Maximiliano Zago: “Me gusta el momento único que se da en el teatro”

Hizo tele, cine y teatro. Después de filmar “Congreso”, vuelve con las dos obras de teatro (“Tilt y los vidrios al suelo” y “Eso que se mueve tan despacio que parece quieto”) que lo mantuvieron activo el pasado año. Maximiliano Zago reflexiona sobre teatro, las relaciones humanas que tocan sus obras y de lo que se viene en su futuro.


– ¿Cómo es esta vuelta con «Tilt»?

– La vuelta de Tilt tiene que ver con muchos factores. No solo por la buena repercusión que tuvo en el público, sino porque es una obra que demando mucho trabajo creativo. Sentimos que recién ahora estamos sacándole el jugo a lo que construimos. Con el correr de las funciones, nos damos cuenta cuan viva está, y que es una rueda que no para de girar nunca. Actualmente seguimos cambiando cosas, corrigiendo, agregándole escenas.


– El texto de Ezequiel Tronconi, en “Tilt”, combina ironía y ternura…

– Es muy loco porque eso que decís lo descubrí recién cuando estrenamos. Es una obra que tuvo un proceso de un año y medio. A diferencia de “Eso que se mueve…”, no había un texto escrito, sino que lo íbamos construyendo entre todos. Pensábamos, tirábamos ideas e improvisábamos. Ezequiel Tronconi le iba dando forma a todo esto, dándole un contexto de teatro, de narración dramática. Si bien no perdíamos el punto de lo que estábamos contando, en un momento era como caminar sobre el precipicio. Obviamente, la desazón no era tal, ya que sabemos como trabaja Tronconi. Su estilo, su forma de escribir. Confiábamos en eso y en todas las miradas internas del grupo.


– Al día de hoy (y la obra lo muestra un poco), hay un apego «excesivo» a la adolescencia y más, por parte de los hombres. ¿Crees que es asi?

– Si totalmente. Hay mucho miedo a crecer. Crecer duele. Empezar a ser hombre, tomar tus decisiones, ser responsables netamente por ellas, aceptar la perdida de la adolescencia/juventud, es algo que nos cuesta aceptar, dejar ir.


– También volves con “Eso que se mueve….”, una obra que tiene una mirada muy especial del amor, no? Digo, no cae en lo «excesivamente romántico» y un final sorprendente…

– Jajaja… No es una obra especialmente romántica. Si bien tiene sus momentos pero toma el amor desde otro lugar. Aborda el amor hacia el otro, hacia uno mismo. Ahonda en el interrogante de que es el amor en definitiva. ¿Es amor o necesidad? El apego, y mucho también en un punto se combina con lo que hablábamos antes del “apego adolescente”. Acá es el apego a un gran amor y lo difícil y extremadamente doloroso que es dejar ir, soltar. 


– Puede ser que “Eso que se mueve….”, por hablar del amor, ¿sea más «inclusiva» que «Tilt»?

– Mira, creo que quizá “Eso que se mueve” tiene algo de sencillo y simple en su narrativa y en sus personajes más “cotidianos” si se quiere, que en un punto la puede hacer más cercana al espectador, mas intima. Pero “Tilt”, a través de un universo de personajes muy particulares también aborda temas universales como es el amor y la amistad. Detrás de todo su colorido, los personajes de “Tilt” transitan la universalidad de crecer. Que es el amor, dejar el apego, la adolescencia y hacerse cargo de su propia vida donde esos niños ya se convirtieron en adultos. 


– ¿Le haces algún retoque a los personajes al reestrenar una obra?

– Lo bueno que tienen los reestrenos, es que te reencontras con la historia como si fuera la primera vez, pero con un precedente en el cuerpo. Cuando uno está dentro del mundo, sumergido en él, tiene una visión mas impregnada de todo lo que fue trabajando y se va sucediendo con el tránsito de la obra, con lo que le pasa al público. Al alejarse unos meses de estos mundos y retomar, se encuentra con el material de una manera más madura, más limpia. Lo bueno que tiene eso es que volves a la fuente de la historia. Retocas pero para limpiar lo que sabes que funciona. Limpiar lo efectivo y volver a la fuente que es la historia que uno quiere y debe contar. A la raíz.

Las obras, si bien van creciendo con el ruedo, para mi lo importante es lograr que eso que está ocurriendo, ocurra por primera vez. Nunca había ocurrido ya que cada función es única. Una actriz que falleció el año pasado dijo una frase que viene al caso. “El teatro es ese viento que pasa, fugaz y del que no queda más documentación que lo que le ha sucedido al público y a los actores esa noche”.

Los reestrenos, en mi, sirven no solo para volver con dos obras que disfruto mucho hacer, sino como oportunidad de volver a la fuente, al impulso original de lo que estamos contando. Siempre uno aprovecha para mejorar cosas, ajustar otras que con el correr de las funciones se fueron transformando algunas en mejores y otras ensuciaron.

Uno nunca es el mismo durante un mismo día, por lo cual imaginate de domingo a domingo. ¡Nunca nada es igual! Por ese motivo también hay veces que, aunque parezca mentira, se te revelan fragmentos de la obra en la vida diaria, o mismo en la ultima función de golpe transitando lo que sucede, una luz se te enciende y decís: “guau, era esto”.


– ¿Podrías establecer alguna relación entre Mauricio y Ciro, los dos personajes de ambas obras?

