Federico Olivera: Hamlet y la vida misma

Empezó como actor y después se volcó a la dirección teatral. Hizo teatro y televisión (“Son de diez”, “Padre coraje”, “Mujeres de nadie”) y le está dando vida a un “Hamlet” interesante de descubrir. Federico Olivera toma la palabra para hablar del clásico de Shakespeare, la televisión, la popularidad y sobre cumplir 40 años.

-Federico, ¿cómo surge la posibilidad de hacer “Hamlet” y este “Hamlet”?
– Este es un proyecto que tiene Manuel Iedvabni desde hace muchísimo tiempo. Como es una obra con mucha complejidad de texto y más en la propuesta que él tiene, fue como esperando ser hecha. Más que nada porque en el medio, Manuel hizo otras obras de teatro. Esto fue hace un año atrás en que nos juntamos y empezamos a tener unos encuentros, a charlar sobre qué era “Hamlet” y cuales eran sus ideas. Cómo era su universo y se fue tomando la decisión lentamente. La propuesta del teatro, que es del Centro Cultural, fue muy firme en ese sentido. Nos brindaron muchísimo apoyo.

– ¿Cómo fue para vos, meterte en el personaje?
– Bueno, en realidad, es un rol.. A ver, no hay una forma de hacer Hamlet porque hay muchas formas de hacer Hamlet porque es un personaje que tiene muchísimos planos. Es un personaje que tiene un plano físico, un plano emotivo donde es muy trascendental y un plano interior, que sería el plano mental, reflexivo, irónico y humorístico. Entonces, propone una cantidad de cosas para trabajar, para experimentar, para meterse que va haciendo que todo el tiempo, vaya modificándose. Como si uno se pusiese una vestimenta que a medida que pasa el tiempo, va moldeándose. Más que el rol como es Hamlet, uno tiene que estar abierto como actor para poder sorprenderse con cosas que uno no piensa en si. Uno se transformaría en un Hamlet que te atraviesa y que tiene un resultado que no es tan premeditado. No es que vos vas logrando como objetivos y vas pensando a priori “voy a hacer esto, bla, bla” sino que te vas modificando casi como un monstruo amorfo, que va tomando forma. ¿Se entiende la idea?

– Si, perfectamente. Hoy por hoy, hacer un clásico. ¿Se puedo aggiornarlo?
– Mirá, a ver. Un clásico, ¿que es un clásico? Que hace que una obra, después de cuatrocientos años uno la agarre y le siga descubriendo cosas. Se vuelva a leer y eso. Asi como te dije lo del personaje también te lo digo para los clásicos. Lo podés enganchar por distintos lugares y nunca va a estar la edición final de ninguna de estas obras. Son subjetividades en relación a una historia tan arquetípica. Uno ve analogías hasta en el cine actual en esas obras. O sea que el tema del aggiornamiento, sería como bueno, una obra que nos permite pensar los conflictos de nuestra época. Mejor dicho, que nos permite pensar la época, nuestra época. Entonces, de 400 años para aca, nos permite pensar algo en relación a ese objeto que es esta obra. El tema que lo hace más contemporáneo o no es la sensatez cuando se aborda ese texto. Digamos cuando no hay esa cosa caprichosa de quererle meter si o si algo que tiene pensado de antemano sino que se deja atravesar por eso….vamos a saludar a Luciana…y aparece algo de lo que uno podría decir “aggiornamiento” pero que preferiría pensarlo como “contemporaneidad”. Que vibro con algo que pasa y con una versión del año 70 la puedo sentir un poco más lejana. Esto también pasa con los actores que la interpretan. Bueno, hay mucha gente joven que la interpreta y por eso cuenta con una impronta de esta época.

– Te sentís más cerca de la actuación…
– ¿Me dejás corregir una cosita de lo que dije recién? Porque lo que hacen Patricia y Cacho es muy moderno en el sentido de que ellos están atravesados por esta época y se nutren con el texto.

– Hoy por hoy, ¿donde te sentís más cómodo, con la actuación, con la dirección? Porque venías dirigiendo un par de obras…
– Me siento en el medio del río, jajaja. Me atraen las dos cosas. Siento un impulso muy fuerte hacia la dirección. Empecé a trabajar en esto de muy chico. Cómo surge en mi? Hice una obra a los 9 años, en el Teatro General San Martín, que dirigía Alejandra Boero. De ahí, siempre hice cosas. Mis viejos siempre estuvieron metidos en ese mundo. También en las cosas de ficción y todo eso. Siempre estuve muy conectado con la actividad por lo que el tema de la dirección estaba muy cerca. Solo que bueno, nada, me desarrollé más como actor pero está ahí presente. Le tengo ganas y es cuestión de generarme ese espacio y ese tiempo.

