Protagoniza dos éxitos del teatro independiente como “La noche está muriendo” en El Crisol y “Pajarita” en el Teatro del Pueblo. Actríz y docente, fue de las primeras que realizó un unipersonal femenino sobre trata y violencia de género como “Alma”. Lorena Szekely desmenuza dos puestas exigentes al tiempo que reflexiona sobre las búsquedas del público y alumnado en el teatro, tras la pandemia, entre otros temas.
Fotos: Cecilia Inés Villarreal
-Lorena, al día de hoy, “La noche se está muriendo”, es una de las obras más importantes del teatro independiente…
-La realidad es que cuando uno toma obras y empieza a ensayar, te vas dando cuenta con el equipo, lo que se pueda generar o no. Esto más allá del resultado que se pueda tener. El éxito tiene que ver con ese proceso, el cual muchas veces, no se capitaliza. En el caso de “La noche…” disfrutamos mucho el proceso y, hoy en día, hacer las funciones. De entrada, fue un proyecto. El grupo que quería hacer crecer el espectáculo una vez estrenado. Era militar el trabajo, la difusión, todo. Nos involucramos todos en la creación de la obra. Estábamos en pandemia lo cual posibilitó la cocción del material. Empezamos a juntarnos hasta que hubo que parar en el 2021. Ahí fue, cuando nos quedamos en casa…
-…que se empezó a generar algo…
– Siempre hubo un deseo de trabajar sobre Lorca. Martín Ortíz (N de R: director y dramaturgo de la obra) quería hacerlo y esa era la propuesta. Su texto original era sobre poesía y lo había probado en la universidad con sus alumnos, pero no nos cerraba. Fue en casa que apareció la idea de “¿por qué no está Federico?” y después Margarita. Vimos una foto de Lorca y ¡Mario (N de R: Petrosini, coprotagonista de la puesta) tiene un aire a Federico! Buscamos material el cual Martín fue hilvanando.
– ¿Cómo fue ponerte en la piel de Margarita Xirgu?
– Me costó siempre esa mujer de otra época. Mi desafío fue encontrarle la vuelta. De a poco, lo fui disfrutando y me iba soltando en pos de encontrar su personalidad. Es notorio como fueron cambiando las actrices a través del tiempo, en la forma de actuar y componer los personajes. Vi “Bodas de sangre”, una película que protagonizaba, pero era muy aburrida. Era un tipo de actuación al cual intentamos ir pero nos miramos y no lo aguantábamos. Quedó entonces en esos diálogos un “jugar al teatro” que también le abre la puerta a esa otra parte. Entonces, es muy divertido eso.
-El paso del tiempo siempre favorece a las puestas desde su estreno…
-Hace un año que hacemos funciones y creció un montón. Esto, más allá de cómo decanta y la seguridad y el ritmo que se adquiere. En lo particular, siento que se sacó a los personajes del mármol para poner todo el foco en la relación que tenían. Ahí pusimos el ojo. Es lo más rico de la propuesta.
-Hay guiños muy interesantes con el público…
– Si, nos damos cuenta. Sabemos donde se ríe la gente, por ejemplo, cuando se lo nombra a Borges o al momento en que Federico está por volverse y dice “No se quedó Cristo y quieres que me quede yo”. La mención de las cucarachas para aludir a los fascistas… El público ríe y disfruta mucho de esos instantes. Es muy emotivo el viaje a las vidas de estos dos grandes y bajarlos del bronce.
– ¿Qué les dice el público cuando termina la función?
-Lo que sucede es realmente hermoso. La gente llora y se emociona. Hay mucho agradecimiento por el momento de magia y de reencuentro.
-Son personajes muy fuertes…
– Hay algo que nos pasa con Federico, que es impresionante. En cambio, a Margarita se la conoce menos. Hay unos textos de Margarita que me emocionan mucho. “Me habitan tantas palabras tuyas que no puedo olvidarlas, aunque quisiera. Y no puedo”. La obra de Lorca es inabarcable. Es enorme y visceral al tiempo que despierta imágenes de todo tipo. La gente que ama ese universo. Viene a ver la obra y se encuentra con este Lorca que hace Mario que, encima, es parecido físicamente. Es un gran laburo el que realiza.
-Con Lorca pasa algo porque la tiene difícil. Se lo lee en la secundaria y mal por lo que tiene que, con el paso del tiempo, reconciliarse con los alumnos….
