Marcelo Savignone: Nuevos horizontes para un creador.

Actor y director de reconocido prestigio, encara dos desafíos que abre su carrera hacia otros horizontes. Marcelo Savignone atraviesa el 2018 presentando “Ensueño”, un espectáculo de danza para el Teatro San Martín con música de Diego Frenkel y “Cruel”, su versión de Ricardo III de William Shakespeare, en el Centro Cultural Recoleta. Un Savignone reload en un año que, quizás, sea bisagra en su carrera.

Entrevista realizada junto a Azucena Ester Joffe (Luna Teatral)

-Marcelo, ¿en qué momento de tu carrera te encuentran tanto “Cruel” como “Ensueño”?

– Me da la sensación que en un momento muy importante, como creador. La sensación de estar plasmando ese universo en el que venía indagando. Es como si hubiese adquirido un grado de madurez, más allá de los resultados que se puedan obtener. El llegar a decir “este es un teatro que me interpela, que me da ganas”. Ésta es la forma de acercarme a la escena que quiero. En los otros trabajos era “por acá viene la coreografía, el movimiento…”. Hoy, con Ricardo/Cruel, siento que es “esto” lo que estaba buscando”. Lo mismo con “Ensueño” pero más con el movimiento en si mismo.

-¿Cómo está “Cruel” ahora, tras el estreno?

– Está bárbaro, buenísimo. Hemos trabajado mucho con la capilla del Recoleta por la acústica. Seguimos ensayando, redireccionado algunas cosas. Está creciendo mucho la obra. Al ser tan cercano el material, es un poco espeluznante. Cuando Ricardo manipula al pueblo, diciéndole todo lo que quieren escuchar y meto a la Iglesia, después de la función me siento como la mona…

-¿Por qué?

-Es la primera vez que me toca habitar a un ser tan despreciable. Termina la función…y no me siento “bien”…(risas). Digo, estoy muy agradecido de hacer teatro pero otra parte, queda perturbado por la cercanía tan próxima a la realidad. Me golpea en ese sentido. Me siento próximo a un pueblo manipulado.

-«Cruel» es un Ricardo III que lo venis trabajando desde hace rato, con ensayos abiertos…

– Me gusta la idea de ir cotejando cómo va el proceso. Me atrae mucho escuchar lo que se observa. A esos ensayos viene gente con quien tengo una cercanía. Me gusta escuchar lo que dicen y siento que, realmente, puedo crecer. No me quedo en mi idea de lo que quiero como espectáculo sino que quiero un teatro que existe porque hay intercambio. Más allá del gusto, que dialogue con el presente y con quien acompañan ese presente.

-Esto no es común….

– …siempre hubo algo así. Con “Vania” habíamos mostrado algún ensayo, con “La Gaviota” hicimos algún work in progress. Siempre me interesó el poder mostrar lo que vamos trabajando. Como dirijo y actúo, también es una forma de no dirigir. Es decir “ok, ponete las pilas que hoy actuas” (risas). Después se termina el ensayo y se dialoga. “Observé esto, vi aquello” y ahí me quedo pensando al respecto. Después, tomo decisiones que tienen que ver con lo que estoy buscando. A veces, uno produce un signo contrario a lo que está buscando. Eso me interpela y me hace preguntar “¿quiero ese signo?”, “¿por qué aparece?”. De esa manera es como considero que va a ser una forma más habitual para mi llevar adelante los procesos de creación, abriéndolos.

-Es muy distinto “Cruel” -foto abajo- de lo que fue en el teatro Belisario, en el marco de los ensayos abiertos y como se llevó al Recoleta.

– Si. Hubo que redireccionar algunas cosas. Belisario es el lugar de las ideas. A veces van a buscar y otras se quedan acá. Con Cruel se ganó un premio y se pudo armar un espectáculo más completo.

-¿Te pasó el crear un espectáculo acá, en Belisario, llevarlo a otro lado y que esté mejor aquí?

– A ver…Dejame pensar….“Suerte” lo hicimos en varios espacios pero acá, en Belisario, la gente estaba entrando y caía yo del techo, ahorcado. Con “HxH”, lo que producía la no-luz era muy bueno. Se entraba en un teatrito y de repente se convertía en todo un universo. La iluminación fue muy trabajada. En otros lugares se puede adquirir otras dinámicas pero estas obras acá fueron muy poderosas.

