Teníamos ganas de volver a escuchar a una muy buena banda pero que, vaya uno a saber porqué motivo, no logró la masividad que se merecía.
Allá lejos y hace tiempo, en un año complicado como era el 2001, salía el cuarto disco de Blues Motel. Su nombre era “Malbec” y buscaba retomar la senda de su carrera tras su tercer y, quizás, incomprendido tercer álbum “Un tajo en la oreja”, donde dejaron de lado su esencia de rock de guitarras para experimentar con máquinas y nuevos sonidos. Más allá que “Un tajo….”, era un muy buen disco, no contó con el apoyo del público, un tanto sesgado en cierto “purismo” con respecto a lo que era/es ser “rockero”.
Con la experiencia de ese tercer disco y un retorno al sonido que la había colocado como una banda de nivel, Blues Motel sacaba catorce temas de muy buena calidad, donde el sonido es fundamental para lograr el resultado final. Al momento de sacar “Malbec”, la banda estaba compuesta por Gabriel –Gaba- Diaz en voz, armónica, flauta traversa y guitarra acústica; Adrián Herrera en primera guitarra, guitarra acústica y coros; Ariel Herrera en bajo; Rafael Gildenberger en batería y percusión; Andrés Casasco en guitarra y Sebastián Voyatijdes en piano y órgano Hammond. Con la excepción de “La locura”, todas las canciones fueron compuestas por la dupla Gaba Diaz-Adrián Herrera.
Entre los músicos invitados figuran Miguel Botafogo Vilanova, Mariano Esaín (guitarra y coros en “El indio” y guitarras en “Pastillas”) y Jorge Cicconi (percusión en “Miro”, “No hay luz” y “Demián & Abraxas”).
Guitarras acústicas abren el primer tema del disco que es “El indio”. La voz de Gabriel “Gaba” Diaz se la nota clara y limpia al tiempo que es precisa a lo que requiere cada canción. Con respecto a “El indio”, se puede apreciar que el sonido Stone –el comienzo recuerda a “Street Fighting Man”- sigue en la banda aunque se aprecian otras influencias como The Faces.
Con la batería al frente y el wah-wah sonando a pleno, dan cuenta de la intensidad de “Pastillas”, tema por demás elocuente en su letra respecto a medicaciones varias para poder lograr una autoestima perdida frente a una realidad que no se acomoda a lo que uno cree ser/merecer. “Te levantas un día especial/sacas del ropero el disfraz de ganador/pero la vida ya se encargó de patearte el culo” canta Gaba al tiempo que el ritmo del estribillo invita a un contoneo prácticamente irresistible.
El blues tiene su momento en “Tanto tiempo ausente” que tiene a Miguel Botafogo Vilanova como invitado en el pedal steel guitar. La canción databa de 1995 pero nunca había sido grabada en un disco de estudio hasta Malbec, cancelando una deuda con los fans a través de una versión excelente. En “Miro” hay guiños al blues más rural y al country, con la armónica formando parte de la melodía.
Con la experiencia de ese tercer disco y un retorno al sonido que la había colocado como una banda de nivel, Blues Motel sacaba catorce temas de muy buena calidad, donde el sonido es fundamental para lograr el resultado final. Al momento de sacar “Malbec”, la banda estaba compuesta por Gabriel –Gaba- Diaz en voz, armónica, flauta traversa y guitarra acústica; Adrián Herrera en primera guitarra, guitarra acústica y coros; Ariel Herrera en bajo; Rafael Gildenberger en batería y percusión; Andrés Casasco en guitarra y Sebastián Voyatijdes en piano y órgano Hammond. Con la excepción de “La locura”, todas las canciones fueron compuestas por la dupla Gaba Diaz-Adrián Herrera.
Entre los músicos invitados figuran Miguel Botafogo Vilanova, Mariano Esaín (guitarra y coros en “El indio” y guitarras en “Pastillas”) y Jorge Cicconi (percusión en “Miro”, “No hay luz” y “Demián & Abraxas”).
Guitarras acústicas abren el primer tema del disco que es “El indio”. La voz de Gabriel “Gaba” Diaz se la nota clara y limpia al tiempo que es precisa a lo que requiere cada canción. Con respecto a “El indio”, se puede apreciar que el sonido Stone –el comienzo recuerda a “Street Fighting Man”- sigue en la banda aunque se aprecian otras influencias como The Faces.