– Por suerte, me pasó lo contrario. Tuve una gran profesora de literatura llamada Marta Montalti, que la tengo de amiga en FB. Fue quien me hizo conocer a Lorca y lo hizo muy bien. Después, por motus propio, leí “Bodas de sangre”, “Doña Rosita” y “Yerma”. Estaban todas en el mismo libro. Fue mi primer contacto con el teatro. Hicimos una función especial de “La noche…” para estudiantes del profesorado de literatura de la Universidad Nacional de General Sarmiento, en la que hablamos al respecto. Contamos la importancia de dar “bien” estos textos.
-¿Como sigue ahora la obra?
– Nos está yendo muy bien. Ya ha pasado un año y tenemos un público genuino. Nos proyectamos para todo el 2023. Hicimos funciones en Quilmes y Mar del Plata.
-Hoy en día hay muchas denominaciones para el teatro. ¿Podría decirse que “La noche…” es teatro clásico?
– No sé. Me mataste. Creo que si. Es un teatro apoyado totalmente en los actores, la palabra y la importancia del texto. Es para disfrutar de los actores a los que tenes a 30 cms que están desarrollando su trabajo. Nunca nos relajamos con Mario con la obra. Tenemos el ritual de tirar la letra por más que la sabemos. No se podría hacer “de taquito”, solo con “el oficio”. Tampoco me lo permito.
Ave de alto vuelo
– ¿Cómo es salir de Margarita para entrar en “Pajarita”?
– ¡Me encanta! Estrenamos “Pajarita” y a las dos o tres semanas, “La noche…”. Son dos personajes diferentes. Fue todo muy seguido. Por suerte, ambas obras están teniendo un muy buen reconocimiento del público, siendo obras independientes que suelen ser difíciles de sostener. Ambos proyectos fueron amasados en pandemia con muchísimo trabajo.
– ¡Hay que meterse en el mundo de Arlt!
-Hacer “Pajarita” es un gran desafío en varios sentidos. Tenes al club de fans de Arlt frente al que –creo- salimos airosos. Más aún Guille Parodi que reescribió “300 millones”. Te pueden amar como defenestrar ya que profundizamos mucho en la protagonista. En el original, es una sirvienta enferma de tuberculosis. Esto tiene que ver con la alimentación y su situación social, aunque tiene trabajo. Pero este no es el nudo. La muerte viene y le dice “si comías jamón del diablo, esto no te pasaría” y si es abusada. Nosotros pusimos el foco en el hambre. Hoy, noventa años después, estamos igual o peor. Empezamos a ensayarla en pandemia y hoy veo una mayor cantidad de gente durmiendo en la calle. Esto no puede esconderse en la obra. Podía pasar que no guste que se toque un tema incómodo, pero no nos importaba. Queríamos hablar de esto.
-Termina siendo una obra política.
– Si. Es muy política. Es más, Arlt era político. Se indagó profundamente en ese mundo y se dieron situaciones muy místicas…
– ¿Por ejemplo?
– Mirá, el Teatro del Pueblo se nos acercó cuando se enteraron que la estábamos ensayando. Pablo (N de R: Mariuzzi, coprotagonista de “Pajarita”) habló con Héctor Oliboni que percató que el año pasado era el 90 aniversario del estreno de “300 millones”. No fuimos nosotros los que nos avivamos. Además, el Teatro del Pueblo es el lugar perfecto para “Pajarita”. Es su casa. Esa mística se generó desde el primer día. En ese lugar, Barletta le había pedido la obra a Arlt y nosotros estábamos ahí 90 años más tarde. La obra causa algo. Hay gente a la que no le gusta todo o no la termina de entender, pero sale del teatro movilizada.
– Encima hay un chancho que anda volando….
– ¡Ah! ¡Lo del chancho! En el original, los 300 millones los hereda, en su sueño pero acá se los otorgaba. El tema era como hacerlos aparecer. Ahí fue que en los ensayos –probamos millones de cosas- pensamos en un chancho. ¿Qué más representativo que un chancho-alcancía?
– “La noche…” invita al diálogo apenas salís; “Pajarita” va decantando con el tiempo…
– Hay gente que, al igual que en “La noche…”, termina llorando. Me parece que, a diferencia de “La noche”, “Pajarita” no es tan lineal y cuenta con una atmósfera onírica, de ensueño, con distintas reacciones en el público. Es más fraccionada. Hay gente a la que le parte la cabeza o que le cae después. Otros salen con experiencias que han vivido en el ámbito del teatro desde una incomodidad, como si fueran cachetadas… “Pajarita” te desafía y te hace trabajar un poquito.
