En Buenos Aires pasan cosas. A veces uno se entera por circunstancias relacionadas a su actividad o simplemente porque la casualidad metió la cola. De esta manera y con esta impronta, se relatarán historias y hechos varios dignos de mención.
La visita de los grandes artistas es siempre un motivo para celebrar. Más aún cuando su trayectoria trasciende el mero escenario para convertirse en referentes en otras esferas. Tal es el caso del enorme José Sacristán. El reconocido actor español llega en esta ocasión a Argentina para presentar en el Teatro General San Martín, su unipersonal “Señora de rojo sobre fondo gris”, basado en la novela de Miguel Delibes.
Vestido con pullover marrón, pantalón gris verdoso y bufanda bicolor negra y gris, llega al encuentro con paso tranquilo y flanqueado por la directora del Complejo Teatral Gabriela Ricardes y por el ministro de Cultura Enrique Avogadro. Sacristán inició la conferencia de prensa agradeciendo el convenio realizado entre el Ministerio de Cultura de España y el Teatro San Martín, que es “el que me permite estar con vosotros”. Añadió que es una gran “emoción cada vez que vuelvo a Buenos Aires” debido a que hay “muchos acontecimientos de índole personal y profesional que me unen a este país”. Al hacer mención sobre la próxima presentación de “Señora de rojo sobre fondo gris”, calificó a la puesta como “el proyecto más personal de mi carrera como actor”.
La rueda de prensa la inició Alejandro Cruz, de La Nación, con una pregunta acorde al entrevistado ya que era su reflexión sobre los recientes hechos de censura que hubo en España en relación a las cancelaciones de obras de teatro que hubo en ayuntamientos gobernados por Vox. Cruz es de los pocos periodistas del ámbito cultural que sabe de lo que habla (y pregunta), poniendo en jaque el statu quo de la coyuntura pasteurizada del teatro, plagada de tibieza y sensiblería. Sacristán respondió que “es aterrador. Me tiene acojonado el auge que está tomando en España la extrema derecha, con el aval del partido de gobierno”.
La preocupación del actor era palpable y agregó “No sé qué coño está pasando porque no es solamente en España. Ocurre lo mismo en Italia, Francia, Alemania, Grecia, Portugal. ¿Qué pasa con este movimiento que es impresentable?. Si está ahí es porque la gente le vota. Mi opinión es que estoy aterrado y me preocupa muchísimos que miles de españoles depositen su confianza en un grupo como la extrema derecha de Vox”. Todo, bajo la atenta mirada del ministro Avogadro y Gabriela Ricardes que no son militantes bolcheviques precisamente.
Sacristán es claro con sus definiciones. Asevera que es un “optimista melancólico” y certifica su idea diciendo que “creo tener la lucidez del perdedor”. Su definición es certera y plantea como seguir adelante a partir de su propia historia. “Me voy a morir rodeado de hijos de puta, trapisonderos, cabrones, ladrones, torpes y necios. Ahora, hay que salir a librar la batalla diaria de la dignidad para defender esas cosas que uno considera son imprescindibles. Entonces ahí, hay una melancolía latente en el comportamiento de uno de saber que algo siempre se está escapando de las manos, que no se va a alcanzar. Hay que enfrentarse a la adversidad, a la ultraderecha, con alegría pero con rigor. El optimismo melancólico se viene a definir en esto. Hay algo de sensación de guerra perdida que es automática pero la batalla de cada día se defiende de una manera optimista y alegre”.
Se lo notaba afable a Sacristán en el intercambio con los periodistas. La conferencia de prensa termina siendo un ida y vuelta con varios temas a tocar. En relación a su primera vez en el San Martín, lo considera “un templo” y aprovechó la ocasión para dar cuenta del “amor, la cordialidad, el seguimiento, el interés que hay entre la sociedad civil argentina y el mundo de la cultura”.
