Cine: Sandra Gugliotta presenta su documental “El Proceso”. J´accuse!

Por Cecilia Inés Villarreal.

La jerga laboral está repleta de anglicismos como “burn out”, “bore out” y “brown out”.  Son las nuevas enfermedades del siglo XX que están intrínsecamente relacionadas con la salud mental. El desgano, la apatía y la abulia están entre los ingredientes que componen estos males contemporáneos. Estrés, ansiedad, agotamiento mental y desmotivación son los platos fuertes. No hay nada peor que sentirse inservible en un lugar, ser prescindible y no tener reconocimiento laboral. La sensación de ser invisible, sin importar lo que uno haga. Total… La metamorfosis de Gregorio Samsa termina por volverse una cruda realidad, trascendiendo el oscuro relato de Kafka.

Con ese nombre férreo y gris, “El Proceso”, última producción cinematográfica de Sandra Gugliotta en formato documental, narra los acontecimientos que desembocaron en el juicio contra France Telecom y a tres de sus ejecutivos por acoso moral a los trabajadores de la compañía. A lo largo de los años, varios empleados de esta empresa telefónica intentaron suicidarse. Muchos lograron su cometido, debido a las presiones ejercidas sobre ellos para renunciar. Estos retiros forzosos, disfrazados de voluntarios, son parte de diversas estrategias de management. Las humillaciones, el bullying y la asignación de tareas (o no) pasan a ser una tortura silenciosa que horada el cerebro de cualquier persona. Esta repetición sistemática puede producir consecuencias irremediables.

El film sigue el despliegue del juicio día a día, desde la perspectiva de las víctimas. La cámara de Gugliotta es humana y se pone a disposición de retratar las vidas de estas personas. La decisión de entrevistar a los protagonistas en sus casas es acertada en tanto brinda un marco de seriedad e intimidad al testimonio. Son hombres y mujeres de mediana edad (o incluso un poco mayores) que luchan para que sus protestas sean oídas. Quieren recuperar su dignidad y aguardan por un resarcimiento, que siente un precedente legal.

La fotografía hace hincapié en mostrar los testimonios de los denunciantes con respeto y delicadeza. La representación de los espacios crea sentido con esa dicotomía entre la frialdad de los Tribunales de París y la calidez del hogar de los empleados. La calma suburbana y la capital como lugar de anonimato son muy notables en el filme. Los diálogos, ya sea para las cámaras de televisión como para la película tienen sentimiento. No olvidemos que el caso tomó una repercusión mediática debido a la cantidad de suicidios documentados.

Segunda parte del díptico que conforma con “Retiros (In)Voluntarios (2020), que indagaba sobre la ola de suicidios en el país galo, ahora Gugliotta pone la lupa en el juicio a los empresarios de la compañía telefónica, causantes de todo. Ambos documentales abordan temas que van más allá de Francia, adoptando una dimensión global basados en políticas de avasallamiento de los derechos obtenidos en pos de un capitalismo salvaje y brutal que beneficia a muy pocos.

En un momento, Gugliotta se pregunta “¿qué sucede con la crueldad, con lo humano del trabajador?”. El interrogante causa impacta en tanto se lleva a cabo en la tierra de la “liberté, égalité y fraternité”. El avance de la extrema derecha, no solamente en Francia, es preocupante y amenaza la vulnerabilidad de los derechos de todo tipo. Por tal motivo, es necesario el debate para no permitir que avancen los dinosaurios.

Muchos dirán “esta película ya la vimos, ya la vivimos”. Lamentablemente, hay personas que no tienen memoria respecto a lo acontecido años anteriores. En la actualidad, los cuadros de estrés, infartos y ACVs se están expandiendo entre gente querida, gracias a las medidas económicas. Esperemos que la angustia ocasionada por el contexto no se cobre más víctimas entre los “ciudadano de a pie”.

Atrapante en su desarrollo, “El proceso” es una piedra cinematográfica en el zapato de un sistema de vida que oprime, en el que hay que seguir, cueste lo que cueste. Visibiliza las consecuencias de empleos que solo brindan un salario a cambio de la propia humanidad de los empleados.

Cine Gaumont. Avenida Rivadavia 1635. Del 28 de noviembre al miércoles 4 de diciembre, a las 12.45, 14.15 y 19.30 hs.