-Hiciste una trilogía con Chejov, ¿ahora se viene otra trilogía con Shakespeare?

– Hmmmm. Se verá con el tiempo… (sonrisa cómplice).

-¿Qué te dice la gente cuando termina la obra?

– Es increíble porque me preguntan “¿Cambiaron los textos?” y la verdad es que…no. Suena así….Por otro lado, este espectáculo, que tiene máscara y movimiento, está consolidado como una única pieza. Muchas personas que se acercan por primera vez a mi trabajo se sorprenden al respecto. Se valora mucho esa sensación de mucho trabajo detrás. Además,  está la cuestión de haber encarado un clásico con mucha vitalidad. Eso es lo que mas se destaca. Tuve muy buena recepción con este material a diferencia de otros, que se polarizaban un poco más.

-Hablas de la polarización de “Cruel”. ¿Qué ocurrió con “Ensueño” en el Teatro San Martín -foto abajo-?

– Ahí está más polarizado. Algunos quedan fascinados y otros esperaban más. En mi caso, fue un desafío enorme trabajar con el ballet del Teatro San Martín. Me da la sensación que, más allá del resultado, lo realizado estuvo a la altura. Está ahí. Lo comparto con una coreógrafa que se dedica a eso. Armé las coreografías sin ser coreógrafo. Ojo, no lo levanto como una bandera sino como que hice una labor muy ardua, de armar un espectáculo de cuarenta y cinco minutos, con sus cosas buenas y sus debilidades. Está más polarizado “Ensueño” que, a diferencia de “Cruel”, que está más encaminado.

-Esta polarización implica que «Ensueño» no pasó desapercibido y algo despertó.

-Si. Como un riesgo de parte del ballet y mío, valió la pena. Si me pongo a pensarlo un poco, fue de un enorme coraje el ir adelante con una propuesta con el Ballet Contemporáneo sin tener una formación de ballet y trabajar con treinta bailarines y bailarinas. Podría haber cerrado con diez o quince bailarines y cerrar un relato dramático más contundente pero trabajé con el cuerpo de baile. Nadie puede negar que ellos estén fantásticos. Para mi, eso es muy bueno. Trabajamos en grupo, como en construcción. Hicimos trabajo de máscaras asi como un proceso fantástico de búsqueda. Me encontré trabajando como lo hago acá, en Belisario. Ahora ya tengo en mente otra obra de danza. Tengo abierto ese universo ahora. Fue una hermosa experiencia.

-Tus obras tienen mucho movimiento y “Ensueño” fue el broche para varias ideas que venías planteando. ¿Es una dramaturgia del movimiento?

– Lo pensé como una obra de movimiento dramático. El movimiento tiene un contenido emocional. Esa fue mi brújula de trabajo, ubicando las coreografías, tomando mucho de su movimiento y el placer del mismo. Fue componer desde ahí. Mi idea era esa oficina de museo y ese museo, con los mitos, para construir desde ahí

-¿Tenías una idea de antemano de lo que querías transmitir o se fue armando a partir de la improvisación?

– La idea de la trama ya estaba. Un museo de mitos latinoamericanos donde, cada tanto, éstos cobraban vida. Eso se desprendía de la narración a partir de la cual cobraba sentido “la luz mala” y demás cosas. De ahí se desprendían los mandatos como otras zonas de narración. Por eso surge la escena de mujeres rompiendo mandatos. Después, pasamos a un vestuario que es más de mito personal donde cada uno le encuentra algo más de sentido a esta existencia y se las arregla para vivir y dejar de sobrevivir. De ahí la unificación del vestuario. Ese ocre al blanco de los mitos y de ahí, a algo más ceñido al cuerpo que habla de cada bailarín. Trabajé mucho con el placer de ellos y su movimiento. Por eso, “La llorona” se compuso de manera más dinámica. Les dije que “lean esto y pongamoslo”. Así fue el proceso. Quedé con una relación muy profunda con el Ballet. Más allá del resultado, también me invita a crear. El encuentro con las personas que están ahí, que ponen el cuerpo, que quieren esto o aquello, y producir una creación que nos invita a pensarnos. Fue muy interesante como proceso de creación.

