Carlitos Balá: “Tiene que haber más programas para chicos y menos dibujos animados”

Es una leyenda viviente. Le hizo un “gestito de idea” a una gran cantidad de niños. Generaciones enteras han (hemos) crecido con sus sanas locuras que se han insertado en el inconsciente colectivo de un país. Carlitos Balá habló sobre su actualidad, los recuerdos de otras épocas y su deseo de hacer cine con un personaje por demás, particular.

Fotos: Cortesía de Rubén Carrera (¡¡¡gracias totales, Rubén!!!)


-Está ahora, con Panam, en la tele…
– Si. Fue Panam la que me ofreció participar en la tele. Siempre quiere hacer algo y trabajamos mucho. Es una excusa sin seguridad mia, no? Vale decir, ella me llama y me dice de hacer algo. Tal es asi que me dice de hacer giras pero si es muy lejos, se complica un poco más la cosa. Sin ninguna obligación. Igual tenemos una amistad con ella. Es una chica amorosa, con mucha vocación en lo que hace.

-¿Cómo ve la educación de los niños por la tele?
– Mirá, sacando el programa de Panam y alguno que otro, son todos dibujos animados. Muchos de ellos con personajes tétricos y voces fantasmales. No está bueno eso. Tendría que haber más programas para chicos y no tanto dibujo animado. Hay que enseñarle a los chicos, como cruzar la calle y hablar con la gente que le brinda la educación a la gente. Además, antes uno se conformaba con mucho menos. Ahora, con el celular, la PC, -todos  juguetes muy costosos-, hay que ver si sirven en su medida porque después se convierte en una adicción. Hay gente que no se separa de la máquina y el celular. Vas a la calle y está toda la gente mandando mensajes. Esto es continúo y es una adicción, aunque también es una comunicación. “Mamá, voy a ir a otro lado”, “Preparame la comida!”.

-Cuando usted tenía el chupetometro, íbamos los chicos y lo dejábamos ahí. Me parece que ahora, esa relación del niño y el artista se perdió, ¿no?
-Si. Es cierto. Daba consejos muy sanos yo. Creo que eso era importante. Además, premiarlo al chico. Siempre decía “acá nadie pierde, todos ganan”, para evitar que algún chico se sintiese humillado o triste si es que había perdido por poco. Trataba que todos ganen. Yo soy un tipo de paz. Me gusta la tranquilidad, el cariño, y que el chico se vaya contento. Me cuenta gente de todas las edades, muchos chicos de 30 o 40 que “salía corriendo del colegio para tomar la leche y ponerme frente al televisor para ver el programa” o “aprendí mucho de usted”. Agradecen mucho pero había que hacerlo. Había puesto maestras jardineras porque yo tenía muchos cambios de ropa, y estaban ellas para que los chicos no se aburran. Estaban con ellos, les contaban un cuento.

-¿Cual fue el personaje que más fácil le salió de todos los que había creado?
-Y…es Carlos Balá. El de “la neda” y el que es Carlitos Balá en si. Después estaba Petronilo como el hombre del interior, el Indeciso que no se decidía nunca, el Miserio, el Mago Mersoni. Pero el que más quiero es Carlitos, que mañana puede ser un tipo que vende chorizos en la Costanera o un cadete de una oficina.

-Siempre tuvo personajes que atraía a todos los públicos….
-Si, es cierto. Te cuento algo….la palabra más fuerte que dije en televisión fue “bolonqui”. Cuando lo dije, se me escapó. Es un léxico callejero, pero se me escapó. Terminé el programa y le dije al director, “que lastima que se me escapó esto!”. El director me dijo “no te preocupes y no hagas bolonqui!”. Mirá vos…¡con lo que se dice ahora….!

-¿Qué o quién lo hace reir?
-A la cabeza, Chaplin. Es un maestro. Aprendo mucho de Chaplin. Veo todo lo que hace. Tengo los CD, los casetes, los videos. Aprovechaba cada lugar que tenía. Si tenía dos metros, hacía algo intermedio. De aquí hasta allá, hacia algo intermedio, para no perder tiempo ni la distancia.

