La reconocida académica brinda su punto de vista con respecto a la efeméride del 8 de noviembre y el origen de la misma al tiempo analiza la situación de la comunidad afro en Argentina, su legado y su lucha contra el racismo.
-Anny, ¿cuál es tu reflexión acerca del Día Nacional de los Afroargentinos y la cultura afro?
-Es una de las efemérides más importantes. Una gran conquista del movimiento afro. En realidad, esto hay que verlo en perspectiva latinoamericana. Si uno ve los distintos países de la región, hay instituido un día de conmemoración. En algunos países, este día está relacionado con el fin de la esclavización, la abolición. Tal es el caso de Colombia y el 21 de mayo. En otros está asociado a héroes míticos de las comunidades afro, tal como Zumbi Dos Palmares en Brasil, Alonso de Illescas en Ecuador o José Leonardo Chirino en Venezuela. Noté en estas efemérides que son todos hombres. No es el caso de Argentina y Cuba, que tiene como uno de los personajes a reivindicar a la Negra Carlota que luchó por la independencia.
-¡Es cierto!
– Argentina y Cuba son de los pocos países que, para una efeméride, han recuperado a una mujer para conmemorar el día de la afro descendencia. Esto es importante en tanto visibilidad de la mujer negra que son las màs invisibilizadas. También permite pensar respecto al aporte que hicieron al proceso de emancipación, que es un tema poco estudiado. Esta efeméride es central en Argentina porque es la aprobación de la Ley 26852/13 que instaura a nivel nacional el reconocimiento legislativo para los afrodescendientes. Es un avance a favor de la inclusión de estos grupos. No solo en la legislación sino también en la política pública del Estado. Esta ley también es consecuencia del activismo del movimiento afro en los últimos años. Ayudó a otorgar legitimidad como actores políticos en la realidad nacional y a recordar a esas diásporas que son parte del territorio.
– ¿Cómo ves la inserción de los afrodescendientes en la Argentina?
– Si uno mira al movimiento, está bastante organizado. Es muy heterogéneo, compuesto por distintas expresiones diaspóricas. Hay afroargentinos, diásporas afrouruguayas, afrocolombianas y africanas. Han ganado mucho espacio político desde fines de los 80, cuando empiezan a organizarse. En la primera década del presente siglo, han logrado una relación más clara con el Estado en términos de impulsar alguna normativa y tener avances respecto a su comunidad. Es un movimiento que, pese a ser pequeño, obtuvo conquistas importantes, construyendo espacios de participación, visibilidad y articulación política. La inclusión en el censo del 2010 es una de las mayores políticas. Ahí ganaron mucha visibilidad. Están dentro de “la foto” nacional. Hay un porcentaje, por pequeño que sea, de descendientes afroargentinos. Es una conquista importante.
-No se los puede invisibilizar.
-No. Para nada. Es imposible negar su presencia en el país ni en la historia aunque todavía hay un desafío enorme al respecto.
-¿Cuál seria?
-Todavía está muy instalada la idea de que todos los negros murieron en las guerras y que los que hay, son de diásporas recientes. El movimiento lucha contra la invisibilización histórica. Esto, no obstante, está cambiando en la mirada del Estado en tanto el censo y programas que existen hoy. Inclusive se creó una comisión para el reconocimiento histórico de la comunidad afroargentina. Hay avances importantes desde el Estado pero tarda en llegar al conjunto de la sociedad. Son cambios de largo aliento. Hay distintas capas de olvidos y silencios que han sedimentado. Es como una geología por demás difícil como para penetrar en ellas. Hay que hacer todo un trabajo arqueológico intenso y fuerte. Una línea de trabajo en pos de fundamentar y otra línea con la cultura, la sociedad en su conjunto y principalmente con la escuela.
-Hablaste de la mujer negra. ¿Qué vínculo hay con el feminismo?
