Un vestido y un amor
Dramaturgia, dirección y actuación: Lino Diaz, Laura Eiranova y Chendo Hortiguera. Vestuario: Cecilia Zuvialde. Luces: Sandra Grossi. Fotografía: Verónica Mastrosimone. Asesoramiento artístico: Martín Flores Cárdenas. Asistencia de dirección: Alicia Palmes. Producción: Berta Silberman
Abasto Social Club. Yatay 660. Sábado, 22.30 hs.
Tres personas paradas frente a un escenario. Dos hombres y una mujer, que serán Lola, Basualdo y Vladimir. Hablan, cuentan, relatan su vida que los lleva a estar interrelacionados. Recordarán hechos que acontecieron años atrás, muy atrás en la memoria pero relativamente cercanos a nivel temporal, en el que Lola y Basualdo -marido y mujer- viajaron a Varadero, Cuba. La escenografía es austera pero confortable y exacta para la puesta. Se ve un sofá y un vestido fucsia, pero más allá de lo que se ve, lo que importará realmente será lo que se escucha. El texto desgranará con sutileza y buen gusto, las relaciones entre estos tres personajes que irá más allá de la anécdota para adentrarse en seres identificables con cualquier persona de nuestro contexto diario.
Las palabras y las acciones sugieren mas que afirmar y es justamente el espectador quien completará el texto dentro de su propia humanidad. Es a partir de esos recuerdos que irán desgranando los personajes, que descansa la riqueza de la obra. Alguno recordará un hecho en particular pero siempre desde su propia -y subjetiva- perspectiva, que no necesariamente coincidirá con la de los demás protagonistas. Inclusive, podrá hasta recordarse un anhelo o un deseo….que nunca llegó a ser realidad. Y allí es un punto donde la complicidad entre protagonista-espectador se hace palpable. En ese guiño en el que uno de los protagonistas recordará al tiempo que otro buscará bajarlo a una realidad cruel, donde los sueños se tiñen de la fría linealidad de la vida cotidiana. Pero a los dos minutos ocurrirá a la inversa, que quien soñaba es el que busqué derribar el vuelo de su colega en el escenario.
Deseos truncos por motivos propios y un contexto que “nunca” es favorable (sin contar a la “mala suerte”) son esbozados con claridad en el destino de los personajes pero es a través de esa sutileza que se logra una mayor contundencia.
Lola, Basualdo y Vladimir son muy bien interpretados por Lino Diaz, Laura Eiranova y Chendo Hortiguera, quienes brindan un dibujo humano y reconocible de seres que pueden ser parte de un mundo compartido de sentido y sentimientos, con sus ideas establecidas de lo “bien visto”, “el respeto”, con particularidades argentinas, muy reconocibles fuera de las fronteras de nuestro país.
Poético y sensible, “9 días y 10 noches” no cae en lugares comunes sino que, por el contrario, busca dar una vuelta de tuerca a un texto rico en su contenido y en futuras derivaciones personales a cada uno de los presentes.