En Buenos Aires pasan cosas. A veces uno se entera por circunstancias relacionadas a su actividad o simplemente porque la casualidad metió la cola. De esta manera y con esta impronta, se relatarán historias y hechos varios dignos de mención.

Por tal motivo, el colectivo #NiUnaMenos convocó a una manifestación el miércoles 19 de octubre en el Obelisco con movilización a la Plaza de Mayo, previo paro de actividades de las mujeres entre las 13 y 14 hs. El negro era el color elegido como atuendo.

Me encontré con una amiga con su hijo en la estación Puan, del subte A y ya vimos que el cartel que anunciaba en la boca de subte el estado de las líneas, decía #NiUnaMenos. En el hall de la estación, dos chicas estaban sentadas con sendos carteles que decían “Vivas nos queremos”. El subte llega y empezamos a ver que el negro predomina. No es neta mayoría pero predomina. “Algo es algo” digo para mis adentros. Al llegar a la estación Lima, bajamos para ir caminando hasta el Obelisco. Personalmente, me encanta caminar entre la gente. Ver, mirar y observar los rostros, los ojos, las actitudes. De esta misma manera, me percato que hay una neta presencia femenina. Pocos hombres acompañando. Una pena (ya nos referiremos al respecto).

Mujeres de todas las edades dicen presente. Algunas tienen los rostros pintados; otras llevan pancartas, pero todas se hacen sentir. Familiares de chicas asesinadas caminan con el retrato de las víctimas. Vemos a Florencia Etcheves de TN haciendo la cobertura correspondiente, al igual que C5N y A24. Córdoba, Tucumán, Mendoza, Mar del Plata son algunas de las ciudades que se adhieren a la movilización. En México, Guatemala, El Salvador, Bolivia, Perú, Honduras y Paraguay hay convocatorias similares en sus plazas. Lo mismo se busca en España, Francia y ¡Polonia!
Me encuentro con una amiga fotógrafa, de esas que tienen un ojo tan certero como sensible para retratar la realidad. La saludo y se pierde entre la multitud. Veo varias mujeres que son de otros países como Brasil, Venezuela, Colombia, etc.
Desde mi lugar de hombre, miro y observo. Saco fotos y trato de retener la mayor cantidad de detalles en la memoria para poder escribir esta nota. La lluvia arruinó mi anotador -todavía se está secando-, por lo que el esfuerzo era el doble. Recordar al tiempo que la emoción me embarga. También pienso y reflexiono. Me meto entre la gente junto con mi amiga y su hijo. Ella, antigua militante en otros años y vuelta al campo de los reclamos populares, saca algunas fotos y las manda para gente amiga fuera del país. Su hijo, el señorito G, mira con esos ojos que combinan sorpresa con compromiso frente a lo que acontece.
De repente, las columnas empiezan a moverse. Banderas con la leyenda “Ni Una Menos” y de la FUBA enfilan por Diagonal Norte, con rumbo a la Plaza de Mayo. Los pañuelos verdes de La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito conforman una columna importante. Se escucha “Ni una menos! Vivas las queremos!”. El grito es fuerte, atronador. Juro que me conmueve como muy pocas veces me ha pasado en mi rol de cronista. Más aún cuando las chicas hacen sonar sus gargantas con un sonido gutural que me atraviesa en todo mi cuerpo, alma y corazón.
Llegamos a la Plaza y nos acomodamos relativamente cerca del escenario. La lluvia sigue cayendo pero nadie se mueve. Los paraguas le brindan otro marco a la convocatoria. Cuesta un poco que lleguen las oradoras por la cantidad de gente que hay. De a poco, desde el escenario, empiezan a oírse diversas voces. “En este contexto de ajuste, de tarifazos, de achicamiento del Estado como el que propone Cambiemos, nosotras nos estamos llevando la peor parte. Nosotras paramos. Somos las amas de casa, las trabajadoras de la economía formal, las trabajadoras de la economía informal, las cooperativistas, las académicas, las periodistas, las obreras, las desocupadas, las militantes, las artistas, las madres y las hijas, las empleadas domésticas, las que te cruzas en la calle, las que están en el barrio, las que fueron a una fiesta, las que decidimos abortar, las que no, las que decidimos cómo y con quien vivimos nuestra sexualidad”. Se habla de los números de femicidios ocurridos así como de lo ocurrido en el Congreso con el rechazo al pedido del FPV de interrumpir la sesión para adherir a la movilización de “Ni Una Menos-Vivas Las Queremos”. El grito es automático, “Macri, basura. Vos sos la Dictadura”. En ese preciso instante, me pregunto malamente cuantas de las que están en la Plaza votaron por el actual Presidente. No obstante, ese será debate para otro momento. Tampoco dejo de mencionar que la Cámara de Diputados aprobó un dictamen de comisión a favor de modificar el Ministerio Público Fiscal, excluyendo a la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM). Al respecto, la modificación del Ministerio fue llevada adelante por el bloque de Cambiemos con la colaboración del massismo y rechazado tanto por la izquierda como por el Frente para la Victoria. En relación con la marcha, en el momento que se desarrollaba, Deolinda Tropán, de 35 años, residente de la ciudad de Mendoza, era asesinada a golpes por su hermano.
Se suceden los reclamos por el aborto legal, contra la violencia machista y la reivindicación del carácter feminista de la convocatoria. “Paramos contra el femicidio que es el punto más alto de una trama de violencia. Paramos porque, para detener la violencia femicida, necesitamos plantarnos desde la autonomía de nuestras decisiones. Esto no es posible en tanto no haya aborto seguro, legal y gratuito para todas”.
Prendo un cigarrillo que me dura tres pitadas antes que se desplace entre mis dedos, gracias a mi proverbial torpeza de movimientos potenciada por la gran emoción del momento. La política también forma parte de los reclamos. “Paramos contra el disciplinamiento para todas que implica que Milagro Salas este presa por ser mujer, ser indígena y haberse organizado”.
Vuelvo a mirar y no veo la cantidad de hombres que me gustaría ver. Me enojo mucho con esta situación.
En la parte final, dicen “Por cada femicidio, nosotras paramos y decimos Ni Una Menos. Vivas nos queremos”.

