
Viernes a la noche y la coqueta Sala Siranush se iba llenando de a poco. De fondo, se escuchaba The Cure y una selección de los mejores – o más conocidos- temas de la banda de Robert Smith.
El motivo de nuestra concurrencia a Palermo era que Diego Frenkel iba a presentar su último disco, “Celula”, en el reducto de la comunidad armenia. A eso de las 21.40, vestido de negro, salvo su remera blanca, el ex líder de La Portuaria salió al escenario para dar inicio a un muy buen show, donde los invitados y la propia música de Frenkel estiraron un poco más los límites del diccionario de “¿Cómo hacer una buena canción y no morir en el intento?”, con creatividad y excelente gusto.
Abrió el show con “El poniente”, un tema de “Célula”. Aquí es donde vamos a agradecer a Frenkel el hecho de que haya presentado el disco en su totalidad. Es notable la gran cantidad de artistas que utilizan el viejo artilugio de hacer dos temas del mentado disco nuevo y después hacer sus propios clásicos. No fue asi en el caso de Frenkel que presentó el disco entero. O sea, su obra, realizada como artista, que refleja su momento como creador. Un interprete que busca y experimenta con sonidos, sin quedarse estancado. Para tal fin, nada mejor que rodearse de una banda sólida, que no tenga miedo de dar un paso hacia adelante y que vaya en búsqueda de nuevas formas de componer y arreglar canciones. Tal es el caso de la banda que conforma Florencio Finkel en bajo, Lucy Patané en guitarra eléctrica y Pedro Bulgakov en batería.

Tras la reflexiva y acústica “Sonata 21”, quien sube a escena es Isol Misenta, quien no solo es dibujante y escritora sino también cantante. Con muy buenos arreglos vocales y más cercanos a un pop electrónico, suena “Célula”. El ambiente cambia su sonoridad a cada momento que termina una canción y empieza otra. El clima de cada una de ellas es personal y único. Ni hablar cuando Frenkel –junto con Isol- hace esa hermosísima canción llamada “Sigue tu instinto”. Inevitable cerrar los ojos y emprender un viaje a través de esa melodía al tiempo que el público batía palmas.
Lo mismo ocurre con “Entre tus huesos” que, junto con “Sigue tu instinto” son los únicos temas que interpretará Frenkel que no son de “Célula” sino de su álbum inmediatamente anterior, el excelente “El día después”.
Nuevamente el vibráfono –esta vez, a cargo de Lucy Patané-, informa que se viene “Invisibles”. Aqui, Frenkel pasa de la guitarra acústica a una eléctrica al tiempo que Bulgakov lleva un ritmo frenético y tenso en su batería para crear una atmósfera onírica. Allí es donde los versos “Descarnada y asombrosa realidad/estar vivo es algo sobrenatural” suenan proféticos en medio de un clima de atención constante. Con “La sombra”, se vuelve a un sonido más eléctrico al tiempo que la voz de Frenkel se estiraba para pedir que “No te asustes, pasa/Es la sombra, nada más”.
Con “Dejame caer” se aprecia que el show va llegando lenta y plácidamente a su final. Al respecto, ¿que mejor que cerrar el recital con el último tema del disco? Eso es lo que ocurre. Suena “Veo mi ser” y Frenkel le pide al público que se levante de sus asientos. Diego tiene razón. Un tema hecho a dúo con Florencio Finkel, que inicia con un clima subyugante para dar paso a la potencia arrolladora de una banda de primerísimo nivel. Tocan, paran, siguen, vuelven a parar, para construir un sonido atrapante y dejar a la gente aplaudiendo de pie
El público pide más y lo tiene. Vuelve Frenkel y su banda, esta vez junto con Isol, para dar paso a una sentida versión de “Imágenes paganas”, uno de los tantos himnos con que Virus iluminó los 80. Si bien es un músico que siempre mira hacia nuevos horizontes, Frenkel no reniega de su pasado. De esta manera, suena “Mira las nubes”, un clásico de La Portuaria. Los bises y el concierto llegan a su final. Para el epílogo, vuelve a subir Charo para dos antológicas versiones de “Asi pasa el tiempo” –que ya habían hecho en las presentaciones conjuntas de Tonolec-Frenkel- y de “10000 kms”, con la mismísima Charo en el bombo, haciendo un dúo estupendo con Frenkel en las voces.
Termina el concierto y salimos de la Sala Siranush. Hace frío y hay que abrigarse. El excelente recital que brindó Diego Frenkel nos había hecho olvidar de la temperatura. Partimos para casa con el placer de haber presenciado un gran concierto de un artista inquieto algo que, hoy en día, es de un gran valor.