-Y de acá, ¿tuvo algún referente?
-Luis Sandrini, Pepe Biondi, que eran cómicos de vocación, tal como soy yo. No es por la guita ni por firmar un autógrafo. En mi caso, lo soy cuando estoy en la calle o me tomo un colectivo. El otro día, en un colectivo, les decía “dejen bajar a los que suben!”. Me miró el colectivero y le decía “Dejen bajar a los que suben”. O me pongo a cantar o vender una lapicera en broma.

-Cuando usted empezó con el show de Carlitos Balá para los niños, ¿dejó su faceta de actor?
-A mi me eligieron los chicos. Me considero un cómico de la familia. Me dicen que quiero a los chicos pero en realidad, quiero al ser humano. Para los chicos, teníamos un muñequito que lo manejaba una titiritera que decía que personaje iba a hacer Carlitos ese día. Un obrero, un mecánico, un dentista. Nos disfrazábamos de acuerdo a la profesión. Tenía una musiquita linda y dulce. Ahí los chicos empezaron a entrar y le dije al libretista, “dedicate a los chicos”. Ahí fue cuando quedé encasillado. Pero Petronilo no es un personaje para chicos sino que es para toda la familia. Lo mismo con el indeciso. «¿Que hago? ¿Me compro aceitunas verdes o negras? Mejor no me compro nada…¿o me hago un sándwich de pan lactal…negro o blanco? Uhhh». Son personajes para la familia y el público era la familia entera.


-¿Qué recuerdos tiene de Canuto Cañete?
Fue mi primera película. Hacia teatro, con ese título. No tenía nada que ver el argumento y lo iban a cambiar. Me acuerdo que lo hizo Abel Santa Cruz. La que hice en teatro fueron mil representaciones que era una comedia que venía de Francia, que la adaptaron acá para Florencio Parravicini. El sobrino del dueño de Argentina Sono Film, vino al teatro y se entusiasmó con mi personaje. Le dijeron a Abel Santa Cruz que escriba sobre Canuto Cañete y asi fue. Salieron tres, “Conscripto del siete”, “Los cuarenta ladrones” y “Detective Privado”.

-¿Alguna vez se le ocurrió hacer un drama?- Si, si, siempre. Me gustaría hacer de un psicópata, de un tipo que está en la cárcel. Propuestas no tuve. En general, te descubren cuando ya estas descubierto. Acá nadie te pregunta “Qué le gustaría hacer?”. Si triunfas por una cosa, te vienen a buscar todos.

-Carlos Belloso contaba que le pasó un poco lo mismo que a usted.
-Es cierto. Acá nadie descubre a nadie, como en Estados Unidos o Italia, que Vittorio de Sica que caminaba por la calle, agarraba un barrendero y lo hacía actuar, porque era un verdadero actor, haciendo de barrendero. Esto no pasa acá, donde se descubre lo descubierto.

-¿Cree que, hoy en día, se actúa de lo que es uno más que componer personajes?
– Se tendría que hacer y no se hace mucho. Hablamos de directores y hay uno solo, que es Campanella. Después no hay mucho más. No se si estarán dormidos o no los descubrieron todavía…pero no salió. La verdad, a mi me gustaría hacer de un psicópata en una cárcel, con cicatrices. Un tipo raro, afeitado, pelado. Un loco…o un enfermo. Quiero componer un personaje. Veo mucho cine y aprendí bastante de todo lo que veo. Acá se piensa que si sos cómico, no podes hacer drama. Una vez el dueño de Sono Film me dijo “Todos los cómicos quieren hacer drama” y ¿por qué no? Sandrini lo hizo y paremos de contar porque tampoco se explotó mucho. Se menosprecia mucho al cómico. Me encantaría hacer un personaje de loco o enfermo y componerlo, como hace, por ejemplo, Robert De Niro. Hacerlo, componerlo…siempre que sea una buena propuesta.

-Cuando justamente, lo más difícil es hacer reir…
– Es como que está menos cotizado. Fijate que en Estados Unidos, está Jim Carrey que es un fenómeno. Empezó haciendo comicidad y después explotó la magia que tiene, que no lo hace nadie.