– Rápidamente la relación que puedo establecer es cayendo en el juicio de “una inmadurez emocional” en ambos personajes. Los diferencia, además del carácter propio del personaje, como se vincula cada uno con esa parte inmadura emocionalmente. Mauricio es un personaje que la vida lo paso por arriba en el sentido que se encontró con 32 años y el seguía creyendo que tenia 21. Entonces el golpe fue tan grande que su manera “momentánea” de recibir el golpe fue aparentar un crecimiento desde la “forma”. Encontrar una novia más grande que él, madura, con un hijo, con responsabilidades que a él lo hacen sentir que es un “adulto”. Pero solo en la forma por que cuando se reencuentra con sus amigos, el fondo de el, todavía eclipsado en ese estilo de vida que ya no puede ser, lo pone en conflicto consigo mismo. Y con tener que DECIDIR. Algo difícil.

A Ciro le pasa algo similar, solamente que esa inmadurez emocional lo lleva a ver que la culpa, la responsabilidad no está en él, sino en el afuera. En su ex novia (Caro) por ejemplo. En lo que no pudo ser, lo que no fue. Sigue aferrado a algo que no le permite seguir adelante.


– ¿Cuál es la reacción de gente, frente a las obras?

– A la gente de ambas obras, en una primera observación, se la ve con una gran sonrisa. Tanto en una como en otra. En “Eso que se mueve…” ves la sonrisa entre mezclada con una sensibilidad movilizante.

Igualmente, más que lo que me dicen cuando terminan las funciones -que es muy lindo escucharlo-  me gusta sentir y observar lo que les pasa mientras están viviendo la función. Eso es lo más puro y genuino que existe. Ricardo Darín dijo, una vez en un reportaje que “el aplauso final es hermoso, pero entra dentro de la convención del teatro. Una carcajada y una lágrima en función, no es una convención. Es una realidad espontanea, viva. Le ocurre al publico sin control.”

Voy a eso. Cuando termina una obra, tanto como actor y como espectador lo digo, uno aplaude. Y no lo desmerezco, eh! No me gustaría que termine la obra y nadie aplauda jajaja. Pero voy a algo más íntimo y profundo que es eso que te ocurre en ese momento que lo hace único. Te reis, lloras, te aburrís, te dispersas, estas atónito, lo que fuere. Todo eso que ocurre es lo autentico. Las felicitaciones afuera del espectáculo no digo que no son autenticas, pero ya estamos condicionados por otros factores más humanos de relación con el otro, la máscara social.


– Contame un poco de «Congreso», la película en la que participaste el año pasado.

– Congreso fue una experiencia extraña. Y no por eso increíble. Fue una película que salió desde la entraña misma de cada uno de los personajes de la peli, del director y de cada uno del equipo. Fue contada por todos y cada uno sin discriminación. A partir de un “problema accidental” que tuvo el director Luis Fontal con el guion de otra película que había escrito, y apremiados por el tiempo que debíamos presentar la película en la tesis de la FADU, se construyó esta historia que, para asombro de todos, supero nuestras expectativas. La filmamos en tres semanas, El director corría y el mismo día, traía escrita la escena que íbamos a hacer; en otros momentos la construíamos entre los actores y Luis. Tronconi, que tiene una vasta experiencia en escritura, se sumo a colaborar con el guion. Hizo que fuera una experiencia que, por momentos -y eso lo hacía distinto-, sentía que no sabía para donde iba el barco. Confiaba en Luis como capitán y eso era todo lo que tenía para agarrarme.

Ahora cuando veo la peli terminada, editada y estrenada en el Festival de Mar del Plata del 2013, no dejo de sorprenderme y de deslumbrarme por la magia del cine. Me emociona porque cada escena de la peli tiene un “detrás de escena” tan intimo, propio y encierra recuerdos de una vida “pasada y feliz” que le dan un color muy propio.


– ¿Hay algo de televisión o cine en el horizonte?

– Nuestra profesión es tan dinámica que nunca se sabe. Hoy te digo si y mañana pasa algo y se cae, como al revés te digo no y mañana me estoy filmando. Por lo pronto, un cortometraje de Bruno Scabini es lo próximo en lo que vamos a estar trabajando, que es como la historia previa del largometraje que el escribió. Algo muy loco e interesante.


– Hablando de futuro, ¿habrá un Maxi Zago director de teatro?

– Ojala. Hace tiempo que vengo con los deseos de dirigir. No es que no haya encontrado distintos materiales que me hayan gustado hacerlo, todavía no me anime. No me siento preparado. Pero quizá en un futuro próximo, o como dice la canción de Serrat, quizá sea cosa de lanzarse y se hace camino al andar.


– ¿Cuando surge tu pasión por la actuación?

– Según mi madre desde los 4 años yo decía que quería ser actor. Según mi memoria y mi decisión consciente fue a los 15. Por lo cual, tengo 11 años en el medio que no se que paso! jajajaa. Creo que quería ser tantas cosas de chico (medico, policía, detective, campeón de karate, mecánico, mago, electricista, Batman, Superman, Aquaman) que elegí una que me permitiera jugar a ser todas esas otras.


– Si por la puerta del Abasto Social Club o el Espacio Urbano, entrase el pequeño Maxi Zago qué empezaba a estudiar actuación, ¿qué le dirías?

– Uff…que difícil. Creo que me diría: “que sorpresa” y al mismo tiempo me diría “Confia…suelta y dejate ir”


“Tilt y los vidrios al suelo”. Abasto Social Club. Yatay 666. Viernes, 23 hs.

“Eso que se mueve tan despacio que parece quieto”. Espacio Urbano. Acevedo 460 Domingos, 21hs

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