Valerio Cocco: “La finalidad de Barquitos de Papel es sembrar conciencia”

La cartelera porteña de teatro es rica en propuestas, con gemas que brillan con luz propia. Una de ellas es “Psssikiatry” de la compañía Barquitos de Papel, que pone sobre tablas problemáticas que giran en torno a la locura. Valerio Cocco, el capitán de la nave teatral, habló con ECDL sobre la psiquiatría, la reinserción social y la función del teatro, entre tantos temas que atraviesan la obra. 

Entrevista realizada junto a Azucena Ester Joffe (Luna Teatral)

 -Valerio, ¿cómo surge “Psssikiatry”?

-Todos los hechos artísticos tienen un fundamento en la locura. Asi como todos los artistas admiten que la locura es otra cara de algo más complejo donde no se puede separar al cuerdo del loco. “Psssikiatry” nace de visiones de una perspectiva artística. Algún psiquiatra la definiría como esquizofrénica desde su arrogancia médica. El tema de la psiquiatría, para mis actores es muy fuerte y de mucha presencia porque siguen siendo pacientes psiquiátricos. Nuestro trabajo es una creación colectiva y como director, pensé en el cierre de un círculo. Hombres y mujeres salen del hospital y emprenden un camino de vuelta a su propia esencia de seres humanos, liberándose del estigma de pacientes psiquiátricos por medio del teatro. Se convierten en actores que interpretan el papel de un loco.


-Un paciente que se vuelve actor para interpretar a un paciente.

– Exacto. Era meterse en algo en lo que ellos son expertos. Álvaro Murias -el doctor, en la puestas- cuenta con una formación muy importante. Tiene casi dos licenciaturas, una en física y otra en matemática. En su caso, convertirse en el psiquiatra fue toda una experiencia personal. Es una persona muy analizada y cambió mucho de psiquiatra por lo que sigue sufriendo esa opresión que parte de la psiquiatría genera. Es muy interesante porque hay mucho material humano interesantísimo. Muchos años de experiencia propia personal y la visión propia nuestra sobre la psiquiatría.


-¿Cómo surgió la dramaturgia de “Psssikiatry”?

– Fue igual que en el anterior espectáculo, “Ciudad”.  En el ámbito de la salud mental y del teatro que hacemos nosotros –que llamaría teatro social-, dejamos que la producción sea propia de los actores. Estamos con poblaciones que no pueden expresarse hacia afuera. La idea es darles esa apertura y uno de los canales para que salga todo ese mundo –mágico y bello en muchas oportunidades- que tienen ellos y salga hacia afuera es el teatro. El texto lo hacen los actores. Hay un ida y vuelta todo el tiempo. Puedo proponer alguna escena de acuerdo a las visiones que vayan surgiendo o determinada dinámica como la del doctor que cambia de personajes siendo siempre él. Caigo con una propuesta y vamos analizando con los actores cuales podrían ser los personajes, los nombres y las historias que podrían tener. Es un viaje de muchas visiones y de creatividad.


-Ese cambio de rol del doctor, se resignifica y termina siendo una imagen muy fuerte. 

– Es un poco nuestra visión. Los que necesitan cura son más los psiquiatras que los usuarios. Al menos, el tipo de cura que ellos postulan, que no es muy sana ni sanadora. Deberían curar un poco el ego. Frente a un delirio psicótico, nadie sabe nada. No hay origen cierto ni de dónde viene. No hay origen genético. Es muy difícil y delicado intervenir en el tema con formas agresivas, tal como sucede hoy en día. Hay una responsabilidad muy grave. Nosotros somos un poco la voz de aquellos que no la tienen. En los manicomios pasan cosas terribles, que llegan casi a la tortura.  Los chalecos de fuerza o el estar atados a la cama…esas situaciones aún persisten. El electroshock se usa. Entonces, es inevitable llegar y chocar con eso. Pero lo nuestro es un lenguaje teatral y todo pasa por una reconstrucción de la realidad que podemos generar en escena en la que nos podemos reconocer al tiempo que queremos que haya una reflexión.


-La puesta implica una experiencia muy fuerte con respecto a lo que ocurre en el escenario.

– Si, porque hay un mix de muchas cosas, contado por alguien que lo vivió y lo dice ahí arriba. No son cuerpos normales y los movimientos son diferentes. Eso, arriba del escenario, implica una verdad escénica impactante. Después hay que construir. Viene el trabajo teatral, de técnicas e investigación. Ahí hay una gran luz. Ponerle palabra a eso es muy difícil. En las últimas dos funciones no pude evitar llorar. Sigue siendo muy conmovedor para mi. En algunas partes se percibe una revancha en la que uno dice “Miren. No hay loco. Hay otra cosa. Somos esto. ¿Somos seres despreciables? ¿Nos tienen que excluir?”.