Al hablar de “Señora de rojo sobre fondo gris” y el motivo por el cual lo calificó de “su proyecto más personal”, su respuesta tiene nombre y apellido. “Lo es por mi relación con Miguel Delibes. Cuando nos encontramos, ya había leído su obra y él había hecho un seguimiento de mi trabajo. Fue una especie de flechazo”. Recordó que “Cuando fue la publicación de ‘Las guerras de nuestros antepasados’, falleció La Nati, mi madre. Hablamos mucho con Miguel de las ausencias, de la muerte, el dolor, el fin de las formas, el transitar por ciertos momentos y circunstancias. Esta proximidad a Miguel Delibes como escritor y como hombre, culmina con leer ‘Señora de rojo sobre fondo gris’. Aquí cuenta en los términos en como Miguel Delibes utiliza la palabra, desde la más absoluta sencillez hasta poder alcanzar el más profundo conocimiento del alma humana».
Con la vasta experiencia que le dan los años y los trabajos realizados a lo largo de su carrera, sostiene que “no soy de establecer jerarquías con medios ni con géneros. Hacerlo bien es igual de difícil realizar en teatro, televisión o cine, ya sea una tragedia griega o un chascarrillo. No soy de los que dicen ‘¡Oh! ¡El teatro!’. Que Shakespeare, Esquilo o Bertolt Brecht….No. También hay que saber hacer bien un chascarrillo. Siempre fui un profundo admirador de Alberto Olmedo. Un genio absoluto”. Establece con precisión las diferencias pero siempre detallando al respecto. “Seguramente, la tabla de gimnasia más completa para el actor es el teatro, sobre todo por la unidad de acción. Pero le tengo muchísimo respeto a la cámara. Es un artefacto al que hay que darle la información exacta”.
Consultado sobre los “referentes” que tuvo en su carrera, dice tener muchos pero también le baja el precio a la definición. “Algunos son como inalcanzables. Siempre que se habla de las posibilidades de un actor español a nivel internacional, salvo el caso de Javier (Bardem) y Antonito Banderas, somos de actores domésticos. Un referente es Miguel Delibes, Antonio Machado o también Fernando (Gómez). De él aprendí, no tanto como se hace Hamlet sino como se ejerce un oficio como este en un país como el que he nacido. La sensación de como mantener el equilibrio, saber encajar los golpes y un sentido de la realidad para no caer en lo patético”.
Para finalizar, frente al desafío que implica hacer una gira y seguir actuando a los 85 años, responde con sabiduría no exenta de la esencia que lo atraviesa desde la niñez. “Lo que me sigue moviendo es lo que tiene de juego (la actuación). De pequeño, me ponía las plumas de las gallinas en la cabeza y jugaba con mi abuela. Hoy, cuando me paro delante de una cámara o salgo a un escenario, más allá de métodos y demás, me sigo poniendo las plumas de la gallina. Es la profunda seriedad del juego. Citando al Nietzsche de Luis Landero, ‘no hay mayor seriedad que la de un niño cuando juega’. Eso es lo que tiene el juego de hacerme feliz y disfrutar”.
Termina la conferencia de prensa y nos quedamos con el gusto amargo de no poder realizar pregunta alguna. Una pena enorme. Igualmente, se aprecia la buena calidad en la mayor parte de las preguntas, realizadas por periodistas serios (el mencionado Cruz, Cecilia Hopkins, Ana Seoane, Pedro Fernández Moujan o Daniel Cholakian) en vez de «fans que cuentan lo que ven», sin preparación, salvo para la selfie y el «me gusteo» constante y vacío. De ahí, la riqueza en las respuestas de un entrevistado de excepción.
Cada palabra e idea de José Sacristán certifica no solo la calidad actoral que es su sello sino la profundidad de un pensamiento tan sensible como agudo. Ahora, solo queda disfrutar de su arte arriba del escenario. Una experiencia única a cargo de un grande que, aunque no lo crea, sea convertido en un referente que siempre tendrá las puertas abiertas de Argentina.
“Señora de rojo sobre fondo gris”. Teatro General San Martín. Av Corrientes 1530. Funciones entre el sábado 15 y el domingo 30 de julio. Martes a domingos. A las 20.30 h.