Hace tiempo, surgió la idea de invertir roles con un actor/actriz para que le puedan preguntar lo que quieran a un periodista sobre esta profesión y dejar de lado esa supuesta “rivalidad” que hay entre periodistas y actores. Charlando con Leticia Torres, actriz a la que estimo y admiro, le conté de esta idea y fue ella la encargada de hacer la entrevista. A continuación, Leticia toma la palabra para la nota que le realizó al creador de este blog.
Cuando terminé el secundario, a pesar de que sabía que quería ser actriz, me anoté en la carrera de Ciencias de la comunicación, en la UBA, con intenciones de ser periodista. Tres años después y habiendo mantenido durante un año una doble vida mientras estudiaba actuación, abandoné la universidad. Daniel Gaguine me dio la oportunidad de hacer un cambio de roles, y sacarme el gustito como actriz, de entrevistar a un periodista, específicamente a un crítico de Teatro. Espero lo disfruten.
¿Profesión?
Daniel Gaguine se formó como periodista estudiando la carrera de Comunicación Social en la UBA de la que dice sentirse “orgulloso” de ser alumno. Además realizó numerosos seminarios de política e historia, en donde adquirió conocimientos y algunas formas que todavía pueden verse en su escritura, aunque en este momento se especialice en escribir sobre teatro. Actualmente escribe en la revista Noticias Urbanas (NU) y acaba de arrancar un emprendimiento independiente que es este blog, El Caleidoscopio de Lucy. En esta nota hablamos sobre su profesión, sobre el teatro independiente y sobre las diferencias entre trabajar en un medio y hacerlo de manera independiente.
Además de estudiar, Daniel Gaguine trabajó muchos años en radios como FM La Tribu, Radio Cooperativa y Radio Abierta. Asegura que nunca hasta el momento llegó a un medio extremadamente grande “por una cuestión de carácter y porque creo que nunca me interesó demasiado.”
No le gusta el término “crítico” ni las calificaciones. Prefiere llamarse periodista, ya que “la palabra periodista implica investigar, tener un buen manejo de diferentes herramientas, sea de lenguaje, de redacción de texto. “ Y aunque reconoce sentirse “un poco maestro ciruela” al decir esto, es como le gusta definirse y le parece que es la manera de trabajar.
Una de las cosas que me interesaba saber es si tenía conocimientos sobre la técnica del actor, si de algún modo se había acercado a nuestro trabajo como para conocerlo más de cerca, más allá de lo que se ve como espectador y así tener más herramientas a la hora de hacer una crítica. Y si bien me cuenta que no fantasea concretamente con ser actor, tuvo su paso por las tablas con el grupo Yopoloko, al cual recuerda con mucho cariño, interpretando al Rey Zarastro de la Flauta Mágica. También realizó un seminario de escritura con Kartun y de clown con Walter Velásquez. “Me gustaría quizás tener más herramientas que sean complementarias a lo que yo tengo” dice Gaguine. Y luego reconoce: “Pero ser actor…es difícil. Yo respeto mucho el trabajo del actor.” Recuerda una reunión con gente amiga en la que comentaban que en un programa de televisión invitaban a un actor o actriz famosos a hacer un trabajo “serio”. Sobre esto Gaguine opina indignado: “No, maestro. Todos estamos haciendo trabajos serios. Cuando el abogado se sienta a ver televisión no ve a otro abogado, no ve a un médico o a un ingeniero, ve actores desarrollando su tarea, ergo, trabajando. Esas son cosas que a mi me molestan bastante.”
Hablamos sobre esta profesión y sobre lo menospreciada que está en algunos medios, porque pareciera ser una tarea fácil de hacer. Daniel lo compara con el boxeo: “Todo el mundo piensa que boxear es subirse al ring, ponerse los guantes, pelear y enseguida terminás ganando fortuna. Con la actuación lo mismo, se piensa que es cuestión de hacer alguna morisqueta, ser medianamente fachero, ir hacer un casting y listo, estás trabajando. No es así.”
