Si bien su nombre está asociado a lo más granado del teatro off, ahora presenta “A Chopin: Alexis o el tratado del inútil combate”, de Marguerite Yourcenar en el Gran Rex, el martes 9 de noviembre, con entrada libre y gratuita. Martín Urbaneja le cuenta al Caleidoscopio esta nueva etapa de su carrera.
-Alexis encarna las contradicciones de un ser atormentado entre la felicidad relativa y la libertad verdadera. Es de alguna manera para Marguerite Yourcenar, la afirmación de su propio yo. El texto fue escrito cuando ella tenía 24 años, convirtiéndose en confidencia espontánea y un testimonio muy auténtico. Con desesperada angustia, Alexis comprende que debe partir y abandonar todo para encontrarse con sus deseos más profundos y perseguirlos. Porque como decía Cortázar: «los hombres como las palabras no existen si no se las pronuncia». Este es un viaje iniciático en pos de un destino deseado pero incierto, la aventura de la construcción de la propia identidad, porque uno debe en soledad existencial construir su propio nombre.
– Personaje complejo…no?
-He ido desarrollando un gusto por esos personajes que sin ser marginales están al costado de la historia. Impregnados de melancolía, quebrados o rotos pero al mismo tiempo con un impulso esperanzado por continuar, con una necesidad voraz de encontrar siempre una salida. Como actor podría resaltar el miedo a no asumir riesgos. Siempre tengo la necesidad de alentar todo tipo de aventura que implique creación y riesgo. Y este espectáculo es toda una aventura para mí. Nunca hice algo igual, ni siquiera parecido. Trato permanentemente de ser un actor que cambia su enfoque crítico y lo va recreando, y así recreo mis crisis para poder seguir siendo actor. Hay que poder recrear la crisis personal en un mundo que está en crisis , la propia crítica de ese mundo , en el cual uno está debe mantener vivo a un actor. Solo quiero seguir trabajando e indagando en todo aquello que de verdad me interesa y conmueve.
Intermedio: Imposible hablar de Martín y no recordar que su nombre está ligado a varias de las mejores puestas del teatro de los últimos años como “Las Descentradas”, “Chiquito”, “Electra Shock” y “Ciudadela”, sin olvidar “El Beso de la Mujer Araña”, con Humberto Tortonese y dirección de Rubén Szchumacher. Gran persona y gran actor, Martín está en la búsqueda de nuevos horizontes. Empezó a cantar en las últimas puestas que ha protagonizado. Con “A Chopin: Alexis…” está de gira por todo el país antes de presentarse en el Rex.
– En tus últimas actuaciones, cantaste. ¿Ya cantabas antes?
– Siempre me ha gustado mucho la música; todo tipo de música. Me parece una forma de comunicación muy pura e inmediata. La música es muy fiel siempre, en los mejores y en los peores momentos. Desde siempre me ha gustado cantar pero me daba mucho pudor hacerlo hasta que decidí estudiar canto e introducirme en ese nuevo mundo. Ahora cantar me da mucha alegría. Es otra herramienta de crecimiento. Uno como actor (y como ser humano) siempre está en el borde, a punto de perderse. Este lugar es algo que necesito para mis afectos, para mi trabajo, para saber cómo estoy, quién soy, qué respuestas puedo darme; si es que puedo darme alguna.
– ¿Es concebible un actor sin compromiso social?
– Creo que toda manifestación artística de alguna manera ya es un acto de militancia, un hecho político. Me interesa el teatro que formula interrogantes, no el que da respuestas. Al menos, eso es lo que intento en mis elecciones y en los proyectos que elijo. Nuestro trabajo es una forma de resistencia, operando sobre problemas concretos con la ilusión siempre de provocar al menos una pequeña rebelión. Claro que también creo que hay otras formas de hacer teatro y como en la política se puede ser corrupto, superficial y vacío y obviamente, estoy lo más lejos posible de todo eso. Es imposible manifestarse artísticamente , sea cual sea la forma en que lo hagamos , sin estar con los pies en la tierra y muy concientes de la realidad. Somos parte de una sociedad , de un sistema y todo lo que hagamos debe ser un gesto revelador y sincero a cerca de las dificultades del vivir. De todo aquello que nos aqueja como seres humanos y como sociedad , y cuando todo eso ocurre llega la catarsis , lo más positivo de esto que hacemos. En definitiva siempre en el teatro hablamos ni más ni menos que de la vida.