-¿Usted era clown?
– No. Fui mucho a los circos y allí miraba mucho a los payasos. Me encantaban. Incluso más que los acróbatas. La comicidad la llevo muy adentro mio. La entiendo bien. Se cual es el momento para hacerla bien. El absurdo y el ridículo, lo aprovecho mucho en mi trabajo. Es mi especialidad.

-¿Le quedó ganas de trabajar con alguien en particular?
– A mi me gusta trabajar con profesionales. Que me den el pie, y que actúen. Parece que decir que hay un “segundo”, es para que otro se ofenda y no es asi. Es “segundo” como Javier Portales, con quien trabajé en una película con Palito. Son los que te dan el pie y conocen la comicidad. Horacio O’Connor…

-Humberto Ortiz cuando era Coquito…
– Si, pero era más improvisador. Yo era de llevar los libretos una semana antes. Ya lo llevaba estudiado al momento de leerlos. Lo leía y lo sabía de memoria. Era mi estilo asi. Pepe Diaz Lastra era otro gran actor.

-Nunca fue de improvisar, ¿no?
– Era de improvisar pero sobre lo que yo había estudiado. Improvisar es una sorpresa. Puede salir bien como mal. Mi primera improvisación fue en radio, en la Revista Dislocada, en 1955. Sin querer, estornudé. No se si era de nervios o qué y Delfor, rápido, dice “se resfrió?” y le dije “Si! Esto me pasa por bañarme descalzo”. Salió de chiripa. Si hubiese dicho “desnudo”, quedaba mal, como una guarangada. Pero me salió justo. A veces es suerte pero siempre sobre lo estudiado y ensayado. Sobre lo ya ensayado, no molestas a nadie.

-¿Su recuerdo de la Revista Dislocada?
– Hicimos varios años hasta que formamos «Farandulandia». Muchos nos fuimos ahí, los más intimos firmamos sabiendo que íbamos a hacer un éxito. Ahí entró Locati y el Gordo Porcel, imitándome a mi. Esto fue en el año 56.

-¿Diego Capusotto es el único humorista que hay, en la actualidad?
– Si. Creo que si y tiene su personalidad. Ya se lo veía en la época de Cha cha chá, cuando estaba con Alfredo Casero. Una vez, me propuso hacer televisión Casero. Me dijo “Te doy quince minutos de mi programa y hace lo que queres. Traete el libro, pone el personal que queres”. Quedó todo ahí. Había que improvisar mucho.

-El otro día, estaba escuchando el tributo que le hicieron los músicos de rock… (N de R: el disco se llama «Aqui llegó Balá)

– Son todos hinchas míos de chico. Fue muy lindo y muy emocionante cuando lo grabé. Lo hicimos en la casa de ellos, de los Autenticos Decadentes. Comimos unos sándwiches, contamos anécdotas pero la pasé muy bien. Unos pibes bárbaros.

-Si Carlitos Balá no era “Carlitos Bala”, ¿qué hubiese sido?
-Siempre algo para hacer el bien. Un buen médico, para curar a la gente que este enferma.


-Si tuviese la posibilidad hablar con el Carlitos que estaba haciendo “Canuto Cañete conscripto del siete”, ¿qué le diría?
– Fue mi primera película, mi primera experiencia. Era el único que filmaba en ese entonces. Había un parate en Sono Film, con telarañas por todos lados, en los camarines y los estudios. Estaba parado y podría decir que fui un pionero. Lo que no hice fue producir mis películas. Cuando vi que tenía tanto éxito, me podría haber producido yo mismo pero era tanto el entusiasmo de filmar y de darle comicidad a la gente, que me perdí esa oportunidad. Sabiendo que era éxito, ¿por qué iba a dejar que la haga otro?

-De Angueto y esos personajes, ¿tiene algún favorito en particular?
– Todos los que me salen bien y a la gente les gusta. Igualmente, tengo predilección por el pibe “Mamá, ¿cuando nos vamos?”. Un pibe bravo, difícil…..jajajajajjajajajjajajjajaja

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