En lo que a actores se refiere, el 2013 tuvo a varios que engalanaron dicha palabra actor asi como alguna más que grata sorpresa en el rubro.
Miguel Ángel Solá volvió al teatro porteño |
Habíamos dicho en crónicas anteriores que el año se había iniciado con “El veneno del teatro” y la vuelta de Miguel Ángel Solá a los escenarios porteños. Su presencia escénica –junto con la de Daniel Freire- fue uno de los puntos salientes de la obra. Un excelente Miguel Ángel Solá da vida al “Señor de la casa”, y lo hace transitar desde la inocencia del comienzo hasta ese carácter dominante y sórdido con el cual desea llevar a cabo su obra –literaria y personal-.
Ese principio de 2013, también trajo a Daniel Fanego, llevando adelante –junto a Leonor Manso- una puesta que recaía, prácticamente en ellos dos, como lo fue “León de Invierno”. Fanego fue un Enrique II sobrio, que llevaba adelante un texto difícil, largo, con varios matices que oscilan entre la ironía, el sarcasmo y el humor. Dentro de esa apuesta arriesgada, divisoria de aguas llamada “El Don de la Palabra”, Guillermo Arengo se llevó todas las palmas con la creación de personajes de los más disímiles, siempre con el talento que le es reconocido. A través de pequeños gestos y movimientos, construye mundos y personajes de gran riqueza.
Los personajes clásicos también tuvieron su espacio en el teatro porteño. Tal es el caso del Tennessee Williams concebido por Osmar Nuñez para “Noches Romanas” donde logra captar la esencia de un personaje al cual dota de humanidad y sensibilidad haciendo de la sutileza, su estandarte. Otro personaje clásico fue el que realizó Marcelo Savignone en su propia versión del chejoviano “Tio Vania”, al cual rebautiza como “Un Vania”. Al ser “un” Vania, Savignone abre la puerta a que pueda ser cualquier Vania, entendiéndolo como sinónimo de hombre, individuo, ser. De más está decir de la calidad con la que dotó Savignone a ese Vania al que lo hace transitar por diversas sensaciones, inclusive bailar con coreografías que enriquecen aún más la riqueza de esta puesta.
Para finalizar, la excelente creación de Jorge Suarez para “Manzi, la vida en orsai”, dan cuenta de su versatilidad. En el 2012 fue Freud y ahora es un Manzi, -con un toque de Horacio Ferrer- que le calza a medida. Canta muy bien al tiempo que le da vida a un Manzi que quedará en el recuerdo.
Jorge Suarez y un Manzi inolvidable |
Habíamos hablado de gratas sorpresas en el primer párrafo. En la muy elogiada “Vago”, quien se lleva las miradas es Fernando García Valle quien compone a un joven con ACV pero sin caer en ningún tipo de situación lacrimógena ni caricaturización de baja calidad. Con otro personaje que también cuenta con una discapacidad, Ulises Pafundi, en “Hablemos a calzón quitado” creó un entrañable Juan, hasta el punto de haber estado participando en un centro de atención para la atención de quienes sufren parálisis cerebral para poder dar vida a un personaje que será, seguramente, una bisagra en su carrera.
En este rubro, quien salió de ser actor para convertirse también encargarse de la dramaturgia, dirección y el diseño de escenografía –además de actuar-, en “Perro, un cuento rural”, fue Hernán Grinstein. Nervio motor y creador de una de las mejores puestas del año, Grinstein descolló con un trabajo sublime. Su trabajo artesanal, serio y creativo, lo ubica como uno de los personajes más destacados del teatro porteño del 2013.
Siempre nos referimos a los pocos unipersonales masculinos que hay en cartelera. Este año, hubo tres gemas para destacar. La primera es “Cuando el bufón se canse de reir”, con textos de Luis Cano, que se hacen voz en un Emilio García Wehbi de cara blanca y roja, -con cierto guiño al Guasón de Heath Ledger- y mameluco. Su nivel de complejidad atrapará tanto a aquél que pueda hacer dialogar a la obra con variados autores y conceptos (desde el signo binario de Saussure o la concepción triádica del mismo, pergeñada por Peirce, hasta Foucault, pasando por Deleuze, Derrida o Watzlawick) como para quien se deje llevar por la multiplicidad de elementos, conceptos e historias que surcan la misma.