– Creo que toda manifestación artística de alguna manera ya es un acto de militancia, un hecho político. Me interesa el teatro que formula interrogantes, no el que da respuestas. Al menos, eso es lo que intento en mis elecciones y en los proyectos que elijo. Nuestro trabajo es una forma de resistencia, operando sobre problemas concretos con la ilusión siempre de provocar al menos una pequeña rebelión. Claro que también creo que hay otras formas de hacer teatro y como en la política se puede ser corrupto, superficial y vacío y obviamente, estoy lo más lejos posible de todo eso. Es imposible manifestarse artísticamente , sea cual sea la forma en que lo hagamos , sin estar con los pies en la tierra y muy concientes de la realidad. Somos parte de una sociedad , de un sistema y todo lo que hagamos debe ser un gesto revelador y sincero a cerca de las dificultades del vivir. De todo aquello que nos aqueja como seres humanos y como sociedad , y cuando todo eso ocurre llega la catarsis , lo más positivo de esto que hacemos. En definitiva siempre en el teatro hablamos ni más ni menos que de la vida.
– ¿Cómo fueron tus comienzos?
– Soy egresado de la carrera de actor nacional. Tuve la suerte de formarme con prestigiosos docentes , pero mi verdadero aprendizaje empezó a los 22 años cuando Roberto Villanueva lo convocó para protagonizar «La tercera parte del mar», una obra escrita por Alejandro Tantanián. Durante los ensayos empezaron a desbaratarse la mayoría de de las teorías o métodos que había aprendido y esa grieta me dio la posibilidad de vislumbrar que había otras formas de concebir un hecho artístico.
-Fue un quiebre en tu carrera…
– Si…A partir de ese momento mi formación empezó a pasar más por las personas que iba conociendo escénicamente y por los vínculos que se fueron creando a partir de producir y hacer obras. Esa práctica me fué llevando a cambiar la forma que pensaba que tenían que hacerse las cosas. Por lo tanto, a partir de esa experiencia tenía que aprender a producir teatro. Me refiero a la producción poética de materialidad escénica. Esto es, la posibilidad que tiene la persona que actúa de afirmar esa experiencia que percibe en el momento de actuar: el mundo se amplía en sus niveles de percepción y todo se vuelve más pleno. En todo esto se vuelve imprescindible nombrar a quienes desde su lugar de maestros o directores fueron definitorios para mí como persona y como actor como Helena Tritek, Guillermo Angelelli, Mariela Asensio y Guillermo Cacace.
– Algo de lo que me preguntaste, me está pasando con el estreno de esta obra, la nominación, la película y todo lo que estoy viviendo. Lo que siempre me sostuvo fue el no perder nunca la capacidad de soñar con lo que yo quería hacer. Hoy, a mi mismo, y a toda la gente que tenga ganas de escucharse, le diría que todo en algún momento llega.
– No te arrepentiste de alguna decisión que tomaste?
– Hay cosas que uno dice «que hice?!». Hice cosas horribles pero la verdad es que no me arrepiento porque es allí en donde uno más aprende. A veces uno no sabe bien que es lo que quiere pero si lo que no quiere. Así que está bueno para eso. Trato en general de no arrepentirme ya que todo sucede por algo. Uno tiene que tratar de descifrar por qué y para qué suceden las cosas. Hice cosas que son innombrables pero también está bueno haber hecho eso también.
“A Chopin: Alexis o el tratado del inútil combate”. Martes 9 de noviembre. Teatro Gran Rex. A las 13 hs. Entrada libre y gratuita y se retira una hora antes de la función en el teatro.