-Es muy impactante el personaje de Laura, en su forma de expresarse…

– Partimos del punto que todos los que hacemos arte, lo hacemos para salvarnos de algún infierno. Laura, al principio, tenía muchísima dificultad para entrarle al personaje. Nos clavamos mucho en la primera escena por las limitaciones que tiene en su crecimiento personal e interior. Antes de su primer episodio psicótico, ella tenía un peso normal pero con los psicofármacos, engordó. A raíz de eso, empezó a tener problemas con las articulaciones por el sobrepeso. Un día, se dobló el tobillo y nunca terminaba de recuperarse. Para este espectáculo, ella baila mucho. La llamé para contarle que había muchas escenas de baile y que no tenía reemplazo para ella. Le dije de ir a un nutricionista -lo cual aceptó- y quedó todo ahí. A los dos meses, vino a un ensayo y contó “Chicos, tengo una gran noticia! Bajé siete kilos”. De ahí, no paró. Es otra persona a como se la ve ahora en el espectáculo. Empezó un cambio radical en su vida. Ella está volviendo a si misma, a sanarse. Es algo muy groso. Muchas veces me dijo que Barquitos de Papel son sus únicas horas felices de la semana. El teatro es ese elemento amplificador tremendo. Es una herramienta. El tema del nutricionista fue la llave para abrir todo esto. Si lo hubiera hecho del lado terapéutico, psicológico, con todo lo de “es por tu bien, vas a volver a tu identidad”, probablemente hubiese obtenido el mismo resultado…o no. Pero abordándolo desde el teatro, era seguro. Necesitaba estar en ese lugar de la escena, donde está feliz con un rol protagonista. Ella canta y baila. Esa danza que realiza cuando rompe el chaleco de fuerza… Entonces esa herramienta tendrá otra motivación y lo haces por vos.

En cambio, Fran, el enfermero de la obra, es asi. En el teatro social que hacemos, respetamos a la persona con toda la humanidad que tiene encima. Él es asi en su vida. ¿Por qué debería cambiarlo? Si el teatro es tan bello y permite hacer a cada uno lo que quiere, ¿por qué no podes ser vos tal como queres? El tipo es muy interesante. No habla, pero en su vida es asi. No verbaliza pero dice mucho. De los tres actores, es el más mimo mientras que Álvaro es más clásico como actor y Laura es la más bailarina. El trabajo con Fran es lograr que aquello que hace en los ensayos lo lleve a las funciones. Sería aún más poderoso pero le respetamos la forma de hablar que tiene. A veces, parece que no está pero está presente, mirando todo, con esos ojos tan reveladores que tiene. Todas las frases que hace son las voces que escuchan. Hicimos un trabajo de investigación –con su consentimiento- al respecto. Si escuchamos una voz que dice tu nombre, ¿que podemos hacer con eso? ¿como podemos resignificarlo? Es un material muy interesante para trabajar, más en la cuestión teatral.


-¿Qué te dice la gente cuando termina la función?

– El otro día, vino la gente de un centro de día de Moreno.  Vinieron a ver la obra porque van a reinaugurar un teatro en Paso del Rey y están haciendo lo mismo que nosotros. Nos conocen y nos invitaron a ir al teatro. Por eso vinieron a ver la función. Uno de ellos me dijo “Tu obra es muy linda. Me impactó muchísimo y me hizo acordar los veinte años que pasé en el manicomio. Mis compañeros que siguen estando ahí, atados a la cama, con mucho sufrimiento. Te agradezco que lo pusiste en escena y le diste una vuelta de tuerca a todo”. El arte te transforma y te da la posibilidad de regenerar y volver a renacer y sanar. El Ave Fenix que resurge de sus cenizas. La flor de loto que surge de lo sucio. Es uno de los procesos humanos más interesantes. Es una verdad, nuestra verdad, que los actores están viviendo hoy en día.


-¿Fue algún psiquiatra a ver la obra?

– ¡Que buena pregunta! ¿Sabes que no? Se rehúsan a verla. Hasta ahora, que yo sepa, fueron psicólogos fueron pero no psiquiatras. Cuando íbamos a los Congresos de Psiquiatría a dar charlas o cursos, nunca venían a vernos. Solo operadores, gente que pone las manos en el barro o le interesa una dinámica. En este sentido, son muy estructurados los psiquiatras. No aceptan otra visión, lo cual es un error. Igual, no es que el teatro cura todo…No seamos banales porque nada cura nada. El fármaco es la punta de diamante del tratamiento que adoptan. A veces, harán algo de terapia pero el fármaco va seguro. Hay una industria muy importante al respecto pero el fármaco no cura. Te anestesia y anula. Tapa el síntoma que no es el problema sino lo que se ve afuera. El problema no es que se escuchan las voces pero detrás de esas voces, ¿Qué hay? Para obtener el estado de no escuchar las voces, tienen que estar todos decaídos por la medicación. Estas siempre dormido, tenes hambre, engordás….Obvio que quiero que el otro no sufra pero ¿es el fármaco la única salida? Es muy invasivo y no se buscan alternativas más naturales. Me ha pasado de dialogar con psiquiatras y me terminan diciendo “yo soy médico”. Ahí ya no hay más diálogo pero los actores no obtuvieron los resultados que tienen por la psiquiatría sino por el teatro. La psiquiatría no ofreció una salida laboral ni la reintegración de la persona en su vida o la reinserción social. El otro día, la reconocieron a Laura cuando venía en tren. Eso lo dio el teatro y no la psiquiatría.


