Títeres Porno (Teatro)

Sex Toys

Celcit. Moreno 341. Sábado, 23 hs.
El sexo siempre fue motivo de obras y tabúes asi como de fantasías encontradas, frustradas y reprimidas. Pero no se preocupen, damas y caballeros, han llegado unos títeres que ponen blanco sobre negro (entre tantas cosas) en estas cuestiones. Asi, el sexo explícito, sin sutilezas, es el movil de estos simpáticos títeres que tomarán todos lo que muchos querían poner de sexo sobre las tablas pero nunca se animaron. 

Las historias irán desde esa relación nunca bien explicada entre Batman y Robin hasta cierto complejo de Estocolmo al revés, entre un policía y una mujer rescatada de su cautiverio, pasando por esa fantasía del plomero y la dama, con un caballero de armas portar. La música, que irá desde el “Down with my baby” de Kevin Johansen hasta el “Lady Marmalade”, serán parte fundamental de la puesta, que jugará con lo dicho, lo omitido y  lo sugerido antes de pasar “a los bifes” directamente.

Los muñecos son creaciones fantásticas, que cuentan con su propia expresividad, más allá del matiz que le da la mano que mece la criatura. La fisonomía de los mismos es jugada, ilustrativa y clara, con los miembros bien concebidos pero sin caer en ningún momento en la chabacanería. Aquí, el contrato es el humor a través de situaciones extremas de la fantasía sexual de gran parte de la población. Ni hablar cuando algún títere interactúa con el público a través de algún diálogo bien picante, pero nunca sin faltar el respeto. Los manipuladores de los títeres manejan con plasticidad y gracia a los distintos personajes que transitan cada una de las historias que se cuentan. La imaginación en los movimientos y la simpatía con que le ponen la voz a los personajes son un plus que permite la diversión de los presentes y el mantener la puesta en los carriles del humor, sin ningún tipo de golpe bajo o de efecto al respecto.
El grupo “69 a la Cabeza” creó “Titeres porno” con el buen gusto de quienes saben que tienen en la mano un tema que, mal manejado, se podría ir a cualquier lado. La sapiencia del grupo hace que los sesenta minutos que dura la obra pasen volando y la satisfacción de presenciar semejante espectáculo pueda considerarse “orgásmica”

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