– Además, haces dupla actoral con Pablo Mariuzzi, tu marido…
– Es una experiencia hermosa. Nos conocemos desde hace tiempo. Fuimos al mismo secundario y era “el actor” del curso. Le pregunté donde estudiar y me respondió que estaba haciendo una obra. Fui a verlo a la Casa de la Cultura de Quilmes para los torneos bonaerenses. Ahí empecé a estudiar teatro con su grupo. Estudiamos, nos pusimos de novio, dimos clases juntos, pero decidimos actuar separados. Un día me llamó Virginia Innocenti, con quien estaba haciendo “La oscuridad de la razón” en el CCC. Me dijo “se bajó un actor y pensé en Pablo. ¿Crees que pueden andar?”. Pensé al respecto pero no le iba a sacar un trabajo. Laburamos juntos aunque no teníamos escenas juntos. Hoy, con “Pajarita”, es la primera vez que compartimos escenario y escenas. También tuve miedo y me pregunté si estábamos haciendo bien. Hoy la estamos pasando genial y es un lugar de reencuentro.
El público, el alumnado y el teatro
-Recién dijiste algo respecto al teatro que desafía al público. Hoy en día, ¿tenemos un teatro más complaciente o el público es más cómodo?
-Da para hablar mucho. Después de la pandemia, la gente volvió al teatro. Está yendo bastante. No hay que ser pesimista, pero hay tanta propuesta para quedarte en tu casa, con series y plataformas, que se complica todo. Ofertas que generan un espectador acorde. El teatro te invita a otra experiencia. No es lo mismo que quedarte en el sillón de tu casa, mirando una película.
-No podes poner “pausa”, irte a comer una papa frita y volver….
-¡Y no…! Al público le está costando mucho eso. Estar una hora sin celular. Después cuando hay algo que no entiende, se molesta. Parece que todo tiene que estar masticado. La verdad, como teatrista, no me gusta ver las cosas masticadas. La metáfora, el signo tiene que ver con el teatro.
-Sos docente. ¿Qué te piden tus alumnos? ¿Ser actores o famosos?
– Di clases en colegios secundarios. Me fascina trabajar con adolescentes. Con el secundario me pasó que, después de la pandemia, me costó un montón encontrarme con los chicos. Siempre les había gustado mi materia pero ahora no pasaba eso. Eran otros. No se enganchaban con nada. Hablé con otros profes y era generalizado. Por suerte, ya cambió esto. Igualmente, hay una idea del teatro ligado a “ser famoso”. “¿Haces teatro? ¡¿Estás en la tele?!”. Después se enganchan con la actividad. Cuando se genera el laburo en grupo en el adolescente y pueden contar una historia, como si fuera un rompecabezas, hay un cambio muy importante. De ahí, la importancia del teatro en la escuela secundaria. Ahora estoy trabajando en una tecnicatura de actuación del nivel terciario, en Quilmes, una escuela pública.
-¿Cómo viene todo por ahí?
– Aquí son chicos que eligen ser actores. Estoy en el último año y los acompaño en su proyecto de graduación. ¡Los veo tan entusiasmados! Desde que arrancan hay muchos que dejan porque vienen con una idea equivocada. Pablo los tiene en segundo año y yo en tercero. Les marcamos que es un camino muy personal. Como en cualquier carrera, depende de vos. El teléfono no te va a sonar de una. A veces hay suerte, pero son los menos. Lo entienden a lo largo del tiempo. En la escuela hicimos un cambio importante en tanto buscamos un perfil de alumno que entienda también esto. El poder generar proyectos. Ponemos mucho énfasis ahí. Salen con herramientas para que ellos arranquen, sin esperar que les suene el teléfono.
– ¿Son de ir al teatro?
-No. Les cuesta un montón. Siempre les cuento todo lo que veía en su momento. Ahora, por suerte, en el Teatro Municipal de Quilmes, hay muchas propuestas gratuitas, de calidad. Están yendo más, impulsados desde la escuela.
-¿Por qué se habla tanto de Pirandello cuando nosotros tenemos a un Discepolo?
-Hay un resurgimiento de Discepolo. Hace poco, hubo dos “Stefano” en cartel. Es nuestro autor, nuestro Shakespeare, ponele. Hay una idiosincrasia argentina de no bancarse lo propio.
El antes y después de “Alma”.
-Fuiste una precursora de los unipersonales femeninos con la temática de género y trata, con “Alma”. Fue en el 2012 en Vera Vera….
– Si! Era a las 22.30 h. Para mí, fue un antes y un después ese proyecto. No puedo hablar en pasado de “Alma” porque siempre resurge. Es muy loco. Suelo decir que ya hay un montón de obras así y que “quedó antigua”.
– ¿Pensabas eso?
