Fabián Araya: “Si la creatividad está condicionada, no es arte”.

«Reset” no solo es el nombre del último –y muy disco- del saxofonista y flautista Fabián Araya sino que es toda una situación que tuvo que atravesar en su vida. La música como catarsis y modo de resurgir de manera artística en la que confluyen el jazz-rock y el hip hop. Araya cuenta los pormenores de la edición del álbum asi como analiza la actualidad musical, el streaming, los condicionamientos del ser “auténtico” y la creatividad.

 

– Fabián, contame sobre el nacimiento de “Reset”.
– La idea de hacer un nuevo disco surge mas o menos a principios del 2020. Venía con muchas ideas musicales compuestas y empezaba a aparecer una estética cercana al disco anterior (Frequently Asked Questions 2019) pero sentía que faltaba redondear un poco el concepto. Paralelamente, transitaba varias cuestiones personales que no me daban el tiempo y la cabeza para dedicarle lo correspondiente a la música, pero ya sentía que estaba apareciendo.
 
– El nombre del título del disco es fuerte. ¿Fue un nuevo comienzo, un “borrón y cuenta nueva”?
-Es algo así, justamente venía transitando una serie de pérdidas familiares (previas a la pandemia) en las que me tocó acompañar en el final de sus vidas a seres muy queridos. Ahí fue cuando sentí que empezaban a acomodarse un poco las fichas, desde el concepto. Esto es lo que me estaba atravesando. Ya no hay red de contención ni paso atrás. Veo todo diferente y hasta la más mínima acción de la vida cotidiana me encuentra en otra posición. Es como volver a empezar pero desde otro lugar, desde otra perspectiva. Es eso, un reseteo que se resignifica y proyecta justamente por la pandemia, en la que creo que todos nos tuvimos que resetear de alguna manera.
 
– ¿Cómo fue el proceso de grabación? ¿Hubo algún tema que les costó cerrar o tuvo tantas variaciones respecto de su origen que terminó siendo otra canción? ¿Se grabaron todos los temas que tenían? ¿Ibas con los temas ya maqueteados o se componía/finalizaba en el estudio? ¿Quedó algún tema afuera?
-Todo ese proceso yo lo manejo de forma diferente. Las “ideas musicales” simplemente aparecen en cualquier momento. Tocando, caminando, viajando en el colectivo (nunca componiendo –risas-) en esos momentos las escribo y me las grabo. A veces son melodías, a veces armonías, otras veces planos, estructuras, amalgamas tímbricas, en fin, ideas que con el tiempo se van sumando y van quedando para ser desarrolladas en algún momento. Cuando me decidí a hacer este disco tenía alrededor de quince potenciales temas. En esta parte del proceso trato de sentir cuáles ideas tienen que ver con cuáles y cuales otras responderían a una estética diferente. Me quedé con siete que fui desarrollando y terminaron siendo las del disco. Después voy maqueteando los temas yo solo, haciendo diferentes pruebas, cambiando el orden, los solos, los inicios, finales, en fin, armando el disco. Una vez que siento que está listo, Escribo las partes para los músicos. Después nos juntamos para ensamblar y los muchachos traen sugerencias que vamos negociando hasta que aparece el audio del propio del quinteto y ahí vamos al estudio a grabar. (N de R: el Fabian Araya Quinteto está compuesto por él mismo en flauta traversa y saxo tenor, Santiago Berros en saxo alto y soprano, Fran Cirimele en teclados, Alejandro Moffardin en bajo eléctrico y Emiliano Alvares Lenci en batería)

 

– ¿Cómo fue la colaboración con Juma -foto izquierda- en “El porteño”?
-JUMA es un artista muy criterioso que admiro mucho. Venimos trabajando juntos hace varios años en otras propuestas y en ese tiempo forjamos una linda amistad. Siempre quise hacer algo con él dentro de esta mezcla hip-hop/jazz, pero no coincidían nuestras agendas. Cuando estaba trabajando en el disco, apareció esta posibilidad en uno de los temas. Le mandé la maqueta y él aceptó. Esto fue durante el aislamiento de la pandemia así que hicimos una reunión virtual en la cual él me hizo varias preguntas y anotaba y anotaba. Dos semanas después me manda una grabación que hizo sobre la maqueta con la misma letra que después quedaría en el disco. Fue un proceso muy lindo trabajar con él y estamos muy contentos con el resultado. 
 
– ¿Van a hacer más temas? ¿Podrían hacer un disco a dúo?
Estaría buenísimo la verdad. Fue una experiencia muy linda y todo fluye naturalmente entre nosotros. Estamos con muchas ganas de desarrollarlo un poco más. Por ahora es solo un fuerte deseo. Esperemos poder concretarlo en algún momento.