-La mujer negra estuvo históricamente movilizada. Incluso la misma efeméride toma la fecha de muerte de María Remedios del Valle, fallecida un 8 de noviembre de 1847. Es muy importante que sea una heroína. Ella marcó la presencia de las mujeres. Hubo una reconstrucción de su vida. La recuperación y apropiación de su figura por parte del activismo forma parte de una disputa en tanto nuevos significados y representaciones, nuevos procesos simbólicos de una argentinidad que es todavía muy esquiva en relación de la diversidad. Es una mujer participando en procesos de deconstrucción de la patria. María Remedios del Valle, por su condición de mujer, abrazando la causa de la libertad, está ligada no solo a su grupo sino a un conjunto de la sociedad. Ahí hay elementos muy interesantes.
–Mirá!
– Si se lo quiere ver de manera contrahegemónica, su figura es reinventada para reconstruir la memoria nacional. No representa a un soldado raso. Tiene que ver con los feminismos en tanto las mujeres negras siempre estuvieron movilizándose. Incluso en Argentina, en la actualidad, el movimiento afroargentino tiene muchas organizaciones liderados por mujeres. Los han creado en momentos en que sus demandas como mujeres no estaban tan visibles porque había otras más colectivas y no tan particulares. Ellas siempre han estado. Presidieron organizaciones de mujeres que han sido centrales para alcanzar las conquistas obtenidas. Igualmente falta mucho por documentar.
-Hay mucho por visibilizar y difundir….
-Los feminismos han sido negros también. Comúnmente se toma más la experiencia norteamericanda para dar cuenta de la figura de Sojourner Truth, una mujer negra que fue esclavizada y pronunció un discurso maravilloso “Acaso no soy una mujer”. Aquí, diferencia estos modos de pensar una femineidad más ligada a lo burgués y visibilizar a la mujer negra no han sido reconocidas dentro de esas ideas de mujer. Hay un patrón que está pensado de una clase específica. Este feminismo negro dice que son mujeres y han trabajado históricamente. Por eso, Sueli Carneiro en su texto “Enegrecer o feminismo”, mencionaba a las mujeres blancas feministas que querían salir a trabajar. Las mujeres negras no entendían esto porque ellas siempre trabajando, estando en la calle.
-Era desuniversalizar la idea de mujer que es ocupado de distintas maneras y está atravesado por la clase, género, raza.
-Exacto. El feminismo negro ayuda a visibilizar esto. No solo la mujer enfrenta desigualdades de género. Cuando uno mira desde una perspectiva más intersecional, ve que la clase, raza y sexualidad afectan esa manera de ocupar la mujer. Hay mujeres que experimentan otro tipo de desigualdades. Me gusta mucho lo que dice Patricia Hills Collins que las desigualdades trabajan de manera conjunta para producir injusticias. El hecho de que la mujer negra no solo enfrente desigualdades de género sino también de raza, de clase y discriminación, las aleja de tener una ciudadanía plena. Las somete a una situación de desigualdad estructural que es difícil de romper.
-¿Y en Argentina?
– Es muy interesante en esta última etapa del movimiento. Las demandas de las mujeres han emergido con mucha fuerza. En un punto, las mujeres negras han hecho florecer el movimiento en tanto aportaron otras discusiones. Han problematizado el racismo de manera muy fuerte; no en clave de invisibilización sino también de las situaciones que se viven. La exotización de las mujeres. Hay una deconstrucción de identidades en tanto afirmarse y subjetividades políticas diaspóricas.
-Hiciste hace un tiempo en un post “Racismo y meritocracia”.
-Si. Intenté problematizar la discusión sobre las acciones afirmativas. Las políticas con perspectiva étnico-racial no tienen mucho tiempo. Desde hace tiempo hubo políticas para homogeneizar a la población. A partir de los años 80, con las disputas multiculturales y debates interculturales y las luchas negras, emergen movimientos para visibilizar sus demandas. A principios del siglo XXI, en Brasil se instituyen acciones afirmativas. Políticas orientadas a reducir desigualdades que permitan a poblaciones afro acceder al campo educativo por cupos o cuotas especiales. Esto se desarrolló en EEUU en los 60 pero en Brasil fue muy atacado el acceso a la escuela por mérito propio y no por un cupo. No estamos en contra del mérito, el alcanzar una posición social a partir del esfuerzo; lo que decimos es que hay sectores que sumidos en una desigualdad, que condicionan sus trayectorias educativas. Dubet habla de igualdad de oportunidades e igualdad de posiciones.