Nos ponemos a hablar concretamente ahora de su profesión. Sostiene firmemente que “Los periodistas somos personas que vemos, analizamos y nada más. Que a uno pueda gustarle y a otro no, es otra historieta”. Cuenta que cuando escribe sobre alguna obra funda su opinión en diferentes elementos que puntualiza cuando las escribe, pero nunca lo haría al libre albedrío, “no escribiría que algo no me pareció bueno porque me peleé con mi novia y estaba de mal humor. No es así”.
Con respecto a los llamados críticos, entre los cuales se incluye, porque aunque no se identifica con el término se hace cargo de que lo escribe son “críticas”, y su relación con las obras de teatro, piensa que “cada uno tiene su rol, todos complementarios, ninguno opuesto, no es una rivalidad. Quizás hay colegas que utilizan un lenguaje excesivamente duro para algunas cosas, yo no lo hago. Nadie hace las cosas para que le salgan mal”. Y apela nuevamente a una comparación deportiva, esta vez con el fútbol: “Nadie sale a la cancha para perder, los actores no salen al escenario para hacer un bodrio.”
Las calificaciones
Hablamos de las calificaciones, algo que Daniel mismo pone en sus críticas, pero con las que dice no estar de acuerdo. Entonces le pregunto por qué lo hace y me responde que es porque el medio lo pide. Esa es una de las tantas diferencias entre trabajar en un medio y trabajar de manera independiente. Sobre esto Gaguine se despacha: “Cuando uno trabaja en un medio tiene que acotarse a ciertas reglas de ese medio. Ya sé que algunos me pueden decir que soy un careta, porque pongo calificaciones, pero yo tengo que vivir. Tengo que poner calificaciones.” Y me cuenta su teoría acerca de la reacción de algunos elencos a las calificaciones: “Me parece que estamos en un lugar en el cual la calificación genera violencia porque impone un sentido de reflexión. Si yo le pongo a una obra regular, ¿cuántos elencos se hacen cargo y se preguntan por qué me pusieron regular? Es más fácil decir “¡No entendiste nada, periodista!” y que te ponés a escribir cualquier cosa. Es más fácil eso, evitar el ejercicio de la autocrítica”. Él comienza por ser autocrítico diciendo que “hay obras que me parecieron un bodrio y que les puse regular y después terminaron siendo un éxito, con actores o actrices nominados al ACE o al Trinidad Guevara.”
“En mi caso yo me cuido al escribir, no voy a poner “esta obra es un bodrio, es un desastre”. Más allá de lo que después pueda comentar en el ámbito privado, en confianza con amigos.”
Hay algo que muchas veces me intriga y que aprovecho para preguntarle a este periodista con ganas de responder, que es por qué a veces la calificación no condice con lo que se lee en la crítica. A veces leemos críticas excelentes calificadas como BUENA, o puede que suceda al revés. La respuesta es contundente: “Porque hay un editor.” Recuerda un episodio con un actor al que le hizo una nota con quien no tuvo buen feeling, “una de las pocas veces que me pasó” asegura Gaguine. El actor había dicho una frase susceptible de tomarse en doble sentido y en la redacción tuvieron la idea de titular la nota con esa frase. “Mi título era otro”, dice Daniel, “pero pusieron eso como título. Si eso llegaba a salir publicado y el actor me venía a buscar con cinco matones, hubiese tenido todo el derecho a romperme la cabeza, porque no fue lo que dijo, porque lo saqué de contexto o porque puse un título para “vender” o lograr un efecto shockeante y hago quedar mal a la gente. No está bueno eso.” Y deja caer la sentencia: “De eso se encarga el editor. Yo entrego la nota a la revista con una forma determinada y un título. Después cuando sale la revista me encuentro con que lo cambiaron y puedo decir: bien, la verdad que titulando soy de terror, o digo, esto no me gustó.”
