El genocidio armenio, reconocido por el Senado de Estados Unidos, negado por Trump

En lo que fue una resolución absolutamente justa, el Senado de Estados Unidos condenó el genocidio armenio perpetrado por Turquía. Pero duró poco la alegría. A los pocos días, el presidente estadounidense Donald Trump, a través de su vocera, manifestó que no lo iba a reconocer.
La directora del Teatro Tadrón Herminia Jenzesian cuenta sus impresiones sobre lo ocurrido y brinda un anticipo de lo que será la 14° edición del ciclo “Teatro por la Justicia”.   

Una de los clásicos de David Lebón, el reconocido músico argentino, sostenía que “el tiempo es veloz”. Algo indudable con el devenir de los acontecimientos que son motivo de esta nota.
El pasado 12 de diciembre, el Senado de Estados Unidos aprobó la resolución que subraya la necesidad de reconocer de manera oficial y recordar el genocidio armenio. La Resolución 150, presentada por los legisladores Bob Menéndez y Ted Cruz, expresa “el sentido del Senado de que es política de los Estados Unidos conmemorar el genocidio armenio a través del reconocimiento oficial y el recuerdo”. Dicha resolución fue aprobada por unanimidad y se produce después de que la Cámara de Representantes aprobó una resolución similar en octubre reconociendo el genocidio.
Recordemos que el mismo se refiere a la matanza de un millón y medio de personas, pertenecientes a la población armenia, por parte de Turquía, en 1915. Armenia insiste en que la comunidad internacional reconozca el genocidio, mientras que el Estado turco se niega a considerar que estos hechos constituyeran un exterminio organizado.

Pero todo cambió este martes 17 de diciembre. La Administración del presidente Donald Trump –que está al borde del juicio político- no reconoce el genocidio sufrido por el pueblo armenio a pesar de que el Senado estadounidense lo reconoció cinco días atrás.
«La postura de la Administración no ha cambiado», afirmó la vocera Morgan Ortagus para después agregar que “nuestras opiniones se reflejan en la declaración definitiva del presidente [de EE.UU., Donald Trump] sobre este tema de abril pasado”. En la mencionada declaración, Trump habló de “genocidio” sino que utilizó la expresión armenia «Meds Yeghem», que significa «gran desastre». Paralelamente, honró públicamente la memoria del millón y medio de armenios “que sufrieron una de las peores atrocidades en masa del siglo XX”.
Es menester recordar que Estados Unidos tiene bases militares en Turquía por lo que hay un trasfondo por demás conflictivo de por medio. Más allá de esta situación, el genocidio sufrido por el pueblo armenio no puede ni debe ser olvidado ni dejar de ser condenado.

En medio de este situación, consultamos a Herminia Jensezian, directora del Teatro Tadron y referente cultural de la comunidad armenia. Aprovechamos la ocasión para preguntarle sobre las actividades del teatro y por la 14° edición del ciclo “Teatro por la Justicia”.

– Herminia, ¿cómo recibiste la noticia del reconocimiento del genocidio armenio por parte de Estados Unidos?
-Todo reconocimiento en el sentido correcto de la historia sirve para alertar sobre la falta de justicia en el caso del genocidio armenio, un crimen que a casi 105 años de su ejecución, permanece impune. Y que ese reconocimiento venga del Parlamento de la principal potencia del mundo no hace más que ampliar esa alerta y renovar las esperanzas de justicia.
Hoy EEUU es una de las principales potencias del mundo. Lo que hagan sus poderes es relevante aunque sea por motivos de política doméstica. Por supuesto, un reconocimiento de este tipo tendrá su resonancia en otros Estados.
Sin entrar en consideraciones políticas, puedo decir que lo tomé con moderada satisfacción. Era hora.

-¿Te extrañó esta resolución de EE.UU? Más que nada por las bases que tienen en Turquía.
-No me extraña, porque si de política se trata y de conveniencias y ventajas, los grandes países y los grandes imperios son los más acomodaticios.
Más allá del momento en que se aprueba la resolución, cabe resaltar que el reclamo por la misma era de larga data y que se sancionó por unanimidad, en un país donde todos los Estados (salvo uno) ya habían emitido sus propios reconocimientos.
De todos modos me gustaría asociarlo con la actitud que tuvo EEUU y su Embajador en Turquía, Henry Morgenthau, en la época del genocidio, rescatando documentos e investigando acerca del exterminio que estaba realizando Turquía en ese momento.

