El caso Luciano Arruga no fue uno más. El 31 de enero de 2009, Luciano tenía que ir a la casa de su hermana Vanesa. Nunca llegó. Un chico desaparecido y asesinado en democracia por la Policía de la Provincia de Buenos Aires. La «Bonaerense», como es tristemente conocida. Ya había tenido inconvenientes con la ley, al negarse a robar para la poli y preferir su rutina de cartonear por la zona de Lomas del Mirador.
El documental pergeñado por Ana Fraile y Lucas Scavino da cuenta de la búsqueda de Vanesa junto a su mamá y amigos de la familia para dar cuenta del paradero de Luciano. Opresivo y esclarecedor, parte del juicio a los acusados del asesinato, con el testimonio de Vanesa.
Desde ese momento, la cámara tomó en consideración todas las acciones realizadas por la familia y el grupo de amigos. No se teme en mostrar como se encara el camino de búsqueda de justicia y de como las puertas se cerraban. Inclusive, con viaje a Ginebra para encontrarse con la ONU por el tema. Se mete tanto en la organización de eventos que llamen la atención de lo ocurrido como en esos momentos más íntimos e ilustrativos como la discusión con un fiscal respecto al cariz que estaba tomando la causa.
Al respecto, es menester tomar en consideración dos puntos. Primeramente, es una desaparición ocurrida en un período democrático. En tal sentido, es apreciable la forma en que el poder político, judicial y mediático se hicieron los distraídos frente al caso Arruga.
Por otra parte, es notoria la criminalización de la pobreza. El pobre como enemigo o paria de la sociedad al cual hay que humillar y desaparecer, por parte de los Aparatos Represivos del Estado, tal como la policía. En tal sentido, esto va más allá de las complicidades propias del Estado sino también de personas -¿gente como uno?- que miran para otro lado, haciendo uso y abuso del ombliguismo clase media/alta. Es elocuente la escena en que los vecinos se desplazan al destacamento de policía -transformado en casa de la memoria por Luciano Arruga- para increpar a los familiares y amigos. Los insulta y les dicen «la tranquilidad se acabó cuando llegaron ustedes a hacer ruido«. ¿Qué clase de tranquilidad quería esta señora? ¿La del «no te metas», «por algo será» o «algo habrán hecho»? Esto va más allá de la grieta.
Otro momento por demás poderoso es la noticia de la aparición del cuerpo de Luciano, dejado en una morgue como NN y la descripción que se hace de los momentos previos antes de cruzar la autopista en la cual encuentra la muerte. La secuencia es tan terrible como conmovedora.
La importancia de Pablo Pimentel -referente de los Derechos Humanos- asi como la participación de Adolfo Perez Esquivel y Nora Cortiñas muestra la importancia del caso. De más está decir que el Estado es culpable de la desaparición de personas en democracia.
Absolutamente conmovedor de principio a fín, «¿Quién mató a mi hermano?» es un documental tan necesario como esclarecedor. Más aún, en tiempos de discurso de mano dura y discriminación al «diferente», al que «no es como yo», por parte de las autoridades gubernamentales como de los medios de comunicación.
Ficha técnica:
Titulo original: ¿Quién mató a mi hermano? Año: 2019. Guión y dirección: Ana Fraile y Lucas Scavino. Con Vanesa Orieta, Mónica Alegre, Pablo Pimentel, Nora Cortiñas, Adolfo Perez Esquivel Género: Documental. Duración: 88 minutos. Origen: Argentina.
Cine: Paramount Caseros (18 hs), Espacio INCAA Quilmes (18 hs) y Espacio INCAA Sala Gaumont (17 hs)