Cine Municipal Eco Select de La Plata. Del domingo 1 al miércoles 4 de diciembre, a las 18 h.

Ficha técnica.

Titulo original: El proceso. Guionista y Directora: Sandra Gugliotta. Con Patrick Ackerman, Jean Paul Tessoniere, Silvye Topaloff- Beatrice Pannier, Yves Minguy, Raphael Louvradoux, Francis Le Bras e Yonnel Dervin-Danielle Linhart. Productores: Sandra Gugliotta, Walter Tiepelmann, Mario Durrieu, Clarisse Tupin. Compañías productoras: Ojo Blindado (ARG), 996 Films (Arg), Paraiso Productions (FR). Fotografía: Carole Sainsard, Connie Martin. Sonido: Mónica Ross, Graciela Barrault. Montaje: Juan Loustaunau, Sandra Gugliotta, Miguel Colombo, Anna Rüegsegger. Origen: Argentina y Francia) Año: 2023. Duración: 70 minutos. Género: Documental. Calificación SAM13. Distribución Independiente.

Sandra Gugliotta: «Hay que reconstruir los vínculos humanos»

Tras la presentación de la película, la directora se abrió al diálogo con los periodistas presentes. Allí contó los entretelones de esta película cuyas problemáticas giran en torno al trabajo, el neoliberalismo y a la salud mental.

-Sandra, ¿cómo se dio esta filmación? Es una película de juicio sin juicio. No se puede visualizar la cámara.

Sandra Gugliotta  Monté una peli que parecía imposible y aburridísima porque era registrar qué había pasado con las privatizaciones en Entel en Francia. A partir de ahí, fue la búsqueda de cómo encontrarle una mirada humana en vez de sociológica. La primera película “Despidos (In) Voluntarios”- estaba vinculada a Francia y a Argentina. En cambio, “El Proceso” es exclusivamente sobre el juicio en Francia y toma entidad propia. En términos cinematográficos, es opuesta a la otra. Acá no hay gente hablando a cámara sino una cámara observadora de lo que está pasando. Hay muchísimo material. Esta película me hace sentir muy feliz. Estoy muy contenta porque fue la situación más imposible del mundo, el filmar un juicio que no se ve.

– En el tráiler, se nota la tristeza de haber visto suicidarse a compañeros de trabajo.

SG: Sí, también está la mirada sobre la otra parte (las víctimas) que le reprocha a los acusados su mirada fría. Hay mucho reclamo en tanto se sienten superiores. Estamos hablando de dos Francias: de los que saben, de los que llegaron… yo lo traduciría a “meritocracia”. Merecen ser lo que son. Los que empezaron de abajo pero no eran pobres. Por otra parte, están “los otros”, que son los ciudadanos de a pie, los nadies, los cualquiera. Los que son solamente un número y una variable de ajuste. No importa lo que les pase.  Me parece que la película se entiende sin hablar demasiado, en la repetición de los planos, de los cuerpos. Ese universo está puesto ahí. El tema es muy enorme y había que anclar unas ideas. Ese pasillo donde transcurre la historia es global, hacen cosas a ese otro y ese otro no merece ser contado.

– ¿Cómo surge hacer este díptico con el previo «Retiros (In)Voluntarios»?

SG: Básicamente a través de una noticia sobre los suicidios en Francia. Que este caso haya llegado al Tribunal de París, haya resistido una apelación, que 39 casos de suicidio estén documentados y los abogados que defienden a los acusados…Es todo muy importante. Son gente que constituye la France. Esos suicidios estaban muy bien documentados. No los podían acusar de que eran depresivos. Los casos eran fuertes. Eso es lo que me atrapó.

– En “Retiros (In) voluntarios” (2019) hay una “pata argentina”…

SG: Está la hipótesis del sociólogo Damian Pierbattisti que sostiene que, lo que ocurre en Argentina, es un “laboratorio” para lo que sucederá en otros lugares del mundo. Esa es la tesis de “Retiros (In) voluntarios”. Todas estas políticas de management y flexibilización laboral se traducen en éstos que, en realidad, son involuntarios. La presión es tal que obligan a la gente a dimitir o a aceptar retiros. Esto sucede en distintas empresas, en Telam, en el INCAA, etc. Además, hay una unión entre Argentina y Francia. Argentina es un país donde la sociedad se autopercibe culta, es valorada la educación y la salud pública. Hay un cariño por ciertas empresas, por lo que se construyó. Valora sus derechos humanos. De hecho, Francia se siente en peligro por el avance de la extrema derecha.