– Si. Ahora la hice en Mar del Plata y me nominaron al Premio Estrella de Mar como Mejor Actriz Dramática por “Pajarita” y por “Alma” ¡Fue la primera en diez años! Hice cuatro funciones, a las 23 h pero, la verdad, los jurados vinieron y gustó mi trabajo. Fue una sorpresa y lo sentí como un reconocimiento enorme. Por eso, no puedo hablar en pasado. En aquél entonces, era muy significativa porque destapaba todo. Cuando la estrené, mi hijo Feli era muy chiquito. Recién la pudo ver en Mar del Plata. Al término de la función, me abrazó llorando. Que lo haya conmovido tanto, teniendo dieciséis años, siendo varón, me impactó. Se da la situación de gente que viene a ver alguna obra en la que estoy y enseguida me habla de “Alma”. Ahora es otra sociedad, pero la obra sigue presente.
– “Alma” antecedió a muchos de los unipersonales femeninos que vinieron después que, al fin y al cabo, fue un movimiento teatral…
– Se generó algo muy fuerte. Está bárbaro que aparezcan estos unipersonales con estas temáticas. Si siguen estando así, con la fuerza que la acompaña la gente, es porque siguen siendo necesarias.
-¿Vas a hacer alguna mini temporada de “Alma”?
– Nunca me lo propongo pero siempre sale.
-Hay unipersonales femeninos con una impronta personal y fuerte. ¿Por qué los hombres no tomaron este formato…? O se van directamente para el stand up.
– Creo que hay más actrices que actores. Es más difícil para la actriz el estar en el medio. A esto súmale el cambio de paradigma que hay en el tiempo que nos toca. También nos ponemos al hombro el querer ser actrices y generar nuestros proyectos. Eso lo lleva más adelante la mujer. El no esperar al príncipe azúl ni nada. Todo esto te lleva a la acción.
Por otra parte, hay un importante rescate de textos y personalidades que llevan adelante las mujeres, con el fin de visibilizarlas. La protagonista de este tiempo es la mujer. En Shakespeare, hay muy pocos personajes femeninos porque la mujer no actuaba. Cuando el teatro oficial quiere hacer los clásicos, hay trabajo para veinte actores y dos actrices. Analizando hoy en día, en esta nueva etapa, rescatan nuevas temáticas y escritoras, y la llevan a cabo.
Ayer, hoy y mañana
-Año 2023. ¿Cómo está Lorena Szekely como actriz?
– Es un gran momento en mi vida, con mucho disfrute. Voy recogiendo lo que fui sembrando. Soy una laburante y veo los resultados de ese camino. No solo como actriz sino que estoy adquiriendo “el oficio”, después de mucho tiempo de trabajo. Estoy disfrutando de una madurez general.
-Si no eras actriz, ¿que hubiera sido de tu vida?
– Uhhh. Soy la primera de la familia en ser actriz pero creo que abrimos el camino, que continúan la fila. Mi hijo Feli está haciendo una obra que es muy buena, de Aristides Vargas. Uno de mis hermanos es médico y el otro, estudió Comunicación. Pero yo estudié dos carreras, abogacía y teatro. Finalmente, opté por el teatro y mis padres siempre me acompañaron. Era la única artista de la familia. Para mis hijos, sería raro ser otra cosa por lo que se vive en nuestra casa.
-Te traen un formulario y te pregunta “profesión”. ¿Qué pones?
– ¡No sabes lo que me costó poner “actríz”! Ahora si lo pongo, pero me costó mucho. Solía poner “docente”. En realidad, hay que hacerse cargo que una es actriz aunque vivo de la docencia. Cuesta todo, pero soy actriz y docente.
-Si por la puerta de La Poesía, entrase la Lorena Szekely que estaba ensayando “Alma”, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?
– Que confíe en el trabajo, que se podía lograr. Fue, en ese entonces, una carta fuerte. Estaba en proyectos que no me convencían o se pinchaban. Fue tomar el toro por las astas. Se ensayó durante dos años y parecía que la cosa se caía, pero no. Le diría que no se frustre y siga laburando. Que no afloje ni se desilusione.
– “Pajarita”. Teatro del Pueblo. Lavalle 3636. Viernes, 20 h.
– “La noche se está muriendo”. Teatro El Crisol. Malabia Sábados, 20 h.
Vi Pajarita en la sala Haroldo Conti. Me encantó la obra y el trabajo de los dos actores. Felicitaciones
vi «la pajarita» en el teatro municipal de Quilmes y fue completamente preciosa y conmocionanate, vale completamente la pena ir a verla y deja mucho que pensar para bien