Me cuenta que con las calificaciones de las críticas esto a veces pasa y que puede haber muchas cosas que influyan, como que el editor conozca o no al actor o al director, o como le pasó a el mismo, que ha ido a ver obras de directores cuya obra no terminaba de convencerle y a las que tuvo que calificar como buena a pedido de la revista. Recuerda que “La única vez que me sentí mal fue en una obra que estaba hecha con un humor que no me atrae, con muchos guiños al público. Cuando tuve que calificarla me dejé llevar porque el público se reía. Eso me pasó hace cuatro años. Hoy pienso, ¡¿por qué si no me gustó?! Pero en ese momento le puse buena. “
Le pregunto entonces si es que la crítica para él tiene que ser objetiva, basada en herramientas de la técnica y del conocimiento o tiene que tener algo del gusto personal de quien escribe. Nuevamente su respuesta es contundente, para él “siempre hay gusto personal. El que dice que no pone su gusto personal, miente.” A su vez reconoce que si va a ver algo que, por el contenido de la obra hay algo de antemano que le gusta o le interesa, eso puede jugarle en contra, a él y a aquello que va a ver: “Cuando ya tengo un conocimiento de lo que voy a ver, voy con la lupa más afilada. Es como el tipo al que le gustan mucho Los Beatles y va a ver un grupo onda Beatles o que hace covers de los Beatles. El tipo dice “en Madera Noruega entraban con MI en lugar de entrar con LA”. Entonces ahí se te vuelve en contra el conocer lo que vas a ver. Pero sí, todos tenemos gustos personales.”
Vemos que los críticos teatrales suelen ser referentes para la actividad teatral. No es lo mismo que determinado periodista opine que tu obra es excelente a que opine que es mala, al igual que una buena crítica suele traer más público y hace que se difunda que el espectáculo vale la pena ser visto. Teniendo en cuenta este punto y queriendo ir a lo más humano o vulnerable de mi entrevistado, le pregunto, a la hora de elegir su trabajo, qué fue lo que le hizo pensar que su punto de vista, su gusto o su opinión podían ser referente para los que lo leyeran. El piensa que en su caso personal nunca tuvo ese lugar de referente. “Lo mío simplemente es escribir y si lo que escribo es tomado o no, no sé… ahí mete la cola el amigo Ego. El periodista no puede ser más importante que el entrevistado, yo parto de eso. No puedo ser más importante que el entrevistado. Yo soy el que escribe, el medio. Si no le hago una nota a Leticia Torres hay mucha gente que no se va a enterar de que Leticia Torres está haciendo Y.O. No es que Gaguine es más importante porque le hace la nota; lo importante es que Leticia Torres está haciendo su obra, que llega a través de un humilde servidor a los demás. Yo no soy la estrella”. Asegura que él trata de ir a todas las obras a las que lo invitan, sea del circuito oficial, comercial o del off y se enoja cuando los agentes de prensa no lo invitan a ver una obra grande cuando para ver una obra más “chica” le “rompen los coquitos por mail, o por teléfono. “No te podés abrir de gambas porque pegaste una obra buena en la calle Corrientes”. “También me molesta que los agentes de prensa te llaman e inundan de mails pero después no te suben lo que vos escribís. Solo suben lo de los grandes medios pero si estos no les dan bola, recién ahí se acuerdan de los más chicos. Cuando hay grandes medios sería una “crítica especializada” sino sería “la crítica dijo”. Es patético. Además, asi como dicen que hay periodistas especializados, uno puede decir que hay agentes de prensa especializados, no?” Y después me confiesa: “Hay que admitir que yo también tengo mi carácter, hay agentes de prensa a los que no les voy a ver una obra hace años, porque no me llevo. Un amigo me decía: bien, tenés una menos para ir a ver. Y sí, hay que ver el lado positivo”.
Volvemos a hablar de su trabajo dentro de un medio, en comparación con el trabajo de forma independiente. Específicamente de su flamante blog. Me cuenta que “el blog lo hago porque me llega mucha información que no puedo meter en NU. En forma independiente laburás haciendo y escribiendo lo que vos quieras, igualmente con respeto y tratando de manejar el lenguaje lo mejor posible. Pero en un medio masivo tenés una línea editorial, tenés que poner calificaciones por ejemplo”.