– ¿En qué se diferencia «Reset» de tus dos discos anteriores, más allá de la madurez y tu crecimiento?
-Siento que este disco es una suerte de confirmación de sonidos que me representan. Ya no los miro de reojo si no que los acepto, me amigo con ellos y los exploto. Creo que hay un audio que tiene que ver con las melodías a dos vientos, con la base batería y el bajo bien presente y adelante y un armónico (en este caso teclados) pivoteando entre la base y los vientos y la utilización de un lenguaje concreto ya sean los actores que recitan en Lunático o los discursos políticos de Frequently Asked Questions o el rapeo de JUMA en este disco en los que encuentro un camino transparente para expresar la música.

– Se aprecia esto que decís en relación, por ejemplo, a lo que fue “Lunático” –¡muy buen disco! -.
-Si, si. “Lunático” respondía a una estética más free-jazz. Nosotros (con “Los reactivos” la banda de ese disco) veníamos trabajando juntos en obras contemporáneas y de mucho free. En 2012, había presentado con ellos una obra de interdisciplina llamada “Reactivo y Reacción”. Sentía que algunos temas de esa obra podían desarrollarse un poco mejor en otra estética. Ahí surge la idea de “Lunático”: montar una música que rompa con las jerarquías tonales, sobre bases rítmicas constantes o una suerte de groove. El trabajo de Lunático, tiene mucha más dependencia de las ideas y decisiones de los músicos. Recuerdo que las partituras eran mitad pentagramas y mitad textos con indicaciones como “tocar tres notas largas descendentes de cualquier duración hasta que el saxo soprano toque un trino agudo”. Reset tiene una estética un poco más tradicional en ese sentido.

 
Repetición y barbarie
 
-Suele hablarse siempre de la importancia del “tercer disco” en la obra de un artista. ¿Crees que es así?
-Nunca lo había pensado pero sinceramente me parece una idea interesante. Es una linda excusa para escucharme los terceros discos de varias bandas que me gustan (risas)
 
– Al día de hoy, ¿crees que el jazz sigue manteniendo esa aura elitista que tenía en otros tiempos?
-Creo que si. Los circuitos de jazz tradicional acá y en todo el mundo tienen ese aire snob que se basa en una suerte de competencia por ver quién es el más conservador de un estilo. Entiendo que tiene una gran exigencia técnica y mental muy compleja, pero que, puesta en esta configuración, parecería que no se dan cuenta que terminan cumpliendo en mismo rol que el que oficia de mantenimiento en un museo…


– ¿El hip hop terminó ocupando un lugar que antes le correspondía a otros géneros en tanto plasmar lo que ocurre en la cotidianidad?
-Si, creo que el hip hop, no solo acá si no en todo el mundo, se instaló de esa manera y va generando nuevas vertientes, algunas muy criticadas pero que estamos viviendo un momento clave en ese sentido. Algo así como lo fue el rock en los 70´s. Por supuesto que hay mucho chanta dando vuelta pero siento que sobre todo en el under están apareciendo propuestas con un potencial enorme y cuyas inquietudes artísticas son auténticas.
 
– Qué opinas de la reivindicación de cierta “autenticidad” y “pureza” de muchos músicos que, al final, terminan grabando siempre la misma canción? ¿Al respecto, no se termina cayendo en cierto “conservadurismo”?
-Tristemente he escuchado y leído algunas de estas reivindicaciones de parte de músicos mainstream y no deja de sorprenderme la falta de erudición. Seguramente tocan muy bien sus instrumentos y hacen bellas canciones pero parecería que no están muy preparados artísticamente y, lo que más miedo me da, que no escuchan mucha música. Creo que todo estos es fruto de que venimos arrastrando el problema de las discográficas. Esta suerte de fabrica que tiene una serie de fórmulas a las cuales los artistas tienen que apegarse por contrato y que lógicamente, cuando se va subiendo la pirámide lo productores (creadores de productos) llegamos a la conclusión de que esas decisiones son tomadas por pocas personas que tienen un solo objetivo: vender. Es así como meten al artista a un estudio porque TIENE que sacar un disco o un single el año que viene porque está obligado a hacerlo y le ponen dos productores que lo van “guiando” hacia un determinado lugar. Termina siendo conservador? Si. Suena todo más o menos igual? Si, claro. Las estructuras y armonías son siempre las mismas 4 o 5 con algún desarrollo diferente. Es un buen producto cultural? Si, la verdad que si y suenan muy bien. Es arte? NO.
 