Con la batería al frente y el wah-wah sonando a pleno, dan cuenta de la intensidad de “Pastillas”, tema por demás elocuente en su letra respecto a medicaciones varias para poder lograr una autoestima perdida frente a una realidad que no se acomoda a lo que uno cree ser/merecer. “Te levantas un día especial/sacas del ropero el disfraz de ganador/pero la vida ya se encargó de patearte el culo” canta Gaba al tiempo que el ritmo del estribillo invita a un contoneo prácticamente irresistible.
El blues tiene su momento en “Tanto tiempo ausente” que tiene a Miguel Botafogo Vilanova como invitado en el pedal steel guitar. La canción databa de 1995 pero nunca había sido grabada en un disco de estudio hasta Malbec, cancelando una deuda con los fans a través de una versión excelente. En “Miro” hay guiños al blues más rural y al country, con la armónica formando parte de la melodía.
El piano y el teclado son los puntales en “No parece extraño”, una muy linda canción que sirve como oasis en el ritmo que venía teniendo el álbum, con una letra más introspectiva que da lugar a las dudas que surgen a través del tiempo y las decisiones a tomar. “En miles de actitudes diferentes tropecé/Cambié tantas veces de dirección…¿No parece extraño?”. El solo de guitarra acústica es sutil y atrapante.
Dentro de esta misma tónica, suena “La mañana después”, una balada trágica donde la relación de dependencia puede ser entre tan trágica como contradictoria. El dolor (“Quemaste mis sentidos. No los puedo hacer volver, ya mi espalda no lo aguanta”) y la imposibilidad de salir del laberinto (“no puedo ser tu ángel guardián, tampoco abrir la celda y escapar”) atraviesan los 4.42 minutos que dura la canción. Con “No hay luz”, tema dedicado a los hijos de los desaparecidos, hay un giro más folk con la flauta traversa dándole ese toque distintivo. La canción será de esas que uno se sumerge en recuerdos (No hay luna llena. Cuando el otoño, solo un recuerdo. Solo un recuerdo) frente a la ausencia de quien uno extraña (Tiempo que dura más de la cuenta. Nadie llora este paisaje. Nombre de ella). En cambio, en “La locura”, la melancolía invita a bailar un “lento” donde los teclados le ponen dramatismo a la canción y las guitarras juegan con la melodía.
Es notorio que en varias canciones, la voz de Gaba suena de diversas maneras, más allá del doblaje de la misma, efecto que suele realizarse. Esto da cuenta de la seriedad del trabajo realizado en estudio. Nuevamente hacemos hincapié en el sonido que obtuvo la banda en “Malbec”. El trabajo del reconocido Mario Breuer en la masterización del disco es por demás apreciable.
Con “Desperté” se vuelve al rock más tradicional, con el slide sonando a pleno y en “Llena de alma” tiene un ritmo sostenido, con guitarras bien fuertes al frente. En “El abismo” apunta al cliché del rebelde-violento y a tanto pseudo revolucionario que no mete las patas en el barro (Buscás pelearte en recitales pero no entendés que ahí no está la revolución. Mala costumbre la de estar al márgen, llevando en el pecho el tatuaje del Che). La letra es muy crítica hacia varios lados, como aquél que no puede salir de su estrechez intelectual (Quiero decirte que no lo estás haciendo bien. Dudo que esta canción pueda hacer algo por vos) y a la terquedad de continuar con una postura que no ayuda (Vos quemándote las manos por creer).
En cambio, “Demian & Abraxas” invita a bailar mientras la letra habla de una historia sórdida de drogas y sexo en sus más diversas manifestaciones (“Ayer cayó tu dealer preferido, que te proveía gratis para que se la des por atrás. Hoy estás solo y te terminó gustando. Publicaste tus servicios por Internet”). El título del tema es una alusión a “Demian”, la obra de Hermann Hesse donde Abraxas es un dios que une lo bueno con lo malo. De ahí, en el estribillo se escucha el “Todos somos ángeles y demonios. Todos somos belleza y espanto, como Demian y Abraxas”.
El clima reflexivo y contestatario del disco se resume en “Clonazepam”, una balada dramática y contundente. La voz desgarrada de Gaba inicia el tema con el piano llevando adelante la canción. Desde el mismo título, se alude al drama de las adicciones y a la relación de dependencia que implica. El pedido por resolver problemas de variada índole que induce a un camino de subordinación extrema (Sentáte a mirar como me odia el espejo. Clonazepam y miedos. Quedáte a contar lo poco que tengo. Clonazepam y agujeros. Ponéte a limpiar a todas mis miserias. Clonazepam y mugre). No en vano es el tema más largo del disco y también el más fuerte.