– ¿Cómo tomó esto el ambiente de la danza contemporánea?

– Al no ser del palo, creo que debe jugar un poco eso, pero vengo haciendo obras de movimiento toda mi vida. No he charlado de manera directa con gente que venga de la danza contemporánea. Me he enterado de alguna cosita pero todas las devoluciones fueron buenas. En mi caso, no fui a ocupar “el lugar de nadie” sino que hice mi trabajo. Vi alguna que otra chicana pero, la verdad, prefiero ubicarme en otro lado, que no me haga daño. Voy a seguir haciendo obras de movimiento igualmente.

-La respuesta del Ballet fue muy buena.

– Si! Y los allegados al Ballet quedaron encantados. La dirección quedó contenta con mi trabajo. La recepción en general fue muy buena. Ellos la pasan muy bien al igual que yo, como director. Creo que la obra tiene mucho sentido del humor. Además, es muy dinámica y hablando musicalmente, es armónica asi como orgánica. Hice un único movimiento. Hay algo de eso y creo que es meritorio. Cuando voy a verla, disfruto la organicidad. La dirección está pensada desde ahí. En mi caso, con ambos espectáculos, llegué a un lugar determinado. Este es mi trabajo y va más allá de las etiquetas.

-¿Cómo fue trabajar con Diego Frenkel para la música de “Ensueño”?

– Muy bien. Lo conozco porque, en algún momento, los chicos del Descueve entrenaron conmigo. Me pidieron que les de improvisación. Una vez, con “Patito Feo”, no pudo ir Juan Minujin a Rosario y lo terminé reemplazando. Entonces ahí quedamos en buena relación. Diego manda a uno de sus hijos al mismo colegio que va uno de los míos, por lo que nos cruzábamos. Además, siempre me gustó lo que él hace con la música. Era un buen momento para poder incorporar la música de Diego. Asi fue.

-¿Metiste algo en la concepción de la música?

– No, no. Nos juntamos para algunas cosas. Siempre me gustó mucho la guitarra de Diego y lo fuimos metiendo. Su rítmica y su forma de tocar la guitarra. La verdad, la pasamos bárbaro. Empezamos a reunirnos a fines del año pasado y para marzo, abril empezamos a trabajar en la composición de la música. Diego utilizó mucha música electrónica asi como diversos efectos en la pedalera para su guitarra.

-En tu larga carrera, ¿tenes una obra “maldita”, en el sentido que es una obra que estuvo muy bien pero por algún motivo, no tuvo la repercusión que esperabas?

– Hubo obras que fueron muy queridas por mi y que por no venir público, dejaron de existir. Una de ellas es “Brazos quiebran”, que la había visto Miguel Elías, -actual codirector del Ballet del San Martín-, en el 2004. Es de esas obras que uno hace, viene gente, la bajas y repones una función al año que viene. Para mi, era una piña. Después, hubo otra como “Felis”, un variete realizado con personas con capacidades diferentes, basada en textos de Felisberto Hernández. También…fueron obras muy contundentes que, si hoy las hiciese, sería otra cuestión o tendrían mayor duración en el tiempo. No duraron porque no tenían la espalda que te da el tiempo.

– ¿Intentarías hacerlas nuevamente?

–  A veces me contengo ya que me vuelven las ganas. Pero lo más engorroso es volver a juntar a todo el equipo. Como son obras muy milimétricas, tipo “acá va la luz, allá va la música”… surge la pregunta ¿Te parece hacerla? Lo cual amerita una decisión.

-Estoy tentado a preguntarte si vas a volver con alguno de los unipersonales….

– Y…siempre están ahí. Me preguntan de tanto en tanto por “Suerte” y “HxH”. En el caso de “Suerte” fue una obra muy bella y muy importante para mi. Justo había dejado de trabajar con el grupo Sucesos y empezaba un camino de búsqueda particular. Ocupa un lugar muy importante en mi vida. Después “HxH”…también porque tienen un tiempo de trabajo de casi un año, ocupa un lugar muy importante.

“Cruel”. Centro Cultural Recoleta. Junín 1930. Sábado, 21 hs

“Ensueño”. Teatro General San Martín. Martes, 20.30 hs; jueves, 14 hs y sábados y domingos, 16 hs.

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