Intermedio: Nos encontramos con Federico en el bar del Centro Cultural de la Cooperación. Habla pausado, con tranquilidad y sin apuro. Vuelve sobre lo dicho para aclarar conceptos. Federico mantiene un espíritu joven, con mohines de un tipo sencillo y humilde. Tiene un bolso con elementos de la obra, como la espada que sale en alguna de las fotos. Un cuaderno recibe sus ideas escritas en sus hojas.

– ¿Cómo te llevás con la popularidad?
– Popularidad? Eh…es parte de la cosa, es algo más pero no algo en si mismo. La popularidad es muy efímera…

– Vos tuviste un pico de popularidad con “Son de diez”…
– Por eso, o con “Padre Coraje” o todos esos que te ponen en ese horario, de las 10 de noche y la gente ve tele. Entonces aparece este tema de la popularidad. Esta bueno para el actor el ser conocido porque te permite otras cosas pero en si mismo no pasa nada. Podría marearte si crees que te da algún elemento con el cual puedas jugar pero no podés hacer nada con la popularidad. Padecerla, nada mas….

– ¿Te agarró de muy chico?
– Puede ser que era pendejo y no me gustaba ser conocido por “Son de diez”. No me copaba tanto porque no me sentía totalmente representado por ese programa. Asi como no me siento representado por nada de lo que hago en su totalidad sino en una parcialidad, pero bueno, tenía veinte años y era pendejo. Estaba laburando como asistente de dirección en cine. De repente, me puse a hacer tele y me pasó todo eso. Fue todo bastante raro.

– Después te corriste un poquito.
– Si, estuve cuatro años sin laburar en tele. Eso me vino bien.

– ¿Fue un momento de tranquilidad, el no laburar en tele?
– Fue un momento en el cual quería ser un poco autor de las cosas que me pasaban y no responder a una imagen prefabricada, a algo que te piden que hagas. El tiempo era distinto a ahora. Tengo la sensación en que la televisión es más o menos lo mismo pero que está más aggiornada. Nosotros grababamos treinta y pico de escenas por día. Sacabamos casi un capítulo por día. Era bastante duro y eso no me gustaba. El distanciarme de la tele me permitió escribir un montón, estudié música y todas cosas que me fueron nutriendo. De a poco fui religándome.
– Cumpliste cuarenta. ¿Cómo te llega ese número?
– Eh…no se! No me pega demasiado. No tengo cosas pendientes. Estoy bien, tranquilo. No se…Dicen que “la vida empieza a los 40”…o que hay una crisis…Capaz que en un mes y medio me agarra y te digo “Es terrible”. No se…tengo dos hijas. Creo que la crisis de los 40 la tuve a los 30, con esa sensación de “qué voy a hacer yo”. No me quiero poner místico pero es como el legado al mundo, que tengo para darle, no tanto en lo que se consume de afuera sino que tengo yo para darle. Tuvo que ver más con la paternidad del momento…que la sigo viviendo. No es que mis hijas viven en Brasil, les mando guita y me dicen que están bárbaras..jajajja. Pero no estoy pensando en que tengo 40…salgo a correr!

– Si por aca, entrase el Federico Olivera de los 9 años que hacía su obra aca enfrente, que le dirías?
– Rarísimo…que buena pregunta! (piensa) Le diría que hay tiempo, que no se apure, que no corra. Eso le diría. Está buena la pregunta porque eso es algo que se aprende con el tiempo. Con el tiempo te das cuenta que hay tiempo. Se puede. Que hay que esperar un poco. Hay un texto en Hamlet que habla del tiempo que igual que no tiene que ver con el consejo al chico de nueve años pero está bueno y dice: “Si tiene que ser ahora, no va a ser más tarde. Pero si no tiene que ser ahora, de todos modos, será más tarde. Solo hay que estar preparado”. Entonces es como que las cosas, bien, fluyan. A este chico que hacía la obra de teatro a los nueve años…me encantaba hacerlo! Lo vivía con cierta ansiedad todo eso. Hoy, a los cuarenta, digo “hacía falta hacer una obra de teatro a los 9 años?”. Sería esa mi mirada a ese chico. Estaba en mi esa pulsión.

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