
– Hace unos años, estaba en temporada de una obra en el teatro Payró. Al finalizar la función, me esperó a la salida del teatro una joven muy bonita. Se presenta diciendo que es una actriz mexicana. Le había encantado la obra y quería ver todo lo que tenía -en ese momento- en cartel. Le hice un chiste y le pedí que volviera a la semana siguiente, porque era lo único que tenía en cartel. Le comenté que estaba ensayando otro trabajo en una sala de ensayo en Parque Centenario. Me preguntó si podía ir y le dije que sí. Fue así que ella se presentó y compartió el ensayo con nosotros. Lloró la mitad del ensayo y tomó el trabajo como si estuviéramos haciendo una función para ella sola. Terminó la obra y me dijo ”Este trabajo me lo voy a llevar a México”. Como teatrero viejo, siempre es bonito escuchar esas cosas pero uno ya no las cree tanto. Esa actriz era, ni más ni menos, que Fernanda Castillo. Con mi ignorancia a cuestas, después me enteré quien era ella asi como de todo su prestigio actoral. Tres años y medio después de esa charla, me encuentro en Ciudad de México escribiendo esta nota durante la gira de la obra.
– Para realizar la obra en México, ¿hubo algún cambio a nivel dramatúrgico? ¿Y para la gira actual de México-EE.UU?
– Solo hubo que adaptar el texto al hablar mexicano. Incluso las canciones de los videos de la boda que aparecen entre medio de la actuación. Se supone que el espectador, al ver los videos del casamiento, tiene que empatizar con la música, como si fuera una boda mexicana. Los temas que teníamos en argentina eran demasiado argentinos, así que eso hubo que modificarlos. Luego, también al llegar acá me gustó trabajar con la idiosincrasia mexicana y me tenté escribiendo unos textos nuevos, que fui agregando. También cambié las actividades laborales de los personajes y eso trajo modificaciones. Solo hubo que hacer estos cambios para que nada suene raro. Para Estados Unidos no vamos a realizar modificaciones. Iremos con la versión mexicana tal cual.
– ¿Cómo fue trabajar con Fernanda Castillo y Erik Hayser -protagonistas de la actual versión de «Wake up, woman»? ¿Notaste mucha diferencia con la forma de trabajo de los actores argentinos?
– Creo que los argentinos no conocemos tanto a los actores mexicanos. O al menos eso me pasó a mí. No tenía dimensión de lo que significaba Fernanda en México. Tampoco lo conocía a Erik. Hicimos unas sesiones de Skype antes de venir aquí por primera vez en el mes de febrero, que fue cuando comenzó todo esto. Los dos me encantaron. Son actores que llevan años de trabajo, con gran experiencia en cine, televisión y teatro con carreras reconocidísimas. No tuvieron ningún problema de entregarse a la dirección. Me encanta trabajar con “laboratorios actorales” para que el actor o la actriz encuentre el personaje desde otro lugar antes de abordar el trabajo de puesta. Ellos estaban más que entusiasmados con esto. Fue simplemente precioso ver surgir la creación y acompañarlos en esto. Los dos son actores muy rigurosos y perfeccionistas lo cual es apreciable en el día a día. Así es como uno (como director) se queda mucho más tranquilo, porque sabe que todos vamos a velar por la calidad de nuestro trabajo.
– Fernanda y Erik son estrellas en México. ¿Viviste algún tipo de presión con respecto al material y a la forma de encararlo?
– No, al contrario. Esto me ayudó a dejar volar un montón de ideas y propuestas nuevas. Creo que es lo mejor que me pudo haber pasado. Pude tomar el material como si fuese una obra nueva porque -en un punto- así lo es. Al haber actores distintos es otro espectáculo. No es dirigir de nuevo la misma obra sino crear otra nueva. Era ese el nuevo desafío. En lo que respecta a la fama, de verdad, al principio uno no toma dimensión. Son dos actores que llegan a trabajar y se encierran con uno horas vestidos con ropa deportiva, riéndonos, charlando, creando. ¡Pero ahora sí estoy tomando la dimensión! (risas). Hacemos funciones de gira en teatros o estadios a sala llena y cuando termina la función, hay 500 personas que se quedan a esperarlos para poder tomarse una foto con ellos, darles un beso o regalos que les trajeron. También pasa cuando una caravana de autos va siguiendo la camioneta en la que vas y bajan todos con mucha más rapidez que vos en el lugar al que tenías que llegar. Fernanda y Erik son dos personas divinas. Nada los modifica. Son muy generosos y saben que eso forma parte de su trabajo. Es muy bonito verlos.
