Habíamos hecho mención en la nota anterior del placer que implica recorrer la ciudad para conocer nuevas y poderosas experiencias teatrales. Hoy martes nos tocó el barrio de Chacarita, que ya conocíamos de antemano pero que siempre es lindo transitar. Espacios como el Galpón de Guevara, Gargantúa, Roseti, Dumont 4040 o el mismo Teatro Regio, circundan la zona o el mismísimo Cementerio que fue escenario de esa gema llamada “Una obra más real que la del mundo”, que forma parte de la programación del FIBA. En esta ocasión, visitamos Roseti para presenciar “Un tiro cada uno”.
Llegamos temprano al barrio lo cual fue una excusa para agasajarnos con una porción de pizza y fainá en Imperio. Menú que nunca falla por $100, cortesía de una de las mejores pizzerías de la ciudad.
Arribamos con bastante antelación al comienzo de la función ya que, “para poder utilizar esta reserva debes informar tu nombre y apellido en la boletería del teatro al menos 15 minutos antes del comienzo del espectáculo”, tal como se solicita en el mail de reserva de la acreditación pertinente. La cuestión es cuando se retrasa el comienzo de la obra debido a inconvenientes con el tan mentado QR como entrada. A veces, el salto en pos de la tecnología es similar al que se realiza a una pileta vacía en tanto y en cuanto, no le pueden leer el bendito código a la segunda persona de la fila para ingresar a la sala. Se produce un atraso con algún malhumorado que nunca falta aunque no exento de razón. Con el arcaico método de decir el nombre en boletería a cambio de la entrada, no hubiese ocurrido lo relatado en la cola de ingreso al espectáculo.
Tras tomar asiento en las gradas, nuestros ojos se posan en el escenario devenido cancha de basquet, marco elegido para “Un tiro cada uno”, creación del grupo Cabeza compuesto por Mariana De la Mata, Consuelo Iturraspe y Laura Sbdar que escriben, dirigen y actúan una puesta fuerte y conmovedora en variados aspectos.
Esa cancha de basquet se ubica en un club de Bahía Blanca en el que juegan Ale, Nacho y P. Son jóvenes que tiran al aro en la previa del último partido del campeonato. Hombres en pleno ejercicio de su machismo como modo de vida, en la relación con sus pares y su contexto que incluye, obviamente, a las mujeres. Tal es el caso de Rocío, una joven a la que invitan a una fiesta a realizarse por la finalización de la competencia.
El texto es impresionante tanto en la forma en que describe los acontecimientos. Los tres machos que prueban de manera constante su masculinidad entre ellos y frente a un “afuera” que se los exige. Siempre con el concepto de “lucha” en contra de un otro al que hay que derrotar. No paran. No reflexionan. La manada debe saciar su esencia en pos de su propia pureza. El que no pueda o no sepa, será sancionado al respecto. Las palabras son duras, llenas de visceralidad e insultos usados como tales o para destacar alguna particularidad. En este preciso instante, aquél que sepa inglés mirará el subtitulado simultaneo lo cual es un muy buen ejercicio en tanto contraste de las expresiones utilizadas.
Lo que muchos podrán calificar como una “exacerbación” de los diálogos, no dista mucho de lo que se puede escuchar en diversos grupos de hombres, ya sean adolescentes y de mediana edad. Cada palabra, cada frase describe con precisión quirúrgica esa dominación y ejercicio del poder en contra de la mujer (en este caso, Rocío) con final trágico. La mujer como posesión, a la cual se la debe domar para que nos satisfaga por nuestra propia condición de hombre. Caso contrario, se la descarta.
Es la composición de esos hombres que permanecen impávidos frente a la consecuencia de sus propias acciones. Las sienten lejanas, como si hubieran sido realizadas por otros, que no son ellos. No se hacen cargo. Inclusive va más allá que la acción realizada incluya una bolsa de residuos, con todo lo simbólico que esto representa.
Si hablamos de actuaciones, diremos que son mujeres que hacen de jóvenes a los que componen a partir del lenguaje más que de los cuerpos. No se usan pelucas, vestuario o maquillaje que les altere su fisonomía. Es por eso que sus composiciones son por demás despojadas y elocuentes. Desdoblarán sus personajes para tomar el micrófono y leer el diario de Rocío, para visibilizar a través de la voz a quien está ausente en cuerpo pero presente como objeto de deseo y posterior víctima.
El clima de tensión es palpable. No vuela una mosca. Apenas se escucha la respiración de los presentes que, más allá de la cuestión subjetiva del gusto, no podrá permanecer ausente o inmune de lo que ocurre. Habrá quien cierre los ojos y haga su propia aprehensión de los hechos que resuenan en la acústica de su propia cabeza…y también su corazón.
Hay momentos en que el teatro coincide con la coyuntura de manera elocuente. Concebida originalmente en el 2018, la relación con los casos de femicidios era una importante condición de producción. De hecho, a partir de éstos surge la puesta. Pero ahora, 28 de enero de 2020, establece lazos directos con el asesinato de Fernando Baez Sosa a cargo de una manada de rugbiers. Es más, no es difícil linkearlo con la lamentable frase del rugbier Lucas Petrossi de “Salimos a divertirnos y la vida nos jugó una mala pasada” por más que incluya una violación seguida de muerte tal sea el caso de la puesta que hemos presenciado.
Tras el aplauso final, habrá quien se quede en su butaca pensando o quien tenga la imperiosa necesidad de comentar lo que acaba de ver. El impacto es fuerte. Más aún cuando, en el caso de los hombres, toca las fibras en las que hemos crecido y establecido relaciones con nuestros pares. Muchachos, es hora que los hombres hablemos de nuestra propia masculinidad así como de la (de) construcción de la misma.
Desde este espacio, siempre destacamos ese teatro que busca sortear límites en su concepción y realización, con textos poderosos que realizan una gambeta corta a esa paja intelectual y/o snobismo de narices estiradas para crear piezas para el recuerdo. Tal es el caso de la imperdible “Un tiro cada uno” que no duda en meter la mano en los femicidios que ocurren al día de hoy en nuestro país, en una puesta que llama a la reflexión y a la acción.
“Un tiro cada uno”. Roseti. Roseti 722. Miércoles 29, 20 hs y jueves 30, 21 hs.