El segundo unipersonal es la creación de El Bachín Teatro, llamada “Mientras cuido de Carmela”. Allí, el Comediante –personaje pergeñado por Manuel Santos Iñurrieta que ha utilizado en varios espectáculos del grupo-, se encuentra con la cuna de una bebita, de nombre Carmela, a la que quiere hacer dormir asi puede escribir una escena de su espectáculo a presentarse. Con guiños a Tato Bores –con monólogo incluído- y una influencia que va desde Chaplin o Buster Keaton hasta Brecht, el viaje que realizan El Comediante y Carmela será directamente al corazón y al alma del espectador. Desde el momento en que el texto combina en igual medida la crítica ácida y los sentimientos más nobles, no es extraño encontrarse en algún momento desarmado frente a lo ocurrido sobre tablas.
Alejandro Ojeda y un canario de alto vuelo |
Para finalizar, mencionaremos esa joya llamada “Un Canario”. Otro texto de Luis Cano es llevado con exquisitez. Aquí, la genial actuación de Alejandro Ojeda lleva adelante una puesta sublime. Cada gesto, cada palabra dicha (gritada o sugerida) tienen su punto justo en Ojeda que realiza un despliegue físico importante. Pero a no equivocarse, es un actor puesto 100% al servicio de la dramaturgia y la dirección y no en su lucimiento personal. Podrá hablar desde la femineidad de su madre para desdoblarse en su constante diálogo con su hijo. Esquizofrenia artística de gran calidad que recuerda que hay unipersonales masculinos serios, para disfrutarse de principio a fin.
En “Parque Lezama”, se produce un muy buen duelo actoral entre dos consagrados como Eduardo Blanco y Luis Brandoni, dos figuras antagónicas que plantearan sus propias visiones de la vida, las cuales irán desarrollando a medida que transcurra la puesta. Otra dupla a considerar fue la que conformaron Martín Ortíz y Enrique Papatino, como el dúo de malvados de “Los Hechizados”. Ortíz será Toranzo, un hombre que ama a una mujer desde la codicia de quien tiene al otro, pura y exclusivamente como objeto de deseo al tiempo que Papatino será Cipriano, el sicario, secretario y también confesor/consejero de Toranzo. Su forma en que desdobla a su personaje entre la bestialidad y el frío cálculo de cada una de sus posibilidades es, por demás, destacable. También destacaremos al propio Ortíz en “Ricardo III, Crónica de un jabalí”, donde será un Ricardo III subyugante. Tan fascinante como despreciable, cautiva desde la sutileza de un gesto o la contundencia de su voz.
Mininno baila y actúa con solvencia |
Quien pudo seguir dando cuenta de su capacidad actoral fue Alejandro Paker, y «El hombre elefante». Su actuación fue sublime. Tras su «Dan» en la fantástica «Casi Normales», el cambio de dirección dado con «El hombre elefante», lo ubica como un actor inquieto, que busca nuevos desafíos al tiempo que se enriquece en su arte.
Para final del año, tres que se destacaron fueron Agustín Rittano, Alberto Suarez y Marcelo Mininno. Los dos primeros, en “Querido Ibsen, soy Nora”, crearon a un Krogstad y a un Ibsen, de calidad. Exacto en su composición, respetando una puesta por demás original, Rittano pone su cuerpo para quien la codicia lo excede en todos sus aspectos. En cambio,
Suarez fue ese escritor que debe luchar contra su propia creación en varias arenas que se extenderán tanto a la concepción del teatro en si como a la cuestión de género que atraviesa que él mismo representa en relación a las diferencias de tiempo, de ideas y espíritus entre un escritor noruego del siglo XIX, su propia creación y la visión de ésta, a través del tiempo, de lo concebido por su propio creador. Su Ibsen es cabal en su composición.
El tercer mencionado, Marcelo Mininno da rienda a ese gran actor que es (amén de director y dramaturgo) para llevar adelante los textos de Martín Flores Cárdenas y bailar al ritmo de canciones country, sin perder el carisma ni el hilo de los diversos personajes que le toca abordar.
La semana que viene…..será el turno de…….¡más teatro!
No te olvides de Jorge "Gino" Ochoa interpretando a "Giacomo" de Discepolo con dirección de Raul Serrano, INCREIBLE
Yo mencionaría solo tres: Jorge Suárez es de los mejores actores que tenemos. Otro tanto sucede con Osmar Nuñez y Agustín Rittano, siempre brillantes!