– ¿Cómo fue la recepción del público mexicano a la fuerte problemática de violencia de género que hace la obra? ¿Qué te decía la gente al finalizar la función?
– La reacción fue todo un tema. La obra cuenta la violencia de forma progresiva. En Buenos Aires, la gente se reía al principio con ciertos guiños de humor que la obra tenía en su comienzo. Luego, nadie más lo hacía. Aquí eso es muy distinto. La gente sigue riéndose bastante más. Naturaliza los niveles de violencia de otra manera. Eso me llama mucho la atención. Tiene que ver con la lamentable cotidianeidad de violencia en la que vivimos en Latinoamérica. Una pena… Pero hay un momento específico de la obra en que todas las noches la gente deja la risa de lado y fluye otra emoción. Aquí también aparecen las lágrimas de los espectadores. El aplauso marca una aceptación muy buena de la obra. En estas funciones de gira siempre tenemos público de pie que aplaude muy conmovido, lo cual es muy bueno. La violencia de género es un tema del que hay que hablar y ponerle palabas. Entonces, que suceda esto con este espectáculo, hace que la satisfacción sea doble.
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Acebo, Fernanda Castillo y Erik Hayser, antes de la función de «Wake up, woman» |
– Nos tratan con mucho respeto. En cada lugar donde vamos salen muchas críticas y notas. Todos hablan de la necesidad de la obra y del discurso de la misma asi como de la valentía de los actores. Fernanda y Erik podrían estar haciendo cualquier tipo de obra porque la gente los iría a ver igual. Pero todos destacan el haber apostado por un trabajo tan fuerte y necesario. Es muy bonito leer y ver lo que sucede con los medios.
– Te pregunto por dos momentos similares pero en contextos diferentes. ¿Cómo fue tu reacción cuando viste el mail (o recibiste el llamado telefónico) que decía “Sr Acebo, queremos hacer su puesta en México” y “Sr Acebo, queremos llevar su obra de gira por México y EE.UU”?
– ¡Me hacés reír! La primera vez, me llamó Fernanda desde México diciendo que había llegado el momento de trabajar juntos. Fue muy emocionante y caótico. Tenía un viaje impostergable que debía hacer y la obra tenía casi ya fecha de estreno y no podíamos coordinar fechas. No daban los tiempos. Finalmente logramos hacerlo. Pero fue precioso el momento. Teníamos muchas ganas de trabajar juntos con Fernanda. La segunda vez, cuando me propusieron lo de la gira de México y Estados Unidos, me largué a llorar un rato largo (risas). No fue ni por un llamado ni en un mail. La tecnología nos supera. Fernanda y Erik me pidieron si podíamos tener una conversación por Skype. Una conversación amistosa, para hablar de la vida. Hacía un par de meses que no hablábamos tal como fue cuando había estado en México. Me lo creí. Hablamos de la vida y luego, los dos se aparecieron con la propuesta. Fue muy emocionante. Ellos son muy generosos y a mí me emociona mucho la generosidad. En el momento les dije que sí. Yo estaba a puro llanto y ellos a pura risa. La felicidad se expresaba de dos maneras diferentes en dos países distintos.
– ¿En qué medida han cambiado –si es que hubo cambio alguno- las expectativas y deseos que dieron lugar al surgimiento de Wake up woman?
– En ninguna. Siempre «Wake up, woman» es y fue un gran desafío. Me llevó años encontrar las palabras para escribir la historia que quería escribir. Encontrar las palabras para hablar sobre violencia de género. Era un tema que me imponía mucho respeto y quería que la obra estuviese bañada de ese respeto. ¡Cada vez hay más víctimas por la violencia de género! Hacer «Wake up woman» cada noche, cada función, es un gran desafío que se renueva cada vez que uno se enfrenta a dirigirla nuevamente. Es muy bello tomarla de esa manera y, por suerte, me voy cruzando con gente que cree absolutamente lo mismo.