-Eso es otra cosa…
– Lo que se le pide al Estado es un impulso, en este caso acciones afirmativas que favorezcan las condiciones. La población afrodescendiente vive en desigualdades de posiciones sociales y oportunidades. Ahí se cae el discurso meritocrático. No todo depende de tus dones, tus talentos, sino que hay desigualdad estructural que condiciona trayectorias y elecciones personales.
-Es muy importante notar esto…
– Hay desigualdades de agencia que tiene que ver con dos cuestiones. En nuestra región no solo está mal repartido el acceso a bienes materiales, económicos y simbólicos sino a nivel político. Cuando se ve quienes participan y toman decisiones en el Estado, ¿tiene la cara multicultural de nuestra región? NO. Mientras más se asciende en esa estructura social, más blanca, más masculina y heterosexual es. Hay distintos grupos que son marginados de los espacios.
-Es falso que todos partimos del mismo lugar.
– El Estado necesita igualar las posiciones para poder acceder a trayectorias educativas para ue se concluyan los estudios. Por otra parte hay desigualdades ligadas a cuestiones personales. No todos podemos diseñar nuestra vida como queremos, donde queremos vivir. Esto es por cuenta de esa propia desigualdad.
-Hubo incremento en el racismo en Argentina?
-Aquí hay varias cuestiones para mirar. El racismo es un fenómeno complejo que no opera de la misma forma en todos los lugares. Hay una idea de que existen razas que es la base del racismo. El racismo postula que existen razas y dentro de esto hay inferiores y superiores, atribuyéndole determinados comportamientos éticos y morales. Esto es la base pero el racismo está marcado por lo que Rita Segato menciona respecto a las formaciones nacionales de alteridad. El racismo está marcado por cada contexto específico. No es lo mismo Argentina que Brasil. Cada país tiene su construcción de alteridad y sus otros internos. También hay que verlo contextualmente. En Argentina, se dice que no hay racismo porque se lo piensa con la lógica norteamericana.
-Es muy acertada esta visión.
– Acá no hubo segregación y no hay situaciones como la de George Floyd. Pero América Latina tuvo un gran proyecto racista que fue el de mestizaje. El disolver las huellas de africanismo e indigenismo al considerarlos que eran pueblos que no aportaban nada al desarrollo. Mientras uno asciende en la estructura, más blanco se es. No se debe a merito o talento sino a un país racializado que jerarquiza determinados rasgos y los asocia al poder construyendo privilegios simbólicos y materiales para determinados grupos en detrimento de otros. Este es un fenómeno estructural que se manifiesta de diferentes maneras. Nos ha acompañado en nuestra sociedad. El racismo siempre viene asociado a la discriminación. No toda discriminación es racismo pero todo racismo implica alguna discriminación.
-A ver….
– En sus diferentes modalidades, apartan a las personas. Hay racismo antinegro como contra poblaciones indígenas o gitanos. La manera en que opera el racismo es diferente según al contexto. La forma en que opera en los cuerpos es diferente. Se articula a otras desigualdades. En Argentina es el hecho de usar el color de piel para marcar a alguien como inferior, para extranjerizar o desnacionalizar a la persona. El color negro mismo te expulsa del imaginario de Nación. Esto también ocurre con personas de los pueblos originarios. En la base de estas prácticas está el racismo. No se las cuestiona, sino que se las ha naturalizado. Son formas de un racismo oculto, tan silencioso que pasa inadvertido. El hecho de que no se manifiesten episodios de racismo explícito no significa que no existan.