-¿Por qué crees que, al día de hoy, todavía hay países que no reconocen al genocidio armenio?
-La geopolítica dice mucho sobre los posicionamientos de los países, en especial los que tienen peso en el tablero mundial. En el caso de Turquía, su posición estratégica ha funcionado como un escudo de impunidad para los crímenes cometidos y los que sigue cometiendo. A eso hay que sumarle coyunturas económicas, políticas y de seguridad entiendo. En el caso de los demás países, tiene que ver con el contexto de sus propias políticas exteriores

– ¿Cómo es la relación de las nuevas generaciones con el genocidio?
-Tomando como referencia a las nuevas generaciones que me rodean, puedo decir que sí, hay compromiso, hay lucha para difundir y para que la historia sirva de advertencia a los Genocidas.
No podría hablar de la totalidad de las generaciones pero sé que siempre están en movimiento para que se difunda, se conozca y definitivamente se haga Justicia.

-¿Crees que se estudia lo ocurrido en el genocidio armenio, de la manera en que se debe?
-No aun. Si bien han pasado más de cien años y se ha trabajado mucho al respecto, evidentemente hay una deuda desde el Derecho Internacional con respecto a su reconocimiento. Eso hace que no se promueva y se profundice en el estudio del Genocidio Armenio.
Si bien las primeras generaciones no accionaron inmediatamente (era imposible desde la traumática vivencia de sus padres) ahora ha llegado una tercera y cuarta generación que no solo necesita saber, sino movilizarse para que se haga justicia.

– ¿Tiene relación el Tadrón con el INADI o con algún otro organismo en relación con el tema de discriminación?
– Siempre estamos conectados con organizaciones que trabajan a favor de la no discriminación y la defensa de los Derechos Humanos, Verdad, Memoria y Justicia.
Hemos trabajado con el INADI, con Teatro x la Identidad, con el Centro Cultural Haroldo Conti; entre otros.
El teatro nos da la plataforma ideal para poder conectar desde la escena con estos temas tan necesarios y urgentes.
Al decir de Souriau: «El Teatro en su función social. El Teatro espejo de su época».

– ¿Cómo está el Tadrón en estos momentos, más que nada, con la crisis que hay?
-El teatro no es ajeno a la crisis y Tadron no es ajeno a lo que sucede con todos los teatros. Hemos transitado estos 23 años con diferentes avatares. Confieso que estos últimos años fueron muy difíciles.
Siempre menciono que si seguimos haciendo teatro es porque primero hay una necesidad personal de cada uno de expresarse, de decir. Y la escena da esa libertad para manifestarse. Pero además, hay mucha convicción, pasión, algo de locura y mucho de compromiso.
Creo que todo ese cóctel hace que, por ejemplo, en Buenos Aires tengamos tantas salas de teatro independiente y que se realicen de cuatrocientas a quinientas funciones por semana.

– ¿Ya se está preparando la catorceava edición de “Teatro por la Justicia”?
– Sí, por supuesto. Desde el momento en que se abre la convocatoria que se realiza todos los años surge la necesidad de aunar voluntades y realizar el Ciclo “Teatro x la Justicia”, como una constante que se propone año tras año tratar el tema de la Justicia y los Derechos Humanos desde la escena. Este año el Jurado Ad Hoc ha seleccionado la obra que va a participar en la nueva Edición, se trata de “Maciel” de Pablo Iglesias. Como sucede con las obras inéditas, TADRON se ocupa de producir y poner en escena la obra seleccionada, convocando a su vez, a un director para que lo lleve a cabo. “Maciel”, como todas las obras que han participado en el Ciclo “Teatro x la Justicia” en estos catorce años de actividad ininterrumpida, tendrá dos meses de funciones con entrada libre y gratuita desde abril de 2020.

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