Fabiana García Lago: «El exito no te modifica, te delata»

Recién llegada de las grabaciones de «Malparida», tuvimos el placer de charlar con Fabiana García Lago. A pesar, del cansancio, tiene muy buena predisposición para la charla que se desarrolla en las butacas del Multiteatro. Menudita, Fabiana tiene esa impronta de ser una mina “buena y de carácter”. Habla con convicción y pasión sin pelos en la lengua.  
– ¿Cómo es esta vuelta con “Chicas Católicas”?
– Estoy muy contenta porque es un poco inesperada. Para mi ya era un capítulo cerrado. Había pasado a ser un recuerdo muy lindo y siempre me quedaba esa cosa de “eso que no se va a volver a repetir” porque se tienen que dar y coincidir una serie de cosas que son muy difíciles. Entonces yo lo tenía todo guardadito en un lugar y de repente me llamó Alicia y me preguntó “¿Querés volver a hacer Chicas Católicas?”. «Si, obvio». Asi es la vuelta.

– ¿Costó sacar al personaje que ya tenías guardadito en tu corazón?
– Fue, para sorpresa mia, volver a juntarme con mis compañeras y darme cuenta que seguía ahí como si la hubiese hecho la semana pasada. A Julia Calvo le pasó lo mismo. Incluso nos pasó con textos que no sabíamos si íbamos a recordar pero teníamos la sensación de que nos “sonaba”. Era la música de las palabras y no nos venía el texto hasta que subimos al escenario, con todos los elementos y ahí, apareció todo! Fue genial. Esas cosas son hermosas.

– ¿Fuiste una «chica católica»?
– ¡No! Toda mi escolaridad fue, con mucho orgullo, dentro de la escuela pública. A full y me da mucha pena lo que está pasando con ella. Es todo un tema a desarrollar. No fui a escuela católica.

– ¿Cómo fue meterse en la piel de estas chicas?
– Mirá, lo que me pasó a mi, le pasó a mis compañeras. No pusimos tanto el acento en meternos con una chica católica sino en lo que sería la escolarización de un niño y eso es común a todos los chicos de todos lados. Por eso, la obra fue llevada por Alicia a Mexico y fue un exitazo. En cualquier lugar que la hagan, la obra va a funcionar común a todos los que hayan pasado por una escuela, ya sea pública, privada, religiosa o laica. Son cosas comunes.

– ¿Te resulta difícil salir de un teatro para instalarte en un estudio de televisión?
– No me cuesta nada. Disfruto muchísimo haciendo teatro, de escuchar a la gente como se ríe, su respiración, su silencio. En la tele, disfruto mucho del trabajo en equipo. Me encanta llegar a grabar, tener mi equipo técnico. Ya los conozco y es como una rutina. Si, trabajo con mucho placer.

– ¿Cómo te llevás con la popularidad?
– Me llevo bien, es una alegría que te reconozcan. Que te den cariño y aprueben lo que vos hacés. No a todo el mundo le pasa eso. Ojalá le pasara al abogado, al plomero, a la cajera del supermercado y que cuando vaya por la calle, la gente le diga “che, que lindo lo que hacés! Me encanta como me das el ticket!”. Sería fantástico. La gente iría con una sonrisa a su trabajo por el reconocimiento que obtiene. Para mi, es re lindo eso.

– ¿El ego es el peor enemigo del actor?
– Si pero creo que es inherente a la persona más que al actor. El éxito no te modifica, te delata. Si sos de una manera…y yo conozco a mucha gente que le va bien en su profesión (y que conocí de antes que le vaya bien) y siguen siendo la misma gente. Y también hay gente que pasó de piojo a libélula y se creen…pero bueno, eso tiene más que ver con una persona y no con un trabajo.

– ¿Cómo recordás la época de “Padre Coraje” y “Sos mi vida”?
– De la misma manera que lo fue con “Chicas católicas”. En un lugar que me produce mucha alegría. Si me llaman y me dicen de hacer, por ejemplo, “Padre Coraje 2”, me vuelvo loca. Me encanta. Es un recuerdo hermoso.

– Y ahora estás grabando “Malparida”.
– Si. Mirá, estoy recopada con la novela. La historia es buenísima. A medida que iba leyendo los capítulos, era la sensación de “que bueno que voy a poder jugar en la novela que veía y siempre quise hacer”. Está muy buena la historia y los personajes. Son muy típicos del género pero muy bien contados y entretenidos y fácilmente reconocibles. No es una novela pretenciosa que “quiere contar tal cosa” sino que es una telenovela con sus villanos y sus héroes o heroínas. Está muy bien contada.


– ¿Y tu personaje?

– Estoy en la historia de Juana. Soy su hermana adoptiva entonces estoy siempre con ella y con Selva Alemán, que es nuestra abuela y vivimos en su casa. Por un lado, estoy en esa parte y por otra, trabajo de enfermera en el hospital y soy la secretaria-enfermera de Karina Zampini, la novia de Gonzalo Heredia que, a su vez, se enamora de Juana. Estoy metida en los dos mundos porque Juana es mi hermana y a Karina la quiero, la respeto, en el lugar de laburo. Estoy en el medio, en un lugar de conflicto. La verdad, es muy lindo para mi y estoy re contenta con la novela. Además, Juana es una mina que genera cierta expectativa y eso está bueno por su raíz. Es una delicia. No me la podía imaginar asi…

– Ella tiene una imagen muy fuerte…
– Si y va estar bueno eso pero es una mujer deliciosa.

– Cuando eras chica, querías ser abogada. ¿Te quedó eso como asignatura pendiente?
– Uh…Mirá, me quedó como…me gustaba ser abogada porque me gusta…no se…Petrocelli y esa cosa de la abogacía. Pero en este país, es ser mancha papeles….

– Como decía Pepe Biondi, abogado, jurisconsulto, ladrón de gallinas y mancha papeles...
– Es eso por un lado y por otro, es un asco. Ponelo y subráyalo. La justicia en este país es un asco. La justicia, en este país, me da miedo. No siento que me proteja. Si hubiese sido abogada, me hubiese ido como el culo porque no me lo iba a bancar. Ahora, por ejemplo, estoy en un juicio con una obra social muy conocida en Santa fe y Pueyrredon, que tiene un aparato atrás que es terrible. Y te da una sensación de….A pesar de esto, voy a pelear pero todo el tiempo, cuando vas al juzgado y ves lo que es, te da pena como se da todo.

– ¿Fue también un poco (consciente o inconsciente) ese deseo el no seguir la carrera de tu padre o de tu tía?
– Absolutamente. Hice todo lo posible para no ser actriz. A pesar de eso, acá estoy. No era fácil decir que quería ser actriz en esa familia. No solo por la mirada de mi padre o de mi tia sino que sentía que tenía la obligación de hacerlo bien por el entorno familiar. “Los actores son ellos”, entendés? Entonces me costó un montón. Me parece muy bien la gente que estudia teatro y después hace teatro callejero, autogestiona cosas. Por ahí, parece una pavada o no pero yo, eso paso no lo pude hacer. En ese tránsito se aprende y no lo hice porque sentía mucho pudor. Entonces, bueno, se me hizo bastante cuesta arriba. Además, me daba cuenta que tomaba cosas prestadas, algún discurso de mi papá, o tal cosa de mi tía. Cuando pude registrar que los personajes que yo decía que quería hacer no eran míos, ahí fue cuando pude empezar a actuar. En ese momento pude decir “yo quiero esto”. Fue un click y me llevó mucho tiempo.

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