Una road movie musical. Esto es lo que propone Transmundial, con este viaje imaginario por las rutas del sonido que tendrá como finalización este interesante álbum llamado “Destino”. Como una buena travesía, se apreciarán diversos momentos. Algunos, donde se apretará el acelerador; otros, donde se irá con mayor detenimiento para disfrutar la vista del paisaje.
El trio formado por Néstor Fernández (Guitarra y voz), Leonardo Salas (Bajo y coros) y Claudio Salas (Batería y percusión), capitanean la travesía a través de los casi cuarenta minutos que dura el CD. Producidas por Lito Castro (Hilda Lizarazu, Yira), las doce canciones del disco mezclan garage rock, el post punk sumados al pshycobilly y cierto sonido vintage de los 50.
Con “Constelación” y “Knock out” se inicia un disco con buen ritmo, aceitado en su interpretación. Aires “tarantinescos” asoman en “Amanece”, que cuenta con la participación de Hilda Lizarazu. Al respecto, no desentonaría en absoluto cerrar los ojos con esta música de fondo e imaginar una escena de “Perros de la calle”. Lo mismo ocurre con “En mi red”, pero quizás, más cercana al aura de “Kill Bill II”. De más está decir que estas apreciaciones son absolutamente personales y que aquél cinéfilo/melómano disfrutará del CD como si fuera pan caliente en una mañana de invierno. La voz de Néstor Fernández es la ideal para que las canciones tengan un sello propio y personal.
El guiño cinematográfico se prolonga en el tema que da titulo al disco con un comienzo en el que se escucha “I’m James Dean, welcome to the stars”. Aires británicos se perciben en los arreglos de una canción que cuenta con la participación de Amílcar Vázquez en las seis cuerdas.
La imagen de James Dean se pasea entre las pistas del disco, con una estética que combina el negro y rojo, dejando solo el color blanco para las letras. La portada muestra a unos labios contemplativos de una cabeza volando, riéndose de su propio destino. El arte de tapa del disco estuvo a cargo del dibujante y muralista Leandro Frizzera.
Por otra parte, se utilizan fragmentos de películas para arreglar las canciones. Tal es el caso del poderoso instrumental “Monster” que contiene recortes del film “Robot Monster” (1953). Lo mismo ocurre en “En la noche” donde el clásico de Bela Lugosi, “Drácula”, forma parte de la canción. En este caso, la poesía de la letra hace que se convierta en un momento de remanso del disco.
La combinación de sonidos y estilos se aprecia en “Eso de perder”, uno de los mejores temas del álbum, que recuerda en un punto a esa gran banda llamada Jesus and Mary Chain. Un portentoso solo de guitarra junto con los coros de fondo brindan un clima épicamente dark (“tengo bien en claro, como es eso de perder”), sin que esto implique el loop con el que cuenta enriquezca la canción. En esta línea más oscura, que mejor que Richard Coleman aporte voces para “Te vas” que podría ser un “dark urbano” (“Sabiendo que la noche es tan profunda/ buscando en el vacío soledad/ recorres esas calles con locura/ hay días que no lo pueden encontrar«) donde la guitarra y la trompeta juegan por encima de la pared que construye la batería de Claudio Salas.
Un rock de aires tangueros es una buena definición para “Tan sola”, donde empieza a encararse la última curva de este viaje. El sonido limpio de esta canción mantiene la tonalidad pulcra de todo el disco.
“Sal y terciopelo” es un disfrute de principio a fin. Con 3.28 de duración, es un compendio de como arreglar bien una canción, a tres voces con una instrumentación rica y poderosa. Ponen voces Salvet y Pat Coria en un tema que no será nada extraño que lo vuelvas a querer escuchar después de su finalización.
Con “Última estación”, se llega al final del recorrido con una canción de esas que uno suele sonreír cómplice frente a frases como “Un cigarro siempre encendido/ y la noche ayuda a escapar”. El contrabajo de Diego Montiveros se intercala con Gutty Gutierrez, a cargo del lap Steel, para un excelente cierre de un segundo álbum que da cuenta que Transmundial es mucho más que un power trío.