Criticando a los críticos
“Yo descreo de las críticas que siempre rescatan algo positivo”, sentencia Gaguine. “Si es una obra que no llega a ningún lado, no puedo poner porque soy bueno: ”y …pero la iluminación…” Si es un bodrio es un bodrio. Hay situaciones que no se sostienen.” Esto surge de una charla que tenemos acerca del florecimiento de los blogs que escriben sobre teatro. “El tiempo va decantando también. Hay unos cuantos que estamos hace años dando vueltas por estas lides y creo que ya nos conocen. Después que te respeten la opinión de uno o no es otra cosa. El tiempo para mí es el que decanta todo y obviamente leyendo qué escribe, cómo escribe y por qué escribe lo que escribe. Si vos en el primer renglón ponés que te parece que la obra se basa en muy buenas actuaciones y finalizás con que las actuaciones son de terror… bueno. Hay blogs que hicieron eso. El que dice que está todo bien a mi no me convence. El periodista que dice que todas las obras son buenas termina siendo mentira. “
Ya que estamos hablando de bodrios me intriga saber cómo se maneja si va a ver un espectáculo que no le gusta. Y sin dudar asegura: “Yo saco todo. Sé que es una chotada para el actor, pero tengo que ser equitativo. Si me gustó, me gustó y si no bueno. Yo sé que si Y.O. no me gustaba vos te ibas a enojar, e ibas a hacer muñequitos con mi fisonomía y con alfileres clavados en los puntos neurálgicos de mi cuerpo, pero bueno, estoy haciendo mi laburo y vos estás haciendo el tuyo. Si vos te enojas conmigo y bueno, más que invitarte un café y tratar de arreglar las diferencias, otra cosa no puedo hacer.” Me cuenta que hace tres años fue a ver una obra hecha por gente que recién empezaba y que le pareció muy mala. Le contó al elenco que no le había gustado la obra y les consultó si publicar la crítica o no. El elenco eligió que salga la crítica y así fue. A la semana se enteró de que la misma obra había sido invitada a un festival internacional de teatro “pero nunca más hizo funciones en Capital, ja!”. Y concluye la anécdota diciendo: “La obra va a caminar o no por mérito propio y los periodistas somos complementarios. Hay gente que decía que Sargent Pepper era una porquería, pocos, pero hay gente que dijo eso. Son cosas que pasan.”
“Desde mi lugar trato de escribir y fomentar diferentes cosas, que también me parece interesante que la gente conozca, que quizás a veces por prejuicio no lo hace.”
El teatro off que se muerde la cola
Hablamos sobre cómo funciona el teatro off y Daniel cuenta su teoría al respecto. Para él “mucha gente del teatro off termina mordiéndose la cola porque piensa: nosotros somos cool, somos los iluminados del teatro, no salimos del ghetto. Hay obras buenísimas acá en el Abasto que hay gente que no ve ni conoce. ¿Por qué? Porque, por ejemplo, no le ponen una butaca cómoda a la gente. ¿Y por qué? Y porque son cool. No, poné una butaca buena, que la gente esté cómoda. Atraelos por lo menos de esa forma. O si no dicen “la gente no viene a ver nuestra obra porque no la entiende”. No, puede ser que estés haciendo una obra mala. Es simple. ¿Y cómo se lo hacés entender a mucha gente eso?” Me cuenta una anécdota al respecto: “Con un amigo periodista fuimos a ver un recital de Robert Cray y otro amigo comentó, este tipo toca muy bien la guitarra, pero nunca se mojó las patas en el Mississipi. Eso me parece que le pasa a cierto teatro independiente, le falta mojarse las patas en el Río Mississippi. ¿Querés hacer teatro? Andá a hacerlo, difundilo, no te quedes en tu ghetto porque si no sos como Zarathustra: estás en la montaña, bajás y después te volvés arriba.”
Eso nos llevó a hablar nuevamente de lo diferente que es trabajar en un medio que de forma independiente, porque él asegura que, sobre estas cosas en NU, no podría escribir porque lo de él es sólo crítica de teatro. “Pero en el blog sí… A menos que me censure yo mismo.” Me dice y aprovecha para despacharse: “la otra vez en una mesa que estuvimos con Meche Martinez, Vessna Bebek y Caro Tisera, decía “basta de la familia disfuncional”. Hay tantos temas y caemos en la familia disfuncional. Que la abuela, que la madre. Después de Coleman me parece que empieza a ser redundante. Hay muchos temas. Y.O. toca otros temas, con otro lenguaje, pero toca otros temas. Otro laburo tuyo, “Hotel melancólico”, o “Luisa se estrella contra su casa” y ¿volver a la familia disfuncional? Me cansa, no me dan ganas de ir.”