– Silvia Lamas estuvo en la producción de Retiros Involuntarios y es parte de la historia.

Silvia Lamas: Estuve en la génesis de todo. Arrancamos con la parte de Argentina de quienes sufrieron bullying. Fue shockeante porque no sabíamos que había pasado. Todo inició con el libro de Damian, «La privatización de los cuerpos». Era fuerte ver a las víctimas que podrían ser mi papá, mi tío… Les ofrecían la plata del retiro voluntario y después armaban el maxiquiosco, el parripollo…Incluso, se les ofrecía una pequeña capacitación. Había una pregunta que realizaba sistemáticamente: A algunos de los que se fue ¿le fue bien? No. Tengo miles de testimonios. Un señor llamado Alfredo me explicaba: “Toda la vida fuimos empleados de Entel.  No sabemos hacer otra cosa. Nos sueltan y somos pajaritos en libertad». No importa cuánta plata te den.

– Es una trampa. Dejás a alguien sin trabajo, sin derechos y de repente le decís «Tomá, ahora sos emprendedor», en un momento de devastación económica.

SG: Viendo la película da para pensar sobre la crueldad. En la película dicen «Soy un número» y me lo imaginé tatuado. Lo que siento hoy sobre la problemática del trabajo, de la crueldad, tiene que ver con la tendencia a la desaparición. Son sólo números.

-Tomás a un protagonista colectivo y le das una dimensión general. Además, ponés en escena a los sindicatos y les das entidad…

SG: Claro. El juicio se pudo llevar adelante porque había recursos económicos que pusieron los sindicatos a lo largo de estos años. Ellos decidieron seguir adelante con el reclamo, más allá de la pena, que es algo simbólico. ¿Esto está permitido en nombre de la modernización, de la viabilización económica de una empresa? ¿Cuál es el límite de la crueldad, qué pasa con lo humano del trabajador? ¿Cómo la justicia o el cuerpo social se planta y mira este tema? En eso se hace universal.

– Cualquier trabajador argentino se puede ver reflejado en esas tensiones. ..

SG: Por eso dejamos la cámara desprolija para que se vea la pelea entre una víctima y uno de los abogados. Ella dice que el abogado entra todos los días, todos los meses por esa puerta y era una provocación, una falta de respeto. Se muestra el acoso nuevamente con una sonrisa.

Por otra parte, pensamos que es importante comunicar que, aunque haya sido filmada en Francia, en idioma francés, habla de lo que nos pasa. Más, en relación con la gente de Aerolíneas, Cultura o cualquier empresa ya sea pública o privada.

– La película tiene una mirada triste, pesimista…

SG: Hay un personaje con un arco dramático que es Beatriz y está en el “camino de la heroína” en este caso. Vende sus libros en el supermercado con mucha dignidad. Anteriormente se había clavado un cuchillo en el estómago. Le pregunté cómo, teniendo una hija, pudo hacer eso y me respondió sobre el suicidio. Beatríz se transforma en una denunciante. Vive en un pueblo y siguió denunciando por años. Escribe libros y es conferencista. Habla sobre la resiliencia.

– El tema de la salud mental es algo sobre lo que nadie quiere hablar…

SL: Investigamos también en Colombia y Japón. Justamente, en empresas de este país oriental hasta pusieron redes para que los empleados no se arrojen al vacío…

– ¿Cómo sigue “El proceso”?

SG: La película la vamos a mostrar en diferentes lugares. Fueron muchos años hablando con ellos, del suicidio. Ellos querían en un punto, dar vuelta la página. Nosotros pasamos por juicios de lesa humanidad y ahora se ponen en duda cosas que ya estaban. Nuestras vidas son más importantes que las ganancias. Me parece fascinante poner en escena el juego de poder, la ley; que esto siente un precedente. La lucha sigue. Hay que reconstruir los vínculos humanos, ponerle nombre a todo. Inclusive, lo más chiquito. El mensaje es no naturalizar lo que pasa. No nos olvidemos. Estamos dando todo por hecho.

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