Mijal Katzowicz: “El sentimiento de soledad es desgarrador pero genera mucha acción”.

Actríz y bailarina de temperamento, Mijal Kaztowicz lleva adelante “En corral ajeno”, un unipersonal tan atrapante como delicioso en las múltiples aristas que toca. En charla con ECDL, Katzowicz da cuenta de los motivos que la llevaron a meterse en la piel de una niña-mujer que, a través de su relación con unas gallinas, construye un mundo tan abarcativo y rico.


– ¿Cómo surge «En corral ajeno»? Qué te atrapó del texto?

– La obra surge por un deseo mío de hacer un unipersonal. Buscando materiales me encontré con un pequeño texto de Soledad Manes donde quedé atrapada por el universo rural de una chica que tenía una relación muy particular con las gallinas. Me recordó un poco al cuento “Usurpación” de Beatriz Guido y a algunas cuestiones en relación a lo animal de Clarise Lispector. Le hice la propuesta a Soledad y enseguida aceptó.


-¿Cuánto tiempo hubo de ensayo y concepción de la puesta?

– Estuvimos año y medio ensayando arduamente hasta el estreno a mediados del año pasado. La dramaturgia es resultado de improvisaciones por lo que fue un trabajo de mucho intercambio. Pero la obra tuvo doble trabajo ya que este año para el reestreno cambió la dirección. Vanesa Madia la encaró y fue como volver a empezar, de alguna manera podría decirse que tuvo 2 estrenos la obra ya que cambió rotundamente, se potenció con la nueva mirada de Vanesa.


– ¿Cómo fue componer al personaje?

– Nada fácil. Encarnarlo ha sido la experiencia más enriquecedora que he tenido en mi carrera. La obra se sostiene mucho desde la actuación. Vane tenía muy en claro lo que quería obtener de mí y me guió certeramente hacia territorios y texturas que ya tenía pero que nunca había desarrollado tanto. Trabajamos mucho el gesto, lo que narra el cuerpo antes que la palabra para no ilustrarla, incluso a veces contradiciéndola. Evitando ir directamente al texto para que prime lo visual, lo que le sucede a ella y no lo enunciado. También fue difícil ya que tiendo a irme a la comedia, es lo que mejor me sale y por prejuicio le huyo al drama. Y con esta obra, al ser una “tragicomedia”, aprendí a mixturar y combinar estados contrarios al mismo tiempo, dándole más grosor y capas y encontrando nuevos tonos a la actuación; amplié mi gama expresiva. El personaje está devastado pero al mismo tiempo está probando cosas todo el tiempo y jugando, es muy rico. Por otro lado es la primera vez que bailo en una obra de teatro, me requiere de un caudal energético muy alto y es complejo porque no sólo en las partes bailadas involucro mi cuerpo sino que está muy presente todo el tiempo y si mi energía baja apenas unos milímetros la obra decae. Es literal el cambio de piel que atraviesa mi cuerpo en escena.


– ¿Podría decirse que la obra entraría dentro de una temática «femenina»?

– Podría decirse que la historia es femenina, se narra sobre todo desde sus recuerdos pero no es una obra de género. Circulan muchos interrogantes femeninos como el deber ser, el mandato, el deseo, la imposibilidad de ser madre, la mujer objeto, pero lo que a nosotras nos resulta interesante es que la obra no toma partido por ninguna posición, no baja línea y posibilita muchas lecturas e interpretaciones. Hay un pensamiento más allá del género que es humano y existencial y que tiene que ver con el lugar que queremos ocupar en el mundo, ella está todo el tiempo pensando en lo que está haciendo, probando y reafirmándose a sí misma para no sentirse inútil y sola. El sentimiento de soledad es desgarrador pero a su vez genera mucha acción.


– ¿Cómo fue la obtención de ese mix de visceralidad y sutileza tan bien desarrollado en la obra?

– Ese contraste simultáneo que tiene el personaje entre salvaje y tierno, ingenuo y bestial, lo logramos con Vane luego de un trabajo de hormiga, de mucho detalle y sutilezas. Fuimos a fondo con cada estado emocional y sus transiciones ya que el personaje cambia constantemente y no tengo mucho tiempo para pasar de uno a otro. Se trabajó un estado base que desde el comienzo es muy fuerte y a partir de éste fuimos ubicando a los otros o por contraste o por semejanza y siempre por acumulación y en línea ascendente.


– ¿Qué te dice la gente cuando termina la obra?