Gusto personal
Me cuenta que no suele sucederle de morir de risa en el teatro y que por otro lado lo que le atrae es un buen texto: “A mi un buen texto me puede. O una actuación pequeña pero con muchos matices, que vayas descubriéndola, que sea armónica. No me interesa el ruido. La gestualidad en exceso… para eso veo Matrix. Eso no me interesa tanto. Me gusta ir a divertirme, a pasarla bien al teatro. No me gusta ir a ver una obra que es mala. Digo, no me regodeo criticando. Puedo hacer un comentario charlando con amigos en confianza, pero no es algo que me guste. Me encantaría que todas las obras del off estén llenas de gente. Que se junten amigos y que en vez de hablar de qué lindo culo que tiene Cameron Díaz comenten que buena que está “Amentia” o “Luisa se estrella contra su casa”. Eso estaría bárbaro. Pero bueno, no se le puede echar la culpa al público cuando muchas veces no conoce lo que hay. Hay gente que critica que en los barrios no se hace nada y pero, ¿fuiste al centro cultural? No. ¿Y cómo sabés que no se hace nada?”
Ahí soy yo la que me salgo de la vaina para decirle que la difusión depende mucho de los periodistas, de que se interesen por lo que hacemos y por lo tanto que le den a conocer desde sus lugares. Es decir, que es necesario que trabajemos juntos. A lo que me responde: “Pero mi estimada amiga Leticia Inés Torres, los medios se manejan por guita y lamentablemente vende más la teta y el culo de Jessica Cirio que otra cosa.” Y me cuenta que en alguna oportunidad trabajando para un medio se ha visto obligado a calificar una obra como buena porque uno de los auspiciantes era el que ponía capital para realizar la revista. “Es muy difícil laburar en un medio”, dice Gaguine. “Tiene sus cosas buenas a nivel difusión, pero tiene sus cosas malas. Me pasó de ir a ver el estreno de una obra de teatro y vi que ya había críticas de antemano. Me pregunto ¿cómo hiciste?, ¿tenés la bola de cristal? ¡Y le ponían muy bueno!. Después voy a ver la obra y era un desastre. Son cosas que pasan en un medio, laburar en un medio es difícil. En un blog es más interesante, tenés más libertad. Pero, si yo no mando una gacetilla, un newsletter en el que cuento que tengo un blog que se llama El Caleidoscopio de Lucy nadie se entera. Daniel Gaguine es … Ah! Bastante con que me conoce mi viejo, que se acuerda mi nombre.”
En eso coincidimos. Muchas funciones de teatro independiente se llenan en principio por el mailing que hace el elenco. “Es un laburo de hormiga”, dice Daniel.
Otro tema que lo preocupa del teatro y de las obras en sí es que “a muchos elencos les toca hacer sus obras en teatros que no son de lo más simpáticos, por decirlo de alguna manera. “Eso el periodista también lo sabe y no está bueno. Hay periodistas que no van a determinados teatros, es una cagada. Capaz no lo tendría que decir, pero son cosas que pasan. ¿Y es teatro? Sí, todo es teatro”.
Con respecto a este tema me cuenta que se enojó mucho cuando Rottemberg sacó aquellos carteles en la época de la Gripe A en los que decía “Vuelve el Teatro.” Y deja salir ese carácter del que me habló antes y dice: “El teatro, no. Sos vos, con toda la caterva de lacras que está en la calle Corrientes. Arrogarse el término “vuelve el Teatro” me parece que es una falta de respeto. Nito Artaza lleva 100.000 personas y “Descentradas” llevaría muchos menos, pero artísticamente no hay comparación, esto a título personal.” Para rematar este tema de los medios, los periodistas, los intereses creados y el respeto por la profesión hablamos de los premios: “Si Mujeres en el baño estuvo nominada para algo es porque los periodistas fueron a verla. El tema es cuando los periodistas no van. Y ¿por qué van a ver a ese y a no a aquel, si todo es teatro? Va el cuñado del periodista a ver una obra y se la recomienda al otro y le saca un voto. Con cinco cuñados son cinco votos y terminás nominado para algo. Son las reglas del juego, que uno entre o no es otra cosa.”