad del público seguir estos preceptos.