Dentro de esta misma tónica, suena “La mañana después”, una balada trágica donde la relación de dependencia puede ser entre tan trágica como contradictoria. El dolor (“Quemaste mis sentidos. No los puedo hacer volver, ya mi espalda no lo aguanta”) y la imposibilidad de salir del laberinto (“no puedo ser tu ángel guardián, tampoco abrir la celda y escapar”) atraviesan los 4.42 minutos que dura la canción. Con “No hay luz”, tema dedicado a los hijos de los desaparecidos, hay un giro más folk con la flauta traversa dándole ese toque distintivo. La canción será de esas que uno se sumerge en recuerdos (No hay luna llena. Cuando el otoño, solo un recuerdo. Solo un recuerdo) frente a la ausencia de quien uno extraña (Tiempo que dura más de la cuenta. Nadie llora este paisaje. Nombre de ella). En cambio, en “La locura”, la melancolía invita a bailar un “lento” donde los teclados le ponen dramatismo a la canción y las guitarras juegan con la melodía.
Es notorio que en varias canciones, la voz de Gaba suena de diversas maneras, más allá del doblaje de la misma, efecto que suele realizarse. Esto da cuenta de la seriedad del trabajo realizado en estudio. Nuevamente hacemos hincapié en el sonido que obtuvo la banda en “Malbec”. El trabajo del reconocido Mario Breuer en la masterización del disco es por demás apreciable.
Con “Desperté” se vuelve al rock más tradicional, con el slide sonando a pleno y en “Llena de alma” tiene un ritmo sostenido, con guitarras bien fuertes al frente. En “El abismo” apunta al cliché del rebelde-violento y a tanto pseudo revolucionario que no mete las patas en el barro (Buscás pelearte en recitales pero no entendés que ahí no está la revolución. Mala costumbre la de estar al márgen, llevando en el pecho el tatuaje del Che). La letra es muy crítica hacia varios lados, como aquél que no puede salir de su estrechez intelectual (Quiero decirte que no lo estás haciendo bien. Dudo que esta canción pueda hacer algo por vos) y a la terquedad de continuar con una postura que no ayuda (Vos quemándote las manos por creer).
En cambio, “Demian & Abraxas” invita a bailar mientras la letra habla de una historia sórdida de drogas y sexo en sus más diversas manifestaciones (“Ayer cayó tu dealer preferido, que te proveía gratis para que se la des por atrás. Hoy estás solo y te terminó gustando. Publicaste tus servicios por Internet”). El título del tema es una alusión a “Demian”, la obra de Hermann Hesse donde Abraxas es un dios que une lo bueno con lo malo. De ahí, en el estribillo se escucha el “Todos somos ángeles y demonios. Todos somos belleza y espanto, como Demian y Abraxas”.
El clima reflexivo y contestatario del disco se resume en “Clonazepam”, una balada dramática y contundente. La voz desgarrada de Gaba inicia el tema con el piano llevando adelante la canción. Desde el mismo título, se alude al drama de las adicciones y a la relación de dependencia que implica. El pedido por resolver problemas de variada índole que induce a un camino de subordinación extrema (Sentáte a mirar como me odia el espejo. Clonazepam y miedos. Quedáte a contar lo poco que tengo. Clonazepam y agujeros. Ponéte a limpiar a todas mis miserias. Clonazepam y mugre). No en vano es el tema más largo del disco y también el más fuerte.
El disco cierra con “Brujos”, con un ritmo animado y un marcado deseo de mejora para el futuro que aproxima (Vamos a cantar por los que vinieron, por quienes trajeron la más blanca luz). Recordemos que este disco fue editado en el 2001.
En momentos donde se espera con ansia la llegada de los Rolling Stones a la Argentina, quisimos recordar a una banda de muy buenos músicos pero que cargaron con el estigma de “banda rolinga”. Más allá de su gusto por los Stones (y Faces, Zeppelin y Beatles), Blues Motel es una banda excelente que da gusto verla en vivo. Más aún si suenan algunos temas de “Malbec”, un disco imperdible de puro rock and roll.
Ah! Hoy en día, año 2020, en el documental «Rolling Stones. Ole, ole, olé» -Netflix- se produce «el sueño del pibe»: Gaba se encuentra con Mick Jagger…..
Aqui, «Malbec», completo para escucharlo una y otra vez.