– El público en general empatiza mucho con el personaje y la obra. Quedan muy asombrados justamente por lo rápido que cambio de estado y la facilidad que tengo de pasar del llanto a la risa por ejemplo. Siempre mencionan el buen ritmo de la obra, que nunca cae. Pero sobre todo impacta el trabajo corporal. Veo sus caras durante la transformación y realmente están viajando, “flasheando”. Se destaca mucho el trabajo kinético, es que las estrellas son mis omóplatos, ja. También me señalan mucho la presencia y potencia que tengo en escena, como una especie de imán. 


– En los últimos tiempos, hubo un importante desarrollo de los unipersonales femeninos. ¿Por qué crees que se dio ese fenómeno?

-Es cierto, no sé muy bien porqué pero creo que el universo femenino es más rico y más variado que el masculino. Empezando por la capacidad de crear vida que tenemos, fenómeno natural y extraordinario. Si podemos generar eso, somos capaces de cualquier cosa. Y un unipersonal requiere de muucho coraje, poner bien los huevos (para este caso viene regio, ja). En base a eso le tenemos menos miedo al ridículo y nos reímos más de nosotras mismas y el espectador se identifica con ese aspecto, tanto femenino como masculino porque lo conoce. Creo también que las mujeres estamos más acostumbradas a contar y a escuchar historias, de ahí la necesidad del relato más íntimo. Y si cada vez hay más será porque la mujer cada vez tiene más lugar en la sociedad, lo pienso, no lo sentencio.


– Tengo entendido que participaste en los comienzos de «Mecánicas». ¿De qué manera fue tu participación?

– “Mecánicas” fue un proyecto que creamos y compartimos con Soledad Manes, Lucía Caleta y Daniela Faiella. Todas nos conocimos en el taller de actuación de Andrea Garrote. Estuvimos haciendo pruebas hasta que convocamos a Celina Rozenwurcel, también compañera en ese entonces, para que se encargue de la dramaturgia en base a improvisaciones. Ensayamos bastante tiempo en un taller mecánico pero luego el grupo se disolvió. Al no tener una mirada externa concreta que organizara el trabajo, se nos complicó la continuidad. Después Celina siguió con la obra.


– ¿Qué surge primero en vos, la actriz o la bailarina?

– Es difícil responder esa pregunta. Soy actriz y también podría decir bailarina pero me cuesta denominarme como tal. Siempre hice las 2 cosas aunque tengo más experiencia actuando. Soy muy autoexigente y como no tengo la disciplina de una bailarina profesional no me creo como tal pero es un juicio tonto que tengo de mí misma y que me cuesta desarraigar. Siempre fui muy expresiva con el rostro y con el cuerpo. Soy muy física, igualmente poco a poco me concilio más con ser “bailarina” y me animo a entrar en la “danza-teatro” o el “teatro físico”, géneros cuestionables pero que me identifico mucho. La danza y el teatro están cada vez más fusionados y eso permite mayor amplitud de lenguaje e investigación en el movimiento, eso es lo que me atrae para seguir investigando a futuro.


– ¿Habrá, en algún momento, una Mijal Katzowicz directora o dramaturga?

– Espero que sí, me interesa también estar del otro lado. Soy muy crítica y me gusta mucho observar, pero hay que trabajar y entrenar la mirada, poder leer los cuerpos de los otros y ser consciente de la totalidad. En relación a la escritura es un terreno que me cuesta más, soy muy obsesiva y me enrosco con las palabras, me juzgo en demasía a la hora de escribir.


– Si por la puerta del teatro entrase la pequeña Mijal que recién empezaba a estudiar, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo/recomendación?

– Uff, paciencia, paciencia, paciencia! Ja. Que estudie o se dedique a algo paralelo para despejar un poco la presión que lleva intrínseca esta profesión. Que nunca de nada por sentado. Que siempre van a haber altibajos e incertidumbres pero lo fundamental es no perder la confianza en uno. No esperar nada del otro. Estudiar, aprender, leer, viajar, bailar, amar, estar en continuo movimiento, no dejar que la exigencia te detenga. Vuelvo a la paciencia, el tiempo es tirano si lo dejamos pasar pero también hay que dejar que decante. Mientras haya disciplina, constancia, perseverancia y paciencia el camino está bien guiado.

Y arriesgarse, la salvación está en el riesgo.


En Corral Ajeno. La Vieja Guarida. Guardia Vieja 3777. Domingos, 19 hs.

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