-¿Cómo fuiste contactando a los actores?

– Entré en el Hospital de Clínicas en el 2006, en el departamento de Psiquiatría. Éste tiene un hospital de día para personas que ya están externas del hospital, que siguen un proceso de rehabilitación e inserción social. Entonces, en este hospital de día, toman talleres, hacen terapia, musicoterapia, expresión dramática. La persona que coordinaba el taller de expresión dramática me llama para dar un taller de mimo. Doy el seminario para los usuarios (me gusta más que la palabra “paciente” porque es una persona que recibe todo de manera pasiva y el usuario es más activo). Me convocan y me quedo en el Hospital de día coordinando el taller de expresión dramática, que ya era teatro. Duró dos años la experiencia hasta que decidimos salir del hospital y hacer la “desmanicomialización”. Ahí es cuando surge la compañía Barquitos de Papel en el 2008, rompiendo la pared hospitalaria. Si bien está abierto al público, seguís encerrado en una lógica que aún sigue siendo manicomial. No es una lógica que va hacia la sanación de la persona sino que la mantiene en una transición indefinida.  Te cuento una anécdota para que se entienda. Un día, el jefe del Departamento de Psiquiatría, una eminencia en el campo, convoca a una reunión en el piso. Empieza a hablar y dice “Ustedes tienen que tener en cuenta que un paciente psiquiátrico lo va a ser por toda su vida. Va a tomar fármacos y tener atención psiquiátrica”. Era muy fuerte lo que estaba diciendo. Esta forma de discriminación es la que se sufre a través de una categorización de la que es muy difícil salir. Te ponen un sello y listo. Esa son las lógicas manicomiales de las que se habla. El hospital público tiene un servicio buenísimo.  No critico a los profesionales que tienen un nivel de compromiso muy alto a nivel humano pero si la cabeza es esa…El sistema es así. Este director encarna unas formas que ya están preestablecidas. Si las formas son esas, rompemos esas formas –que es lo que hay que hacer- como artistas. Salimos en el 2008. Eramos como quince actores, dos pasantes de psicología de la UBA. Salió todo el grupo. Por un tiempo seguimos estando en el Clínicas con algunos usuarios. Todo era ad honorem. Soy psicólogo aunque no haya ejercido. Mi título está y me avala.


– El 2008 es cuando empieza a navegar “Barquitos de papel”.

– Si. Acompañan los pasantes, la otra persona que fundó la compañía Gustavo Reverdito, yo y los demás. Después, como en todo ámbito artístico –y más aún si está atravesado por el tema de la salud mental-, es muy complejo. Estas con personas que sufren una problemática  muy fuerte. Eso no se puede negar nunca. La crítica a la psiquiatría es que hay situaciones de alto sufrimiento. Nosotros ofrecemos mucha comprensión del otro. Como todo grupo humano tuvimos nuestras bajas pero era por esto que decía. Uno tuvo un intento de suicidio, otro se quedó deprimido en su caso por un caso de anorexia en relación con su madre. Los tres actores de Psssikiatry son del primer grupo de Barquitos, en el Clinicas. Hace diez años que trabajamos juntos. Ellos se formaron conmigo como actores y yo, con ellos, como director.


-Contame de la Red de la cual forman parte.

– Formamos parte de la Red Argentina de Artes y Salud Mental. Está conformada por todas las agrupaciones que trabajan en el ámbito de la Salud Mental a partir de la herramienta artística. No solo hay teatro sino plástica y música. Hay agrupaciones de hace muchos años como el frente de artistas del Borda que ya tiene treinta años. Cada dos años hacemos un festival en Mar del Plata de arte y locura en el que participan todas estas agrupaciones. El tema es que la sociedad no está abierta para esto. Hay que romper mucho imaginario de la locura. La Red impulsa el uso del arte como herramienta de acercamiento y sanación en la resolución de los problemas de las personas.

Esto es a nivel nacional y en el Festival ya vinieron agrupaciones de Paraguay y Ecuador. Es interesantísimo. El Estado nos prestaba el complejo de Chapalmalal y teníamos alojamiento y comida gratis asi como un convenio con un teatro en el que una semana teníamos funciones a pleno. Ahora se haría el año que viene. Queremos para el 2017 cambiar la fecha para que no coincida con las elecciones y es un problema burocrático y político. Quizás haremos uno más chico. En el marco de la Red hacemos la Jornada Contemporánea de Arte y Salud Mental que hicimos en el Olimpo.

Una vez, Álvaro dijo que la finalidad de Barquitos de Papel es la de “sembrar conciencia”. Me atengo a esa máxima de Álvaro que, me parece, es una gran verdad. El paso siguiente será seguir desarrollando nuestra arte, tener nuestra asociación civil y recaudar fondos para difundir y tener herramientas. Otro paso sería la liberación total cuando un día venga alguno de los actores y me diga “Valerio, muchas gracias por todo!” para hacer su propio camino. 


“Psssikiatry”. Espacio Sísmico. Lavalleja 960. Viernes, 19.30 hs.

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