En medio de esta vorágine de futbol y demás, pasó un tanto desapercibido el estreno del documental “Al sur de la frontera”, de Oliver Stone. En este hay cosas interesantes de destacar, no tanto en el documental (que peca de ser demasiado benevolente en algunos casos…¿le habrán hecho al viejo Oliver un tour turístico?) y otras que duelen plantearse. Primeramente, es un documental realizado por un director reconocido, pero ¿Cuánta gente va a ir a verlo? Poca. ¿De que trata el documental? En un punto, de la forma en que los medios de comunicación norteamericanos toman la figura de Hugo Chavez (aclaro, no es santo de mi devoción) para “demonizarla” y difundirla entre la población de los EE.UU. Al respecto, uno podría pensar que la manipulación de las masas se puede hacer en países subdesarrollados pero ¿que ocurre si esto pasa en Estados Unidos? Que de hecho, pasa.
No obstante, mi idea en este artículo apunta a lo que “hace” la gente frente a un bien cultural o producto, como el que propone Oliver Stone. ¡No lo va a ver! ¿Por qué? Porque tendrían que darse cuenta de la situación horrible en la que se está (culpa de la gente anómica, que no hace nada salvo mirar a Ricky Fort en el programa de Marcelo Tinelli) y al respecto no va a mover un dedo. Porque el “mover un dedo” implica hacer, desarrollar una acción. O sea, “saben lo que hacen e igual lo hacen” que sería una versión tristemente mejorada del “no saben lo que hacen pero lo hacen” que mantuvieron algunas escuelas filosóficas hace algunos años.
A un tipo, que lo único que le interesa es su sueldito para mantener a su familia (lo cual es absolutamente loable) y tiene gustos básicos, sin un interés mayor al de su equipo de futbol y su grupito de amigos, ¿qué le importa si vive en un desastre en tanto y en cuanto no afecte a su micromundo? Por eso, este individuo no le molesta vivir en una sociedad gobernada por Obama, CFK, Angela Merkel, Adolf Hitler o Pol Pot en tanto y en cuanto, no perturbe su “vida”…de barrio. Y de estos tipos/as tenemos a rolete. Son los mismos que dicen “no hay que mirar al pasado”, “eso ya pasó”, con anteojeras como caballos pero…muchos con alto poder adquisitivo y poder para la toma de decisiones. Ahí es donde la cosa cambia y donde se puede dar cuenta uno porque la película de Oliver Stone, al mes podrá bajar de cartel mientras que otros “productos” no tan “pesimistas” o “mala onda” seguirán entreteniendo a nuestra gente.
¡Bienvenidos al Caleidoscopio!