Novecento (Teatro)

El hombre de la trompeta


Dramaturgia: Alessandro Baricco. Versión y dirección: Javier Daulte. Con Dario Grandinetti. Vestuario: Ana Markarian. Iluminación: Matías Sendón. Diseño de escenografía: Alberto Negrín. Stage Manager y asistencia de dirección: Gabriel Gomez Nayar. Fotografía: Estudio SIsso Chouela. Comunicación visual: Gabriela Kogan. Diseño gráfico: Johanna Wolff. Asistencia de iluminación: Sebastián Francia. Asistencia de vestuario: Maria Jimena Acevedo. Producción gráfica: Romina Juejati. Producción ejecutiva: Damián Zaga. Producción general: Pablo Kompel. Dirección de Producción: Ariel Stolier. Supervisión de sonido: Pablo Abal. Dirección técnica: Jorge H Pérez Mascali


Teatro Metropolitan. Av. Corrientes 1343. Jueves y sábado, 20 hs, viernes 22 hs y domingo, 21 hs.


Él está ahí. Toma las riendas de un relato en el que lleva a cabo la voz cantante de la historia de un bebé –llamado Novecento- que fue abandonado en un barco, del cual nunca sintió necesidad de abandonar. Allí, dentro del buque, aprendió a tocar el piano como nadie. El texto de Alessandro Baricco –de por sí, de alta calidad-, necesita de un actor de excelencia, con todos los recursos necesarios para llevar adelante una empresa por demás complicada.


Darío Grandinetti se hace cargo de la voz de Tim Tooney, un trompetista testigo de las hazañas musicales de Novecento, con notable calidad. Dará vida a los diversos personajes que se interrelacionarán a lo largo de la puesta con una gran versatilidad. Y será justamente la gran actuación de Grandinetti la que permitirá sumergirnos en una puesta minimalista pero exacta en su concepción escenográfica. La iluminación, tan lograda como sutil, creada por Matias Sendon se convertirá prácticamente en un personaje más con el que el narrador dialogará a lo largo que dure su narrativa.


A medida que van pasando los minutos, la puesta se centra en Grandinetti y su excelente relato –amén del texto-, captando la atención de manera casi hipnótica. Como si fuera un cuento de aquellos en los que todas las situaciones están bien establecidas. La historia, el comienzo, el desarrollo, el nudo y su desenlace. Todo con los momentos de tensión e incertidumbre que amerita una buena historia. Será en este punto donde se aprecia la mano y la experiencia de Javier Daulte para llevar a cabo este unipersonal con precisión. Cada momento está retratado en su justa medida, llevando el axioma «menos es más» a su máxima expresión.
 
A todo esto, hay que tener en cuenta que Grandinetti no es el protagonista en tanto no se cuenta su historia sino que da curso a acontecimientos que él mismo había presenciado. Esa relación permite una distancia que irá variando pero que enriquecerá el relato de manera por demás efectiva. Él contaba lo que decía/hacía/vivía Novecento, como la forma en que describía lugares a los que había viajado mediante su imaginación, ya que él nunca puso un pie en la tierra. 
La musicalización, con predominio del jazz, es factor fundamental para la creación de una atmósfera subyugante.


“Novecento” es un unipersonal a cargo de Darío Grandinetti en el que le permite lucirse en un registro que enriquece su vasta y exitosa carrera.

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