Públicos y pandemia
 
– ¿El público condiciona la creatividad del artista?
-Si la creatividad está condicionada, entonces no es arte. No es que esté mal o esté bien. Simplemente es otra disciplina como ser la publicidad por ejemplo. El público puede condicionar cuestiones del ámbito de la producción. Más allá de cualquier postura dadaísta, la obra se cierra en el público. Si componés una sinfonía increíblemente bella y la guardas en un cajón y nadie la oye, no es arte. Se generan los medios para que la obra llegue al público y genere tantos reflejos y significados como receptores. Después puede gustar o no, pero esta reacción no puede condicionar la creatividad.
 
-Tuviste reconocimiento en países como Portugal, España y Alemania. ¿Cómo es el público europeo en relación con el argentino?
-En mi experiencia, la diferencia con el público es muy grande. Algunos podrían decir que allá el público es más respetuoso o menos expresivo. Entiendo que el europeo en general contiene mucho más sus emociones. Supongo que por eso nuestro público es tan famoso. Porque acá tenemos sangre jaj y sentimos cosas y no las contenemos, las dejamos ser.
 

– ¿Cómo te afectó la pandemia? ¿Estuviste componiendo durante el aislamiento?
-El proceso creativo de “Reset”, fue precisamente durante el aislamiento. Sinceramente me vino muy bien. Para mi era un buen plan. Me tengo que quedar encerrado tocando y componiendo todo el día? Genial! Pude aprovechar todo ese tiempo para terminar esa parte del proceso y terminar justo cuando ya podíamos encontrarnos para ensayar.
 
– ¿Cual es tu opinión del streaming como medio de difusión y presentación en vivo de los artistas?
-Creo que es válido y que como toda herramienta tecnológica llegó para quedarse. Creo que tenemos que diferenciar entre un live streamming y ver una grabación. Muchos artistas vendieron y venden shows por streamming que fueron grabados y editados en esa misma mañana o algunas horas antes. O sea, parecería en vivo pero no lo es. Otros si lo son. Eso me parece importante porque cambia la disciplina. Una responde a la experiencia estética y la otra a un registro. Sería muy interesante y enriquecedor que los artistas tengan una suerte de pantalla en la que puedan ver o interactuar de alguna manera con el público.
 
Araya personal
 
– ¿Cuáles son tus próximos planes? ¿Presentaciones en vivo?
-Lógicamente queremos presentar el disco en vivo pero nos hemos encontrado con unas condiciones obscenas. Cuenta la leyenda que antes de la masacre de Cromañón, los músicos tenían convenios justos y hasta eran tratados como seres humanos. Hoy en día, los músicos somos el último eslabón de una cadena alimenticia sumamente injusta. Afortunadamente nosotros estamos en posición de hacerlo, pero implicaría poner una entrada muy alta y creo que eso colabora con una suerte de exclusividad. De pronto, solo pueden ver música en vivo las personas que pueden gastarse miles de pesos en una salida. Eso deja afuera a muchas personas y no quisiera alimentar esta tendencia. Quizás más adelante, cuando se acomode un poco el circuito y vuelva a haber un under más sensato, subamos al escenario.
 
-Si no eras músico, ¿qué hubiera sido de tu vida?
-Supongo que me hubiera dedicado a las artes visuales. Me tocó crecer en una situación económica muy precaria y no tenía juguetes. Para mi jugar era dibujar, pintar y tocar la batería con los viejos tachos de lata en los que vendían las galletitas en los almacenes.
 
– Si por la puerta de tu casa entrase el Fabián Araya que estaba iniciando su carrera profesional a los 14 años, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?
-Le diría que estudie flauta y saxo con algún profesor. Mi formación no pasó por el instrumento en sí. Hice el profesorado de música y la licenciatura en composición y dirección. Los instrumentos los aprendí un poco de forma autodidacta, si bien tomé algunas clases, no tuve un desarrollo técnico adecuado y siento muchas falencias en mi sonido que supongo que iré mejorando. Aunque con el tiempo me fui amigando con esta manera sucia de tocar y la fui adoptando, quisiera sonar mejor.
 
-Visto en retrospectiva, ¿crees que fue la edad adecuada para comenzar este camino?
Absolutamente. En esa época tuve que tomar una decisión. Mis amigos y yo andábamos en el malevaje. La música me motivaba y sobre todo en esos años tuve un crecimiento un poco acelerado. Cada vez conocía más músicos, tocaba más seguido, aparecían más compromisos. Eran todos mucho más grandes que yo y trataba de aprender todo y no perderme ninguna anécdota. Me gustaba, pero esas dos vidas no eran compatibles así que me decidí por la música que era lo que más me estaba estimulando en ese momento y para mis amigos comenzaba a ser una suerte de traidor. Recuerdo que ese alejamiento fue muy doloroso para mí. Con el tiempo me enteré que varios de aquellos amigos terminaron presos y algunos otros no llegaron a los veinte años. Ojalá la música les hubiera llegado antes a ellos.



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