Aquí se ubica la tragedia shakespereana en el campo argentino, a finales del siglo XIX; y desde el principio hace ruido con un vestuario que no convence (¡gauchos con puntillas!) y personajes adaptados con fórceps. Virginia Innocenti y Sergio Surraco no terminan de convencer con sus composiciones de Beatriz y Benedicto. Solo zafa Salo Pasik.
El “aire” dramaturgico que proponen los personajes secundarios en Shakespeare, es la parte más lograda de la puesta con el comisario y sus tres gauchos (excelente Claudio Pazos, del grupo Carne de Crítica). La utilización del micrófono también conspira contra la obra, así como la utilización de pistas pregrabadas. Esto ocurre desde el inicio mismo de la obra en la que aparece un gaucho con una guitarra y se escucha una música que no se condice con lo visto en el escenario. Que se usen las pistas o haya músicos en vivo. El mix entre uno y otro termina perjudicando a la obra. Los primeros 45 minutos son lentos en su desarrollo, aunque después agarra ritmo.
“Mucho ruido..” no convence en una puesta que se hace larga y deja con el interrogante de si vale la pena una adaptación de estas características.