Las relaciones entre hermanas siempre son un interrogante a desarrollar en el cine. En este caso, Teresa, Amanda y Ema son tres hermanas que se reencuentran tras la muerte de su madre en la casa de la infancia. Allí quedan encerradas por accidente y comienza el devenir de situaciones que estuvieron bajo la alfombra a lo largo de los años. La tensión provocada por la necesidad de verse por un acontecimiento que las supera y la posterior continuidad de cada una de sus vidas, se enmarcan en una película que cuenta con muy buenos diálogos donde el humor y el drama se entremezclan sutilmente. De tal forma, lo que para unos será gracioso, para otros será triste pero siempre con un texto maduro y serio, que no cae en golpes bajos ni en estereotipos.
La película tiene mucho de teatro, por los espacios utilizados pero ojo, a no confundirse, no es una obra de teatro filmada (algo que ocurrió un poco con “Un Dios Salvaje”, de Polanski), sino por su lenguaje y porque las actrices tienen una vasta experiencia en dichas lides. Es un film pequeño pero que de una profundidad por demás destacable. Mantiene su calidez a pesar de la fortaleza de un guion que pone de manifiesto algunas de las miserias que surgen entre las personas –por más que sean hermanos- ante la muerte y la herencia a repartir. Los personajes son fácilmente identificables y reconocibles, logrando una proximidad que tiene en la sutileza su mayor logro. Esta reside en combinar en el guión, con maestría, la risa y el llanto para situaciones que pueden llegar a ser absurdas pero con un contexto de realidad palpable. ¿Acaso nadie conoce o tuvo un pariente que pide plata cuando todavía no velaron al muerto?
El hecho que haya sido filmada en blanco y negro, permite otra aproximación a lo acontecido, con mayor intimidad y también realismo.
Las actuaciones son un punto importantísimo de la película para dar cuenta de las tres hermanas. Vanesa Weinberg es Amanda, la que siguió el designio social de casarse y tener hijos aunque oculta que es lo único que podía hacer de su vida. Aunque ella crea que está para “grandes logros” –que nunca llegan-, lidia con un marido que siempre tiene “mala suerte en sus proyectos” y deba dinero a todo el mundo. Por su parte, Nora Zinski es Ema, la que viajó y realizó sus proyectos personales, basados en una carrera profesional y mundo aunque su vida tenga un terrible hueco en el plano afectivo. Finalmente, la hermana menor es Teresa, encarnada por Eugenia Guerty, que vuelve a salir de la comedia, con muy buenos resultados. Teresa no se resigna a perder su rol de hija ante la muerte de su mamá y se siente desprotegida frente a un futuro que le explotó en las manos. Muy interesante es el hecho que casi no sale de una pileta durante el desarrollo de la película, sintiéndose segura en la Pelopincho, frente a un mundo hostil.
“Nosotras sin mamá” es un muy buen debut para Eugenia Sueiro, en tanto directora y guionista de la película, logrando una película disfrutable de principio a fin.
Ficha técnica
Con Eugenia Guerty, Vanesa Weinberg, Nora Zinski, César Bordón, Pacho Guerty y Angelo Rizzi. Producción Ejecutiva: Verónica Sabán. Dirección de Fotografía: Paola Rizzi. Montaje: Marcela Sáenz. Sonido: Fernando Soldevila. Música: Alejandro Franov. Dirección de arte: Eugenia Sueiro. Vestuario: Roberta Pesci. Maquillaje y Peinado: Diana Tittaferrante. Jefe de Producción: Ivan Eibuszyc. Asistente de dirección: Natalia Urruty. Casting: Natalia Smirnoff. Producción Comercial: Daniel Botti. Guión y Dirección: Eugenia Sueiro. Origen: Argentina. Año: 2011. Blanco y negro. Duración: 70 minutos.
Cines: Gaumont, Showcase Norte, Hoyts Quilmes, Village Avellaneda y Cinemark