Repito las mismas palabras con las que cerré la crónica del año pasado pero me sentí de diferente manera al regresar a mi casa. Estaba con una mezcla de dolor, bronca e impotencia. Ver esa marea de mujeres de negro era impactante. Me da vergüenza e indignación el nivel de salvajismo y malicia de estos individuos con los que comparto solamente el género. Soy hijo de una mujer y muchas me mostraron mundos, culturas, valores y sentimientos que pude ver desde el cristal de su femineidad.
Sentí, recordé y pensé a muchas mujeres. Mi madre, mi abuela, mi tía y mis parejas –a las cuales siempre estaré agradecido por enseñarme/mostrarme el mundo femenino desde las más diversas perspectivas y, al día de hoy, tengo el placer de contar con ellas en mi círculo cercano-. Amigas, conocidas, confidentes. Las que están y las que partieron a otras latitudes, dejando huellas tan imborrables como hermosas en mi ser (MD). Risas y llantos compartidos, viajes de aventura, cenas inmortales, caminatas invencibles, llegadas tarde, baja presión, helados dulces, sermones buenos y de los otros, cervezas intensas, charlas enriquecedoras, alergias varias, miradas de complicidad, lagrimas de alegría y tristeza.
Besos, discusiones, abrazos, caricias, gestos, desencuentros y reconciliaciones.
Pienso en todas esas mujeres que son madres, hijas, hermanas, cuñadas, suegras, primas y mucho más. Maestras, periodistas, actrices, abogadas, amas de casa, directoras, militantes por la vida, la igualdad y la justicia y siguen las firmas.
Las escucho, las miro y, con una mano en el corazón, me emocionan. Todas y cada una de ellas.
Simplemente…mujeres.
#NiUnaMenos #VivasLasQueremos